"Presideeeente, presideeente, presideeenteeeee". En la charla que Alberto Fernández ha dado este jueves por la tarde en el Congreso de los Diputados, el candidato y favorito para las presidenciales argentinas de octubre tenía que pedir moderación al público cada diez minutos. "Díganme Alberto, que me van a denunciar por usurpación", terminó diciendo en chiste refiriéndose al actual presidente, Mauricio Macri.
Pero lo cierto es que el viaje por España de Alberto, como lo llamaba ayer la mitad argentina del auditorio en la Sala Constitucional del Parlamento, solo puede entenderse en clave presidencial. Fernández ha celebrado este jueves una entrevista con Pedro Sánchez y otra con José Luis Rodríguez Zapatero, al que conoció personalmente cuando los dos ocupaban posiciones de gobierno.
En una charla que no llegó a los 50 minutos y admitió preguntas finales, el hombre que en 2008 salió del gobierno kirchnerista para volver en 2019 a juntarse con su criticada Cristina Fernández de Kirchner (es su candidata a vicepresidenta), habló de la herencia macrista, de la instrumentalización de la justicia para perseguir a los opositores, y hasta del actual proceso de formación de gobierno en España.
Frente de Todos es el espacio político que ha logrado agrupar a casi todo el amplio espectro peronista. Ha conseguido unir en una coalición a los peronistas del Partido Justicialista, a los kichneristas liderados por Cristina Fernández de Kirchner, a la mayoría de los gobernadores peronistas, y el Frente Renovador de Sergio Massa.
"Si hoy en día disfrutamos esta alegría [de la victoria en las elecciones primarias] es porque cedimos posiciones todos", respondió a una pregunta del cofundador de Unidas Podemos, Juan Carlos Monedero, sobre la necesidad de llegar a un pacto de gobierno en España. Y por si el mensaje no era lo suficientemente claro, añadió: "Lo que más privilegiamos es que nunca más el conservadurismo haga padecer al pueblo argentino".
"Hay detenciones que uno tiene que denunciar"El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, fue otro de los protagonistas de la charla. "¡Lula libre, Lula libre!", le cantaban a Fernández. El candidato recogió el guante. "Hay persecuciones indebidas, detenciones arbitrarias que uno tiene que denunciar y una de ellas es la detención de Lula", dijo. El caso le sirvió para hablar de la instrumentalización de la justicia que, en su opinión, han sufrido varios países de la región. "Se ha usado la detención durante el proceso como un mecanismo de persecución a opositores".
Lejos de dogmatismos, el candidato que se ve como presidente (la ventaja de 15 puntos que le sacó a Macri en las primarias parece irremontable) trataba de matizar todas sus respuestas en la charla organizada por el Observatorio de DDHH en América Latina de la Universidad Complutense. "No soy tan irrespetuoso como para venir a decir lo que hay que hacer en España", dijo en su respuesta a Monedero. O "no voy a hacer nada por resolver la libertad de nadie ni presionar a ningún juez", cuando habló de la justicia.
Hasta cuando pareció meterse con EEUU terminó buscando la postura más conciliadora. "El hecho de que Argentina sea parte del grupo de Lima y esté condicionada a las políticas americanas nos ha hecho retroceder mucho, pero yo no estoy planteando una mala relación con EEUU, estoy diciendo que tenemos que tener una relación madura". La misma línea que defendió para el proceso de integración entre el Mercosur y la Unión Europea: una negociación entre pares donde no haya un socio por encima del otro.
Pero como candidato que todavía es, no podía terminar sin el obligatorio repaso de los fracasos de Macri. "Hemos visto deteriorarse todos los indicadores sociales de la Argentina, hemos visto multiplicarse por dos el desempleo, crecer la pobreza un 20% o 30%... Cuando termine el mandato actual, vamos a tener una Argentina con un 40% de pobres, una economía en recesión y una inflación anual del 57%".
Más allá de las imprecisiones, lo cierto es que la situación económica de la gran mayoría de los argentinos ha empeorado en estos cuatro años de gobierno macrista. "Vamos a tener que trabajar mucho, pero si hay algo que los argentinos sabemos es arremangarnos y salir del pozo", dijo Fernández, pero lo peor aún podría estar por venir. Hacer frente a los vencimientos de la deuda externa, frenar la inflación y la escalada del dólar y atender a la vez a la crisis social interna es una prueba dificilísima para cualquier gobernante, por mucho que tenga la experiencia y el apoyo del aparato peronista con el que cuenta Fernández.
Consciente de que las personas que manejan los flujos de las inversiones analizarán al milímetro cualquier cosa que dijera sobre el pago de la deuda, Fernández se mantuvo en el terreno de la ambigüedad con ese tema. "Haremos lo que siempre hemos hecho, cumplir con las deudas, pero no nos pidan que lo hagamos a costa de nuestra gente y postergando a los argentinos porque ya mucha postergación han tenido".