Los argentinos se refugian (sin éxito) en el fútbol en un país angustiado por una inflación cerca del 100%

"Después seguimos trabajando con la inflación, pero primero que gane Argentina", dijo la ministra de Trabajo, Kelly Olmos. No es la primera vez ni será la última que un gobierno busque esquivar las críticas detrás del brillo del Mundial. "Hay que trabajar todo el tiempo por la inflación, pero un mes no va a hacer la gran diferencia", dijo la ministra en la semana previa al primer partido de Argentina en Qatar que terminó en una inesperada derrota ante Arabia Saudí.

Después de unas tímidas disculpas por parte del Gobierno, donde OImos explicó que no quiso decir que iba "a estar un mes sin hacer nada" sino que se refería a la importancia "que significaría anímicamente para las y los argentinos" que la selección argentina salga campeona, la pregunta es ahora cuánto puede llegar a incidir un buen resultado en el ánimo de una sociedad con una pobreza que roza el 40% y una inflación interanual del 88% y que podría llegar al 100% en diciembre.

Mientras que solo el 11% de los argentinos dice estar satisfecho con la marcha general de las cosas, el 77% considera que un buen resultado en el Mundial podría influir en el humor social, según la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública de la Universidad de San Andrés. Si el desempeño de la selección argentina puede o no servir como placebo en una economía agonizante dependerá de la percepción social.

Las condiciones macroeconómicas, en especial las crisis económicas, impactan en el bienestar de las personas. "En los países con alta tasa de inflación, la sociedad no puede planear su vidas, pierde el control sobre la situación, donde la inseguridad financiera juega un papel central en contra del bienestar", dice Lucía Macchia, investigadora en el Centro de Investigación de Bienestar de la Universidad de Oxford, especialista en el análisis de la influencia de la macroeconomía en el bienestar de las sociedades latinoamericanas.

En medio de un clima de creciente malestar económico, los argentinos intentan buscar en alegrías más pequeñas e inmediatas un consuelo para una tristeza más estructural. Pero una dosis de entusiasmo no mejora el problema. "Esta cuota de alegría que puede aportar el Mundial, además de superficial es corto plazo. El efecto de la inflación en el poder adquisitivo de las personas, gane o no gane Argentina, va a seguir siendo el mismo".

Para Macchia, más que una dosis de optimismo, el Mundial es la "distracción" necesaria para generar una sensación de alivio pasajero. "El Mundial puede desviar la atención a algo positivo, que tiene a su vez un gran efecto anticipatorio, uno disfruta mucho más de la preparación del evento, que del partido en sí. Eso lleva a una ilusión que alimenta el optimismo".

En ese contexto, el alto índice de desaprobación del Gobierno de Alberto Fernández, con el 76% de imagen negativa, podría encontrar en el campeonato del mundo la solución a la capa exterior de sus problemas. Sin embargo, solo un 22% cree con firmeza que si Argentina gana el Mundial aumentará el bienestar general de la gente. Lo que tampoco quiere decir que, incluso ante una eventual victoria de Argentina en la final, el Gobierno pueda conseguir renovar por cuatro años más en 2023.

El 56% encuentra poca o ninguna relación entre el resultado del Mundial y las próximas elecciones presidenciales. Entre los libertarios, vinculados con la extrema derecha de Vox en España, el 69% está en desacuerdo con la idea de que el resultado podría influir en las próximas elecciones. Mientras que, para los votantes del gobernante Frente de Todos, ese número baja al 59%.

En definitiva, la percepción de que el rumbo de las cosas en el país irá mejor a raíz de un evento externo como puede ser un buen resultado en el Mundial, solo sirve para aquellas personas que no tienen las herramientas básicas para evaluar la situación económica. "Un economista, así como un representante del FMI, seguirá pensando lo mismo. Lo que puede cambiar es la percepción popular", dice Macchia.

De cualquier modo, las cosas no anduvieron bien el primer partido. Y una derrota en el partido inaugural, para una sociedad marcada ya por las preocupaciones, impacta más en el humor social que si el resultado hubiera sido positivo. "La derrota en el primer partido de Argentina va en contra del optimismo general anticipatorio. La insatisfacción de este resultado negativo es mucho mayor que la satisfacción que hubiésemos tenido si el resultado era positivo", dice Macchia.

Los argentinos buscarán en el partido del sábado contra México una dosis de optimismo que, hasta ahora, ni los números de la economía ni el comienzo del Mundial han logrado garantizar.