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Meir Javedanfar, analista iraní-israelí: "Israel e Irán van a alejarse de una escalada, no les interesa un conflicto directo"

Meir Javedanfar, analista iraní-israelí:

Meir Javedanfar (Teherán, 1973) es profesor de política iraní contemporánea en la Universidad Reichmann de Israel y coautor de la primera biografía del presidente iraní Mahmud Ahmadinejad. Es un referente académico en todo lo vinculado a Irán. Es frecuente verle participando como analista político en programas de la emisora en persa de la BBC, el canal independiente de noticias Iran International TV o leerle en medios de todo el mundo gracias a los cuatro idiomas que domina además de su lengua materna, el farsi.

 

Como experto, es consultado por el programa de la Alianza de Civilizaciones de Naciones Unidas y por algún que otro gobierno europeo, que no desvela. Javedanfar charla con elDiario.es pocos días después del ataque iraní contra Israel y lo hace desde su oficina en Tel Aviv, ciudad a la que se trasladó hace dos décadas desde Reino Unido, el país que acogió a su familia en 1987 como refugiados judíos que salieron de Irán tras la Revolución Islámica de 1979 –azotado entonces por la grave crisis económica resultante de ocho años de conflicto con Irak–. 

De sus antiguos compatriotas, el experto dice que son un pueblo culto y educado pero que hoy ha perdido la esperanza, atrapado “por un liderazgo fundamentalista radical”, “obsesionado con el odio a Israel y a Estados Unidos”. Para Javedanfar, el final del régimen llegará “solo cuando los iraníes quieran”, pero hasta entonces Israel “tiene el deber y la obligación de responder” a los ataques lanzados desde Irán, “ya sea que vengan en forma de drones y misiles o los que terminan con la vida cientos de israelíes”. 

Usted es iraní, aunque hoy su pasaporte es de Israel. Con esa dualidad, ¿cómo vive lo que está ocurriendo?

Estoy viviendo los peores días desde que me mudé a Israel, pero tengo claras dos cosas: que debemos cambiar este Gobierno, que es el peor de la historia del Estado [de Israel]. No sólo hay extremistas en sus filas o ministros que no se merecen sus puestos, sino que además está gestionando muy mal la situación que llevamos sufriendo los últimos seis meses: sigue habiendo rehenes en Gaza, allí la gente continúa muriendo, hay ataques brutales contra palestinos en Cisjordania... Y que debemos defendernos de quienes nos atacan.

¿Cómo valora la respuesta de Israel al ataque de Irán?

Israel no lo ha confirmado, pero todo apunta a que ha querido decirle al régimen iraní que su ataque con 330 drones no le ha disuadido y que va a seguir atacando objetivos iraníes donde sea, y que los políticos del régimen amenazan la seguridad del Estado de Israel. Al mismo tiempo, creo que Israel e Irán van a alejarse por el momento de una escalada porque no les interesa entrar en un conflicto directo. Parece que ambos lados se retiran de este escenario, pero tarde o temprano vamos a ver otros ataques entre ambos países. Después del 7 de octubre, Israel no va a aceptar la ayuda que Irán le presta a grupos como Hamás o Hezbolá. Y el régimen de Irán no va a dejar de ayudarles.

¿Qué le parece la afirmación de Irán de que no sabía nada del ataque de Hamás contra Israel del 7 de octubre?

Olvidamos que algunas de las personas que participaron en el 7 de octubre fueron entrenadas en Irán y en Siria. Y hasta un día después dijeron que habían ayudado a Hamás para idear las incursiones aéreas, terrestres y marítimas en Israel. Hace tres semanas Ismael Haniye [líder de Hamás en el exilio] y el líder de la Yihad Islámica Palestina visitaron Teherán, y Jamenei les volvió a reiterar su apoyo.

Por eso, para Israel lo importante ahora es disuadir al régimen para que no vuelva a atacar, aunque ellos digan que los misiles y los drones del día 13 fueron su respuesta al ataque de Israel en Damasco, que mató a siete miembros de la Guardia Revolucionaria. Si no se puede cambiar el régimen de Teherán, y atacar las plantas nucleares tampoco es una buena idea, creo que Israel tiene derecho a enfrentar a la Guardia Revolucionaria y a sus aliados donde sea. 

Estados Unidos, Rusia o China le están diciendo a Benjamín Netanyahu que no quieren una guerra regional, pero no es la primera vez que Israel desoye estas advertencias. ¿Hasta dónde cree que está dispuesto a llegar el primer ministro?

En 2012 Israel ya estuvo muy, muy cerca de atacar las plantas nucleares iraníes. Yo me mostré en contra porque lo único que hubiera provocado era incentivar aún más al régimen iraní para desarrollar su programa nuclear. Apoyé el acuerdo de 2015 con Irán [auspiciado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU junto con la Unión Europea] y creo que fue un gran error abandonarlo, pero al mismo tiempo no puedo ignorar que mientras el régimen negociaba también apoyaba a grupos regionales que querían matar a israelíes.

Lo que pasó el 7 de octubre nos enseña que deberíamos haberle prestado más atención. Por tanto, al igual que apoyé el acuerdo nuclear, también creo que habría sido un error no responder al ataque del 13 de abril desde el punto de vista israelí. 

Para repeler ese ataque, Israel contó por primera vez con la ayuda de países como Jordania. ¿Es el temor a Irán más fuerte que la histórica enemistad de los árabes con Israel?

Mire, estos países son pragmáticos. Los asentamientos de Cisjordania no son una amenaza para ellos como sí lo es Irán por su apoyo a grupos armados en la región o porque ataca, como hizo en 2019, plantas petrolíferas saudíes. Para ellos, Irán es el peligro verdadero. Puede que no les guste la política de asentamientos de Israel en Cisjordania o lo que está pasando en Gaza, pero eso no les amenaza directamente como sí lo hace Irán. De hecho, es muy posible que estos países árabes ayudaran a Israel el pasado día 13 no con cazas, sino con inteligencia.

¿Qué espera del futuro?

Me gustaría ver un futuro en el que los israelíes pudieran estar tranquilos en sus casas, con un Gobierno diferente, sin una guerra constante en Gaza. Me gustaría que los palestinos pudieran reconstruir su economía, que nos dejaran en paz, que nosotros también les dejemos a ellos y que cooperemos en lo que podamos. Me encantaría ver la paz entre Irán e Israel pero esto, me temo, hoy no va a suceder.

¿Cómo ve hoy la situación interna de Irán? 

Irán es cada vez más como la Argentina de Videla [Jorge Rafael Videla, el dictador que gobernó el país entre 1976 y 1981]. Para un iraní es muy fácil entender lo que ha pasado en Argentina durante décadas, con una economía mal gestionada, una inflación tremenda. Desde el año 1979, Irán solo ha tenido un año con una inflación de un dígito y, no solo cada año que pasa, a veces los precios de los bienes básicos suben cada mes, aunque no lo hacen los salarios. Esto genera ansiedad, depresión, falta de confianza entre la gente. Por eso está aumentando el consumo de drogas, de opio. El régimen permite su entrada para “apaciguar” al pueblo. La gente ha perdido la esperanza en Irán.

¿Quién es Alí Jamenei, el actual líder supremo de Irán?

Pondría el ejemplo de Lenin y Stalin. Jamenei no tiene las mismas capacidades que Jomeini [líder político-espiritual de la revolución iraní], como tampoco las tenía Stalin en comparación con Lenin. Él ni siquiera es ayatolá, como sí lo era su antecesor. Es un título que él, digamos, se ha autoregalado, así que necesita probar constantemente su autoridad en una región donde los chiíes representan una minoría y donde, a menudo, son rechazados por los suníes.  

Respecto a Jomeini, él era más flexible, hasta estaba dispuesto a comprarle armas a Israel durante la guerra contra Irak. Sin embargo, todo empeoró a los tres años después de terminar el conflicto con la llegada de Jamenei, que acabó declarando otra guerra y, esta vez, contra Israel. Su animadversión es muy personal, muy profunda.

A mí me habría encantado contribuir a establecer una canal de comunicación entre Irán e Israel para relajar las tensiones, pero el sentimiento del actual líder es muy fuerte. Además, hay gente que le apoya porque vive de las ganancias de la vasta industria militar que ha impulsado, sirviéndose del rechazo hacia Estados Unidos e Israel. 

¿De dónde nace ese odio del que usted habla?

Jamenei es un fundamentalista. En el pasado ha dicho, sin que se sepa si es verdad o no, que de joven tradujo el principal libro del autor egipcio Sayyid Qutb, fundador de los Hermanos Musulmanes [impulsor del pensamiento islamista radical]. Por tanto, sabemos lo que piensa de Israel. Por otro lado, en este tipo de revoluciones, como la islámica de 1979, suele ocurrir que los sucesores de aquellos que las lideraron son más radicales que los primeros.

Vuelvo a la Unión Soviética. Stalin fue mucho más militante que Lenin cuando en principio se dijo que nunca sería capaz de reemplazarle, que era sólo un burócrata. Jamenei, en Irán, es lo mismo. Nadie pensó que fuera a reemplazar a Jomeini hasta casi el momento de su muerte. Después, necesitó una causa para erigirse como el nuevo líder, llegando a ser incluso más anti-israelí y más antiamericano que su predecesor. Para él esa causa es hoy Palestina, pero en Jamenei es además algo personal. Ha hecho con el Islam en Irán lo que Stalin le hizo al comunismo en Rusia: deslegitimarlo.

En estos años, ¿cómo ha logrado Irán granjearse el apoyo de sus aliados regionales?

Irán busca países donde haya inestabilidad, donde haya minorías que estén luchando contra Occidente, les ayuda a organizarse políticamente y, lo más importante, les ayuda a crear milicias que pueden llegar a ser más poderosas incluso que el propio ejército, como ocurre hoy en Líbano. Hizbulá allí es intocable, pero el régimen lo manipula. Podría también alegarse que esto sucede en países donde los chiíes han sido oprimidos como en Líbano, Irak o Yemen. Allí ha habido incluso una hambruna. ¿Cómo es posible que los [rebeldes chiíes] hutíes estén disparando misiles contra Israel, quién se los da?

¿Y Rusia y China?

Tras la Revolución, Irán se dedicó a establecer alianzas con potencias mundiales. Cuando Rusia invadió Ucrania por primera vez, Irán afianzó esa relación, también la que tenía con China en contra de Occidente. Irán podía haber llegado a un acuerdo con los americanos, venderles petróleo, desplazar a Rusia e ingresar dinero para su economía y su pueblo. Jamanei hizo lo opuesto. Se unió a Rusia y China porque vio una oportunidad para reforzar su posición como líder regional.

¿Cree que verá un cambio de régimen en Irán?

No, el país no está en ese punto. Yo no lo voy a ver. Eso solo sucederá cuando el pueblo iraní quiera.

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