Hermanos de Italia se confirma como la primera fuerza política de Italia, con más del 28% de los votos, según los primeros datos del escrutinio en el último país que ha cerrado, a las 23, los colegios electorales para las elecciones europeas. La segunda plaza es para el Partido Democrático, que llegaría al 25%, acortando distancia con un resultado muy por encima de las últimas elecciones generales de 2022.
La victoria para el partido ultraderechista llega al termino de una campaña electoral que estuvo centrada otra vez en “Giorgia”, la líder de la formación y ya primera ministra Giorgia Meloni.
“Con Giorgia, Italia cambia a Europa”, un eslógan sencillo, como sencillo era aquel “Listos” —listos para gobernar— que la llevó a obtener el 26 por ciento en las elecciones de septiembre de 2022 que la llevaron a Palazzo Chigi. Un triunfo entonces para un partido que venía de un 4 por ciento en las anteriores generales y de un 6,4% en las europeas de 2019. Una victoria pero no un triunfo hoy, un año y medio después, si las urnas le confirman aquel 26 por ciento pero no le dan aquel 30 por ciento con el que Hermanos de Italia soñó durante meses, en una larguísima campaña electoral que empezó en diciembre en Atreju, la fiesta grande del partido en la que Meloni, entre un abrazo a Elon Musk y otro al amigo “Santi” Abascal, ya miraba a las europeas.
“Es un voto malditamente importante”, había dicho hace unos días Meloni en el gran evento de su campaña en Piazza del Popolo, en Roma, donde después de una rápida pasarela de los candidatos principales, la protagonista volvió a ser ella, la única entre los líderes europeos que decidió encabezar la candidatura para las elecciones europeas en todos los colegios electorales. En un discurso de 50 minutos apeló entonces a ir a votar en lo que era, dijo, un “referéndum” entre dos visiones de Europa. Un referéndum “entre una Europa ideológica, centralista, nihilista, cada vez más tecnocrática, y nuestra Europa, valiente, orgullosa, que no olvida sus raíces, porque definen quienes somos, y nos ayudanos a orientarnos en la oscuridad del miedo”, dijo, a las puertas de un voto que, con los pactos postelectorales aún en el aire, podía convertir al grupo que preside, los Conservaores y Reformistas Europeos, en determinante por los nuevos equilibrios de la Eurocámara. “Después de la Liga, ganemos la Champions”, dijo.
Cortejada por Ursula von der Leyen pero también por Marine Le Pen, en aquella ocasión Meloni, no nombró ni la una ni la otra. Pero, unos días después, volvió a mostrar su buena disposición hacia la líder de Agrupación Nacional. “Está haciendo un camino interesante. En esta legislatura, a veces nos hemos encontrado en el mismo bando'”, comentó en una entrevista con Il Corriere della Sera, en lo que pareció un guinó a la invitación directa que Le Pen le hizo de formar un frente único en el nuevo Parlamento Europeo, con el grupo Identidad y Democracia ya depurado de los socios incómodos y cada vez más impresentables de Alternativa para Alemania. Está por ver ahora, con los resultados en las manos, si el sueño húmedo de una unión de los ultras en Europa se cumple o si prevalecen las divisiones que les atraviesan.
La competencia interna en el GobiernoLas mismas divisiones que Meloni vive en su proprio Gobierno, con su socio-rival Matteo Salvini, que estaba desesperadamente necesitado de un buen resultado, tras el 8,8% de las generales de 2022 y que tiene que conformarse con entre un 8 y 10%, años luz de aquel 34,3 de las elecciones europeas de 2019, en las que la Liga fue el primer partido. Un Salvini que, creando no poco malestar en las bases de la Liga, decidió apostar por candidar a un general, Roberto Vannacci, suspendido del ejército por un libro autopublicado homofobo y racista que se ha convertido en un bestseller y que, durante la campaña electoral, pidió votar con una “décima”, una cruz, una clara referencia a la X Flotilla Más, cuerpo de asalto durante el fascismo. Fue la carta que el líder de la Liga —cuando son más lejos que nunca los tiempos en los que llegó a ser primer partido, precisamente en las europeas de 2019— se jugó para seguir con la competencia a la derecha que ha caracterizado su relación con Meloni desde el principio de la alianza.
Una radicalización culminada con un ataque de uno de los más destacados representantes de la formación al presidente de la Republica, Sergio Mattarella, en el día de la fiesta nacional del 2 de junio, y que ha acabado por tensar aún más la relación con Antonio Tajani, el líder de Forza Italia. En las primeras grandes elecciones tras la muerte de Silvio Berlusconi, Tajani, ha acariciado la idea del “sorpasso” a la Liga para reequilibrar el juego de fuezas en la coalición de Gobierno. Y, según los sondeos, sí podría lograrlo, con entre el 8,5 y 10,5% de los votos.
A Tajani le ha bastado marcar las distancias de las salidas de tono de Salvini, quien, mientras el Ejecutivo se prepara para acoger en dos semanas a Joe Biden entre los líderes del G7, se jactaba de una conversación telefónica con Donal Trump para expresarle su apoyo ante la “persecución” judicial.
La remontada de Elly SchleinSi la victoria de Hermanos de Italia se daba por descontada, menos cierto era el resultado del primer partido de la oposición, liderado por Elly Schlein. La exeurodiputada y también cabeza de lista en los colegios del Centro de Italia y las Islas ha decidido integrar a candidatos independientes ha conseguido un reaultado que parecía muy lejano cuando, hace año y medio tras el batacazo de las generales, donde el PD se quedó en un 19%, pero bajó hasta el 14 en los sondeos de los meses siguientes.
Tanto Schlein como Meloni han ido planteando la campaña electoral como una batalla entre ellas dos, aunque la primera fuera candidata en dos circunscripciones y la segunda en todas. Schlein tenía todas las de perder en la polarización, pero ha aguantado el invite, tratando de llevar en campaña los temas del salario mínimo o de la criminalización por parte de la derecha de los inmigrantes, mientras Meloni iba a Albania para visitar los centros de detención que el Gobierno italiano está construyendo allí tras un pacto con Tirana. “Un mega anuncio electoral que nos cuesta 800 millones”, dijo Schlein, quien decidió cerrar la campaña electoral en Padua, en la misma plaza donde el 7 de junio de hace 40 años el líder del PCI Enrico Berlinguer, quien murió cuatro días después, realizó su último mitín. “¡Viva Enrico, Viva la Italia antifascista!”, gritó Schlein, cerrando su discurso.
El objetivo para la líder del PD era también reinvidicar el papel de jefa de la oposición frente a Antonio Conte, el líder del Movimientos 5 Estrellas, reacio a asumir el rol de gregario en aquella alianza llamada “campo ancho” que no acaba de cuajar a pesar de haber funcionado en algunas elecciones regionales y municipales. Finalmente los 'grillini', que en las generales de septiembre de 2022 obtuvieron un 15,4%, según los sondeos a pie de urna obtendrían entre un 10 y un 14%. Para Conte la siguiente decisión será elegir a qué grupo se sumará su formación, con una identidad aún por definir después de haber liderado entre 2018 y 2021 el Gobierno de Italia, primero en coalición con Salvini y luego con el PD.
A la izquierda del PD, la Alianza Verdes e Izquierda lograría entre un 5 y 7% después de haber apostado por candidaturas fuertes desde el punto de vista político, como la de Ilaria Salis, la activista antifascista detenida en Hungría, o la de Mimmo Lucano, ex alcalde de un pueblo de Calabria que se convirtió en un simbolo en un modelo de acogida de migrantes que Salvini, cuando llegó a ser Ministro de Interior quiso desmontar.
El día después del voto se empezarán a ver los efectos de los resultados en los equilibrios de fuerzas en el Gobierno. Y sobre todo, se entenderá si Meloni conseguirá tener en Europa la influencia a la que aspiraba.