La entrada del grupo ecologista en la ecuación de la ‘mayoría Von der Leyen’ da estabilidad a la legislatura con la gran incógnita de si el Partido Popular Europeo resistirá la tentación –y las presiones internas– de mirar a su (extrema) derecha
Ya no hay mayoría alternativa: todo pasa por la derecha en la Eurocámara
La tentación del Partido Popular Europeo de pactar con la ultraderechista Giorgia Meloni en la nueva legislatura marcó la campaña electoral de las europeas.
“He trabajado muy bien con Meloni en el Consejo Europeo, como con otros primeros ministros, es mi tarea. [Meloni] es proeuropea, ha sido muy clara contra Putin y pro estado de derecho. Le ofrezco trabajar juntas”. 23 de mayo de 2024.
“Hemos trabajado duro durante toda la campaña para unir a una mayoría en el centro para una Europa fuerte. El resultado habla por sí solo: era el enfoque correcto”. 18 de julio de 2024.
Entre esas dos afirmaciones de Von der Leyen hay una distancia temporal de poco menos de dos meses. La primera fue la declaración de intenciones de la candidata del PPE durante el debate electoral de buscar el apoyo de una extrema derecha en auge para seguir al frente del Gobierno comunitario. Pero una vez cerraron las urnas y la suma de los tres grupos de la coalición europea (populares, socialistas y liberales) era suficiente, el PPE dejó claro que ese sería el camino a seguir de nuevo.
No obstante, Von der Leyen era consciente de que sacar adelante la reelección en la Eurocámara, donde no hay una disciplina de voto férrea de los grupos que la apoyan, requería de negociaciones al margen de populares, socialistas y liberales. Y es ahí donde emerge la nueva alianza con Los Verdes, que se llevaron un gran batacazo en las europeas al dejarse una veintena de escaños respecto a 2019, cuando obtuvieron su mejor resultado. El grupo que lideran la alemana Terry Reintke y el holandés Bas Eickhout ha cambiado de estrategia en la nueva legislatura al apoyar a Von der Leyen, a la que en el anterior mandato, eso sí, ya secundaron la aprobación de leyes relacionadas con la agenda verde amenazadas por el rechazo de los populares.
La intención de Los Verdes es sacar rédito político de un apoyo que en muchos momentos les puede hacer imprescindibles para Von der Leyen a cambio de que mantenga vivo el Pacto Verde Europeo, amenazado por las protestas de sectores como el de los agricultores. Por el momento, su apoyo ha sido prácticamente un cheque en blanco a Von der Leyen, de quien aceptaron algunos guiños como la promesa de mantener la implementación de las políticas ambientales, aunque la alemana lo ha enfocado desde el punto de vista económico y competitivo, con el compromiso de impulsar un Acuerdo Industrial Limpio.
Sin embargo, no llegaron a ningún acuerdo concreto por escrito. La pretensión de Los Verdes, según explicaban fuentes del grupo en los prolegómenos de la votación de Von der Leyen, es llegar a algún tipo de entendimiento más a largo plazo con populares, socialistas y liberales a partir de septiembre. No obstante, son conscientes de las resistencias que ese planteamiento genera en importantes sectores del PPE que están escorados a la derecha. Por el momento, su gran baza es que su medio centenar de escaños da “estabilidad” a Von der Leyen.
“Y es la única forma de tener una legislatura estable”, repiten desde la cúpula verde conscientes de que el acercamiento del PPE a la extrema derecha e incluso granjearse el apoyo de delegaciones de ECR aleja a socialistas y liberales, que sí son partidarios del cordón sanitario a ese grupo de la extrema derecha.
Von der Leyen celebró el “enfoque” que le permitió lograr la cuadratura del círculo en la Eurocámara a mediados de julio con un margen de 40 votos. Ahora bien, está por ver si el Partido Popular Europeo resiste la tentación –y sus propias tensiones internas– de acercarse a una extrema derecha como la de Meloni, a la que han abierto la puerta de par en par, a pesar de que se ha demostrado que no es determinante en Europa.
Los puentes no están rotosLa presidenta de la Comisión Europea se ha cuidado mucho, en todo caso, de no romper los puentes con la primera ministra italiana, que no deja de ser la líder del tercer país con más peso del club comunitario. Y, aunque los 24 eurodiputados de Fratelli d’Italia queden fuera de la ecuación en el Parlamento Europeo, para Von der Leyen es casi más importante tener a Meloni a bordo en el Consejo de la UE, la otra institución colegisladora en la que están representados los Gobiernos de los Estados miembros.
Meloni pataleó al quedarse fuera de las negociaciones de los líderes de la UE para el reparto de los altos cargos tras las elecciones europeas. Ni siquiera cogió el teléfono a los primeros ministros populares que la llamaron para comunicarle el acuerdo alcanzado con socialistas y liberales. Así, en la cumbre en la que se repartió el nuevo poder de la UE, Meloni votó en contra del socialista portugués António Costa como nuevo presidente del Consejo Europeo y de la liberal Kaja Kallas como alta representante. Sin embargo, se abstuvo en la decisión de que Von der Leyen siguiera otro mandato.
Con esa decisión, Meloni daba margen a la negociación con Von der Leyen no solo por un hipotético apoyo de Fratelli d’Italia en el Parlamento Europeo sino también porque de la alemana depende el puesto que ocupe Italia en el organigrama de la nueva Comisión Europea, en la que quiere una vicepresidencia. Meloni sabe que es importante para su gestión del día a día tener una buena conexión y relación con Bruselas.
A la espera de que Von der Leyen reciba las propuestas de comisarios por parte de los Estados miembros y esboce su futuro Gobierno comunitario, ella también ha hecho guiños a Meloni como un endurecimiento de su posición respecto a la migración, que aparece directamente vinculada a la seguridad en el documento de prioridades políticas de su próximo mandato, o la propuesta de un comisario para el Mediterráneo. La mano sigue, por tanto, tendida, pero a medias, porque Von der Leyen sabe que puede bailar con Los Verdes.