JD Vance, candidato a vicepresidente de Trump, ha vuelto a clasificar el asalto al Capitolio como una “manifestación pacífica” y ha omitido los múltiples esfuerzos del magnate para revertir los resultados electorales en el cara a cara con Tim Walz, 'número dos' de Kamala Harris
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A pesar de las expectativas del choque, el debate vicepresidencial entre el republicano J.D Vance y el demócrata Tim Walz en la cadena CBS ha tenido muchas menos revoluciones que el cara a cara entre Donald Trump y Kamala Harris del pasado mes de setiembre.
El senador de Ohio ha atacado a Harris tal como los asesores de Trump querían que lo hiciera el expresidente en setiembre, recordando como la demócrata lleva más de tres años en la Casa Blanca a pesar de que etiquete su candidatura como la del cambio. “Si Kamala Harris tiene tan buenos planes para abordar los problemas de la clase media, entonces debería implementarlos ahora, no pidiendo un ascenso, sino en el cargo que el pueblo estadounidense le entregó hace tres años y medio”, ha lanzado Vance durante el bloque de economía.
La estrategia de Vance ha pivotado sobre este eje y el de apuntar falazmente a la inmigración como la madre de todos los males que sufre el país. A diferencia de su superior, Vance no ha recurrido a mentiras tan llamativas como la que profesó Trump en setiembre, asegurando que los migrantes se “comen las mascotas” en Springfield, Ohio. De hecho, a pesar de que Vance ha defendido esta mentira en redes y le ha dado alas, cuando ha llegado el momento de discutir la cuestión la ha abordado desde otra posición que, en contraste con Trump, transmitía una imagen mucho más moderada.
“[En Spriengfield] tienes hospitales que están desbordados, tienes viviendas que son totalmente inasequibles porque trajimos a millones de inmigrantes ilegales para competir con los estadounidenses por hogares escasos. Las personas por las que más me preocupo en Springfield, Ohio, son los ciudadanos estadounidenses cuyas vidas han sido destruidas por la política de fronteras abiertas de Kamala Harris”, ha afirmado Vance. A la hora de contraatacar, Walz ha señalado que cree que “Vance quiere resolver esto”, pero que la vía no pasa por “deshumanizar y vilipendiar a otros seres humanos”.
Justo esta dinámica, la de reconocer una presumible buena fe por parte del otro a pesar de la discrepancia, ha sido la que ha caracterizado un debate con un tono mucho más comedido y civilizado, que choca con la polarización de la campaña en la recta final. Aunque solo sea en apariencia, pues en el fondo las posiciones desde donde hablaban ambos candidatos seguían estando alejadas. Incluso cuando Vance se ha permitido elogiar a Biden por los aranceles y, en cambio, ha criticado a su propio candidato.
La discrepancia con Trump por parte de Vance en algunos puntos estaba muy calculada. A 35 días de las elecciones, el debate de vicepresidentes probablemente será el último gran debate electoral antes de que los norteamericanos vayan a las urnas -a no ser que Trump finalmente acepte un segundo asalto contra Harris- y los 90 minutos del martes por la noche representaban una gran oportunidad para conseguir pescar algunos votantes indecisos. Vance, que es conocido por ser más trumpista que Trump, ha querido mostrarse como un contrapeso del expresidente. Su moderación a la hora de hablar y el uso de mentiras menos escandalosas también perseguían este objetivo.
El único momento de tensión que ha protagonizado Vance, ha sido cuando las moderadoras, Nora O’Donnell y Margaret Brennan, han tenido que silenciar los micrófonos de ambos candidatos después de que Vance criticara a las periodistas por desmentir su afirmación de que los inmigrantes indocumentados estaban invadiendo Springfield. A diferencia del debate presidencial, en esta ocasión los micrófonos estaban abiertos constantemente.
A pesar de que los debates vicepresidenciales acostumbran a tener menos impacto, muchos de los votantes aún querían acabar de formar sus opiniones sobre las candidaturas a partir de este último cara a cara. Especialmente sobre Harris, por lo que la presión sobre Walz era aún mayor, ya que tenía el reto de acabar de definir la candidatura de la vicepresidenta.
La actuación de Walz, cohibido buena parte del tiempo, ha sido una de las sorpresas de la noche. El verbo directo y la espontaneidad que lo impulsó al lado de Harris en el ticket electoral con su viral “weirdos”, ha estado ausente buena parte de la noche. Sí que en algunos momentos ha utilizado su imagen de hombre de a pie para atacar Trump desde el nuevo flanco que los demócratas dibujaron en la Convención de Chicago: la de un ególatra multimillonario. “Y les pregunto a ustedes, maestros, enfermeras, conductores de camiones o lo que sea, ¿cómo es justo que ustedes estén pagando sus impuestos cada año, y Donald Trump no haya pagado ningún impuesto federal en 10 de los últimos 15 años?”, ha dicho mirando a cámara.
Walz, que está menos acostumbrado a los debates y a las apariciones televisivas, ha confirmado las preocupaciones de los demócratas respecto a sus habilidades antes del cara a cara. Que el debate haya empezado con una pregunta sobre la crisis que se ha desatado en las últimas horas en Oriente Medio, ha cogido al gobernador de Minnesota a contrapié. Por contra, Vance se ha mostrado mucho más incómodo cuando se han tocado temas como el aborto o el asalto al Capitolio.
El senador de Ohio ha retorcido las palabras para describir su posición antiaborto como un deseo de “hacer más fácil para las madres tener bebés”. Vance precisamente ha sido el foco de polémica por atacar a las mujeres que no tienen hijos, diciendo que “se sienten miserables con sus propias vidas y las decisiones que han tomado”. Más allá de la misoginia que supuraba el comentario, también obviaba la realidad de aquellas mujeres que no tiene hijos porque no pueden. Algo por lo que ha sido duramente criticado.
También ha sido en este bloque cuando Trump también se ha pronunciado sobre la cuestión de una prohibición federal del aborto. El expresidente, que evitó responder a esta pregunta durante el debate organizado por la cadena ABC News, ha escrito en X que “no apoyaría una prohibición federal del aborto, bajo ninguna circunstancia, y de hecho, la vetaría”. Un nuevo volantazo del republicano en un tema espinoso incluso para los suyos, donde enfriar la postura sobre la prohibición del aborto a nivel federal, ya le costó críticas por parte del ala más conservadora del partido.
El momento de Walz no ha llegado hasta el final del debate. A pesar de que en un partido una remontada a última hora puede salvar el marcador, en un debate televisado pierde efecto. Para cuando Walz ha sabido dejar en evidencia a Vance con el bloque del asalto al Capitolio, muy probablemente la mayoría de espectadores ya habían desconectado. Mientras que Vance se ha negado a reconocer que Trump perdió las elecciones en 2020, y ha evitado responder la pregunta, Walz ha sabido cerrar la cuestión con su respuesta más clara y contundente de la noche: “Cuando esto termine, tenemos que darnos la mano, y el ganador debe ser el ganador. Esto tiene que terminar”.
Cuando Walz ha presionado a Vance para que reconociera que Trump perdió las últimas elecciones, Vance ha huido con un : “Tim, estoy enfocado en el futuro.” Así mismo, Vance ha vuelto a clasificar el asalto al Capitolio como una “manifestación pacífica” y ha omitido los múltiples esfuerzos de Trump para revertir los resultados electorales.