La veterana periodista venezolana, directora de la ONG Ipys para la libertad de prensa, relata que hay 300 periodistas en el exilio y se ha detenido a 13 tras las elecciones: "Es una cifra récord, algunos se enfrentan a delitos penados con 20 años de prisión por cubrir las protestas y hay mucho miedo"
Los opositores venezolanos Edmundo González y Corina Machado, premio Sajarov a la libertad de conciencia de la Eurocámara
Marianela Balbi (Bolívar, 1963) es una periodista venezolana que ha vivido de cerca todo el proceso de deriva del chavismo.
¿Qué supone ser periodista en Venezuela hoy?
Las elecciones del 28 de julio son un antes y un después. Ya veníamos con una imposición de modelo de censura que el chavismo denomina “hegemonía comunicacional”, un modelo muy bien diseñado durante 25 años. Pero después de las elecciones se ha recrudecido para impedir la cobertura de las protestas. Ha habido 13 periodistas detenidos, que es una cifra récord porque en los peores momentos hemos llegado a tener tres.
¿Se ha detenido a periodistas por publicar información?
De los 13 detenidos, ocho lo fueron por su trabajo, por estar cubriendo las protestas después de las elecciones, y se les han abierto procesos relacionados con el delito de asociación para delinquir, lo que lleva asociado penas de 13 hasta 20 años de prisión sin garantías procesales. Hay tres detenciones de periodistas que están más vinculadas a su trabajo político, no periodístico.
La otra situación es la política que se está practicando de anulación de pasaportes, que ha afectado al derecho a la identidad y a moverse libremente. Ahora mismo da temor entrar o salir de Venezuela. Hay mucha represión, y lo peor es que hay mucho miedo. Los medios están muy cooptados por el poder, hay listas de periodistas vetados, temas de los que no se puede hablar...
¿Como cuáles?
Cualquier analista político va a una estación de radio y le dicen bueno, el contenido lo tiene que revisar la Junta, y si no, no sale. Por ejemplo, en la campaña electoral a los candidatos a la oposición se les entrevistó en dos canales de televisión, en ninguna televisión pública y hubo casos de despidos y cierres por ir a cubrir un evento de campaña de los opositores. Han estado minando la libertad de informar y los periodistas tuvieron que resguardarse.
¿Cómo se han protegido de ese escenario de hostigamiento que describe y que cuantifica el último informe de Ipys?
Hemos tenido que crear con inteligencia artificial “periodistas” para dar las noticias y que nadie pudiera ser represaliado. Son dos figuras no reales y se informaba de ello a los lectores. Lo que sí era real es el contenido. Fíjate que esto ha salido por una alianza de 14 medios nacionales y no hemos querido decir qué medios son por si hay la tentación de que nos digan que estamos cartelizados o asociándonos para delinquir.
Además, muchos periodistas no están firmando los trabajos. En lugar de su nombre aparece la palabra “redacción”. También tienen que trabajar de forma colaborativa para poder difundir entre todos la información, porque para acceder a los portales de internet se han impuesto restricciones.
¿Cuáles?
Para entrar en las webs hay que tener una conexión VPN (una red privada de pago no accesible para cualquiera). Si no tienes acceso, no puedes leer nada extraoficial y eso se ha hecho con la complicidad de las empresas de telecomunicación privada, que han recibido una orden y la acatan, sin proceso judicial por medio. Los medios online están bloqueados. Hay una toma demasiado totalitaria, desde todos los ámbitos: internet, órdenes de censura... Va confluyendo a un enorme miedo y un gran silencio.
Usted fue nominada por un trabajo periodístico de cómo el entramado empresarial de medios venezolanos se iba desmantelando y el poder se los iba acercando. En 2003 había 90 periódicos en Venezuela y hoy quedan 20. ¿Qué ha pasado?
El punto de inflexión fue 2013, porque el Estado controló toda la entrada de insumos, como papel, tinta o planchas. Lo concentró en la Corporación Maneiro, una estructura pública que distribuía de manera condicionada esos materiales. Si tú sacas un titular que no me gusta, no te doy papel prensa. Muchos medios regionales cerraron. Además, hubo una caída de la inversión publicitaria por la crisis económica, pero también por la persecución a algunos anunciantes si se anunciaban en según qué sitios. Tú vas hoy a un kiosco en Venezuela y no encuentras prácticamente medios locales.
En este contexto han surgido numerosas iniciativas de periodismo en Internet, ¿cómo es hoy esa nueva estructura?
Los nativos digitales vienen del año 2014, fue el boom –coincidiendo con los cierres de papel–. Llegaron desde la prensa convencional muchos periodistas censurados. Las iniciativas online han surgido apoyadas por la cooperación internacional y el gran desafío es cómo sostenerse hoy en Venezuela con la crisis económica y sin un mercado amplio de anunciantes. Es un modelo que no está claro, pese a que son los que hacen un periodismo independiente de verdad. Los periodistas sí dieron el paso, pero los empresarios tradicionales, no. Vendieron, cerraron, esperan a que las cosas cambien... Sin ánimo de juzgar, pero creo que han tenido una actitud temerosa y tímida frente a este conflicto informativo.
¿Se podría publicar hoy en Venezuela una entrevista a Edmundo González o informar de ilegitimidad de las elecciones que ha destacado, por ejemplo, el centro Carter?
La prensa se limita a la información muy institucional, muy oficial. Ha habido por ejemplo importantes cambios en el mundo militar, y no salió casi nada publicado. La única periodista que habla de eso está fuera de Venezuela y lo publica en medios de otros países, como Argentina.
La comunidad venezolana es ya la cuarta en España, tras multiplicarse las llegadas en la última década. ¿Están saliendo también periodistas?
Según nuestros últimos cálculos hay 300 fuera de Venezuela, y es una cifra que creo que se queda corta. Sí que sabemos, por una encuesta en profundidad que hicimos, que el 60% de los que salen no trabajan de periodistas, porque tienen que vivir en el exilio, lo que supone precariedad administrativa con visados, económica... Se está generando un círculo preocupante. Por eso muchos no se van o no se quieren ir.
¿Cómo ve el futuro para los periodistas allí?
Estamos insistiendo en la investigación local, más que en investigaciones que vayan a tumbar gobiernos. Asuntos que importan en tu localidad, como por qué no funciona el sistema de agua, por ejemplo. Les estamos ayudando con formación, método, calidad y rigurosidad. Hay una necesidad de seguir haciendo periodismo, como sea, empezando por lo periférico, de abajo hacia arriba. Venezuela todavía tiene pulso periodístico.