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Hay siete estados clave para la presidencia de Estados Unidos. ¿Cuáles son y por qué son decisivos?

Hay siete estados clave para la presidencia de Estados Unidos. ¿Cuáles son y por qué son decisivos?

Los sondeos prevén que los votos de Pensilvania serán al final los que tendrán más peso a la hora de decantar la balanza electoral en favor de Donald Trump o Kamala Harris

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El 5 de noviembre votan 50 estados y el Distrito de Columbia, pero la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump solo compiten por el voto de unos pocos: Arizona, Michigan, Carolina del Norte, Wisconsin, Georgia, Nevada y Pensilvania.

Son los siete swing states que este año tendrán la última palabra a la hora de decantar la balanza electoral. El voto popular no es el que aúpa a uno de los dos candidatos a la Casa Blanca, sino los votos del Colegio Electoral, que es el organismo que acaba eligiendo al presidente.  ¿Qué hace falta para ganar la presidencia?

Para ganar la presidencia de EEUU se requieren al menos 270 de los 538 votos del Colegio Electoral que reparten los 50 estados y el Distrito de Columbia de forma proporcional. Mientras que ya se sabe de qué color se teñirán la mayoría de estados el 5 de noviembre, en los swing states aún no se sabe qué pasará. Por eso, tanto Harris como Trump han centrado todos sus esfuerzos en los votos de los tres estados del cinturón industrial (Michigan, Wisconsin y Pensilvania) y los cuatro del llamado cinturón del sol (Arizona, Georgia, Nevada y Carolina del Norte). 

El 'muro azul' 

De entre este reducido grupo, Pensilvania es el estado más determinante de los siete porque es el que reparte más votos en el Colegio Electoral: 19. Ahora bien, a pesar de que Pensilvania sea necesario para llegar a la Casa Blanca, que Harris gane aquí no le garantiza la victoria. También tiene que ganar en los otros dos estados del cinturón industrial: Michigan y Wisconsin. Al trío del Medio Oeste se lo conoce como el muro azul, porque desde que en 1992 votó por Bill Clinton siempre han ganado los demócratas –cuyo color es el azul–.

Trump rompió este muro azul en 2016, llevándose los tres estados que después recuperó Biden en 2020, aunque con márgenes muy ajustados. En Pensilvania fue cuestión de unos 80.000 votos.

Harris necesita Nebraska

Aparte del muro azul, Harris necesita los votos de un estado que no se considera clave: Nebraska. Este estado, junto a Maine, son los únicos dos lugares que no aplican la lógica del winner take it all –el que gana se lo lleva todo–, sino que reparten los votos en el Colegio Electoral de manera proporcional.

Si Harris logra vencer en el distrito congresional de Omaha en Nebraska, se lleva el muro azul y gana en el resto de estados que ya se prevé que se tiñan de azul, la vicepresidenta puede lograr la Casa Blanca sin necesidad de ganar ningún otro de los cuatro swing states que pertenecen al cinturón del sol. Las últimas encuestas en Michigan y Wisconsin se muestran más favorables para Harris, mientras que en Pensilvania prácticamente está en empate técnico. 

El apoyo a Israel y Michigan

Los sondeos son buenos indicadores, pero siempre hay margen para los errores o las sorpresas. En Michigan es donde se concentran la mayoría de población árabe del país y por ejemplo, algunas ciudades, como Dearborn, tienen un alcalde de origen árabe. La gestión de la administración de Joe Biden con la guerra de Gaza erosionó en Michigan la popularidad del presidente cuando era el candidato demócrata, y aunque Harris haya mostrado una mayor sensibilidad por el sufrimiento de los gazatíes no ha variado un milímetro su posición respecto al apoyo militar a Israel. 

El desplante a la comunidad palestina durante la Convención de Chicago tampoco ayudó, y aunque algunos de los miembros del movimiento Uncommitted acabarán votando en favor de Harris, también hay otros muchos que no votarán por ella. Tampoco lo harán por Trump, pero la fuga de votos a otros terceros partidos podría tener resultados inesperados. La semana pasada en un mitin en Michigan, diversos líderes de la comunidad musulmana subieron al escenario para pedir el voto para Trump. 

¿Y si Harris pierde Pensilvania?

Si Harris pierde en Pensilvania, se vería con la necesidad de ganar en al menos dos estados del cinturón del sol. Georgia y Carolina del Norte reparten 16 votos cada uno, por lo que ganar en uno de estos dos y después lograr Arizona (11) o Nevada (6) podría bastar. Si en lugar de perder Pensilvania, Harris pierde Michigan o Wisconsin, lo tiene un poco más fácil, pero aun así sigue necesitando al menos un estado del cinturón del sol.

El que se dibujaba más probable hasta el momento era Carolina del Norte, pero tal como muestra el agregador Fivethirtyeight de encuestas, Trump ya está logrando ganar terreno con 1,4 puntos porcentuales de ventaja. Por contra, Nevada se augura más reñido (y, por lo tanto, más factible) aunque Trump sigue por delante con 0,4 puntos porcentuales. 

La campaña de Harris se ha ocupado de pasar por todos los estados clave, aunque donde más tiempo (y dinero) ha invertido es en el muro azul. Durante el mes de septiembre, uno de cada cuatro dólares que los demócratas gastaron en anuncios fueron a parar a los tres estados del Medio Oeste, según AdImpact. 

El cinturón del sol

Trump tiene menos caminos para llegar a la Casa Blanca que Harris. El republicano necesita volver a romper el muro azul para garantizar la victoria, aunque en esta ocasión le bastaría con quitar uno de los tres ladrillos que lo conforman y, de momento, donde tiene más posibilidades para lograrlo es en Pensilvania. Si gana aquí, en Carolina del Norte y Georgia, obtiene justo los 270 votos del Colegio Electoral. Además, está Arizona, donde los demócratas ganaron por primera vez desde 1996 y por un estrecho margen de 10.000 votos. 

El voto latino en Arizona fue crucial para que Biden pudiera convertir este estado históricamente republicano en un swing state, pero las últimas encuestas muestran cómo Trump ha conseguido lograr marcar distancias con Harris precisamente gracias al voto latino. Aun así, hay que ver aún qué consecuencias pueden tener los comentarios racistas del mitin republicano celebrado en Madison Square Garden el pasado domingo. 

Harris ha estado perdiendo fuerza entre los latinos y también entre los votantes negros, especialmente los hombres menores de 30. Georgia es uno de los estados del país con una de las comunidades afroamericanas más grandes. Esto, sumado a su historial de voto republicano, auguran un territorio más difícil para la demócrata que para el republicano. En este escenario, Pensilvania continúa alzándose como el estado más decisivo para el magnate también. 

Todo pasa por Pensilvania

Al ser Pensilvania el estado que, aparentemente, tendrá la última palabra en los comicios, es posible que el resultado definitivo de las elecciones no se sepa la misma noche. La legislación de este estado estipula que no se puede empezar a contar los votos por correo hasta el cierre de los colegios el mismo día de las elecciones. Pensilvania no es el único estado que sigue este modelo.

La fiabilidad del sistema de recuento de votos también está en el punto de mira. El último mes de campaña Trump se ha encargado de agitar una vez más el fantasma del fraude electoral, por lo que la verificación de cada uno de los votos podría hacer que el recuento aún se alargara más. Tampoco se puede descartar que después de la votación los republicanos interpongan demandas legales ante el recuento de votos. Trump ya lo ha hecho en Pensilvania con los votos provisionales, los cuales quedan fuera del recuento mientras se resuelve la causa judicial. 

El tiempo máximo para certificar el número de votos que ha recibido cada candidato es el 11 de noviembre. La siguiente fecha clave será el 17 de diciembre, cuando los 538 electores se reunirán para votar al presidente y vicepresidente. Después, ya no será hasta el 6 de enero cuando las dos cámaras del Congreso oficialicen los votos de cada estado y certifiquen el vencedor.

Históricamente, se trataba de procesos simbólicos, pero después de que Trump instigara el asalto al Capitolio durante la certificación del 6 de enero de 2021, Washington ya ha reforzado el dispositivo de seguridad para la fecha.

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