El presidente demócrata entregará el poder a su sucesor republicano en enero de 2025 después de que su partido perdiera las elecciones presidenciales y, con probabilidad, pierda también el control de la Cámara de Representantes
El todavía presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha declarado este jueves que “el pueblo de EEUU merece una transición pacífica” del poder, después de que Donald Trump ganara los comicios del martes frente a la candidata demócrata y actual vicepresidenta, Kamala Harris.
Biden ha afirmado en un breve discurso en la Casa Blanca que ayer, miércoles, habló con Trump para felicitarle por su victoria y garantizarle esa “transición pacífica”, y que ha dado instrucciones a su administración para que trabajen para que la transición sea así.
El mandatario ha comparecido al día siguiente de que lo hiciera Kamala Harris para aceptar la derrota desde la Howard University de Washington. Más de 100 días después de que Biden renunciara a la candidatura en medio de las presiones internas de su partido, el presidente recordaba ayer en un comunicado que elegir a Harris fue “la mejor decisión” que tomó cuando se retiró de la carrera presidencial. La frase es la misma afirmación que ya hizo en Chicago cuando pasó el testimonio a su vicepresidenta.
Ahora, a los demócratas solo les queda lamerse las heridas y analizar las causas de la debacle. Trump no solo ha arrasado en las presidenciales, sino que los republicanos han conseguido tomar el control del Senado y van camino de conseguir también el de la Cámara de los Representantes. En su discurso del miércoles, Harris intentó apuntar al futuro sin lamentos y sin perder la esperanza, consciente de los tiempos oscuros que se avecinan, pero también sabiendo que dentro del partido empezarán a levantarse los dedos acusatorios en busca de los responsables del fracaso electoral.
Uno de los primeros en ser señalado ha sido Biden, a quien se le recrimina haber querido aferrarse a la candidatura por demasiado tiempo, dando un margen muy estrecho para construir una alternativa más sólida. Uno de los lastres de Harris ha sido su indefinición, según los críticos. Después del debate contra Trump, a pesar de salir victoriosa y conseguir arrinconar a su adversario, muchos de los electores que vieron al cara a cara continuaban con la misma sensación: que no conocían suficiente a Harris.
Aunque esta falta de definición de Harris, más que achacarse a los tiempos, también puede ser una consecuencia del intento de presentar una candidatura atractiva para los votantes conservadores. “Soy Kamala Harris, mi pronombre es 'ella', soy una mujer”, decía en una mesa redonda organizada en la Casa Blanca en 2022. Dos años después, en medio de la carrera presidencial, Harris había apartado estos posicionamientos para decir que es propietaria de una Glock y que Estados Unidos tendría “el Ejército más letal del mundo” si ella era presidenta.
En un comunicado, el senador demócrata Bernie Sanders lo exponía de la siguiente manera: “No debería sorprendernos demasiado que un Partido Demócrata que ha abandonado a la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora lo ha abandonado a él. Mientras los líderes demócratas defienden el status quo, el pueblo estadounidense está enojado y quiere un cambio”.
Otro elemento sobre el cual tiene que reflexionar el partido es el voto dividido. En Arizona ha ganado Trump, pero también ha ganado la proposición 139 para defender el derecho al aborto, y el senador demócrata Rubén Gallego está en camino de derrotar a la republicana Kari Lake, quien se ha dedicado a imitar la retórica de Trump. Lo mismo ha pasado en Carolina del Norte: ha ganado Trump, pero en la carrera para gobernador ha ganado el candidato demócrata Josh Stein.