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De la venganza de Israel a las amenazas de Trump: por qué el alto al fuego en Gaza es ahora una posibilidad real

De la venganza de Israel a las amenazas de Trump: por qué el alto al fuego en Gaza es ahora una posibilidad real

Con más de 46.000 palestinos fallecidos, Israel y Hamás ultiman un alto el fuego en Gaza que hace dos meses parecía imposible y que llevó a Qatar a denunciar públicamente que se estaban utilizando las negociaciones para "prolongar la guerra"

“Más cerca que nunca”: los negociadores ultiman un alto el fuego para Gaza a una semana de la salida de Biden

Qatar, principal mediador en la guerra de castigo que ejerce Israel en la Franja de Gaza —y que ya deja más de 46.000 palestinos muertos—, anunció desesperado a principios de noviembre que se retiraba de las negociaciones para lograr un alto el fuego hasta que las partes mostrasen “su voluntad y seriedad para terminar la guerra brutal”.

Un mes después retomaron su trabajo y ahora, tras varias semanas de negociaciones al más alto nivel, el alto al fuego parece estar más cerca que nunca, según ha afirmado su propio portavoz de Exteriores, Mohammed Al Ansari.

Todos los involucrados advierten que las negociaciones actuales pueden descarrilar en el último segundo, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, pero no han escondido su optimismo. Incluso la oficina del primer ministro de Israel ha revelado algunos detalles del acuerdo de alto el fuego a cambio de la liberación de rehenes en manos de Hamás.

“Israel quiere que este acuerdo tenga éxito y está dispuesto a pagar un alto precio para recuperar a su gente”, ha afirmado el portavoz del primer ministro, David Mencer. Hamás ha confirmado que el acuerdo está en su fase final, sin embargo, un miembro de la organización ha asegurado a Reuters que el grupo está esperando a que Israel entregue los mapas del repliegue de tropas acordado en el borrador.

Cómo se ha llegado hasta aquí

“Qatar no aceptará que la mediación sea un motivo de chantaje, ya que hemos sido testigos de manipulaciones desde el fracaso de la primera pausa, especialmente al retractarse de las obligaciones acordadas a través de la mediación y explotar la continuación de las negociaciones para justificar la continuación de la guerra”, denunció Al Ansari el 9 de noviembre.

Justo antes de aquella declaración, Donald Trump había ganado las elecciones en EEUU, Benjamin Netanyahu había destituido al ministro de Defensa Yoav Gallant —eliminando a uno de los pocos que cuestionaban sus decisiones— y terminaba un ultimátum de Washington a Israel exigiendo una mayor entrada de ayuda humanitaria. 

“Nuestro objetivo como mediadores está suspendido a la espera de que ambas partes muestren seriedad para volver a la mesa de negociaciones”, afirmaba Al Ansari el 3 de diciembre. Sin embargo, poco después Qatar retomó sigilosamente el trabajo.

Donald Trump estaba presionando para lograr un acuerdo antes de su toma de posesión y lanzaba una amenaza: “Estallará el infierno en Oriente Medio” si no vuelven los rehenes cuando asuma el cargo. Los movimientos ya habían comenzado y el presidente electo incluso había enviado a su enviado para Oriente Medio, Steve Witkoff, a reunirse con Netanyahu y el primer ministro catarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani.

“La Administración entrante de Trump parece tener influencia sobre Netanyahu, que quiere ganarse favores de Trump. Ofrecerle un alto el fuego como regalo de bienvenida a la Casa Blanca es tentador”, dice a elDiario.es Jørgen Jensehaugen, investigador sénior del Peace Research Institute of Oslo (PRIO) y especializado en el conflicto.

Tras semanas de negociaciones —en las que Witkoff ha trabajado junto a las autoridades del Gobierno estadounidense saliente—, el alto el fuego ha pasado de ser una quimera a una posibilidad real en tan solo dos meses. “Apreciamos especialmente el papel tanto de la Administración Biden como de la entrante Administración Trump en las conversaciones de las últimas dos semanas. Han participado plenamente en las conversaciones. Han trabajado conjuntamente aquí en Doha y más allá en la región para asegurarse de que se llegue a un acuerdo”, ha señalado este martes el portavoz de Exteriores catarí.

“¿Alguien cree realmente que el nuevo enviado de Trump a Oriente Medio, Steve Witkoff, un inteligente promotor inmobiliario e inversor de Nueva York, obligó a Netanyahu a hacerlo? Si conoces a Netanyahu, sí. Quería que le presionaran justo antes de la toma de posesión de Trump el próximo lunes”, escribía este martes en Haaretz el analista Alon Pinkas. “El acuerdo que puede —y todavía puede no— firmarse ahora estuvo sobre la mesa el pasado mayo, de nuevo en julio y prácticamente desde entonces, pero Netanyahu, en nombre de 'una guerra existencial' que producirá una 'victoria total' esperó a las elecciones estadounidenses y luego a la toma de posesión antes de aceptarlo”, añadía.

Los detalles del texto

Según las filtraciones de los detalles del acuerdo, la primera fase del alto el fuego durará 42 días, durante los cuales Hamás liberará a 33 rehenes. A cambio, las tropas israelíes se retirarán progresivamente de los núcleos poblados de Gaza —crearán una ‘zona de amortiguación’ a lo largo de la frontera norte y este—, permitirán el regreso de los gazatíes desarmados al norte y liberarán a presos palestinos (el número dependerá del número de rehenes vivos, pero las cifras publicadas van de centenares hasta el millar). En el día 16 se comenzará a negociar la segunda fase del acuerdo para la liberación del resto de rehenes, fallecidos incluidos.

Para conocer los efectos del acuerdo sobre el futuro de la guerra será necesario observar las dinámicas sobre el terreno, dice Jensehaugen. “La posición israelí es que esto es temporal. La posición de Hamás es que esto debería ser el final de la guerra”, dice el investigador. “Hamás está en un estado terrible, pero habrán sobrevivido. También podrán sumar apoyos al asegurarse la liberación de tantos prisioneros”, añade.

Mientras tanto, la extrema derecha israelí presiona para intentar frenar cualquier avance. El ministro de Seguridad Nacional, el ultra Itamar Ben-Gvir, ha amenazado con dimitir y ha animado a su colega, Bezalel Smotrich, ministro ultra de Finanzas, a hacer lo mismo, lo que pondría en peligro al gobierno de Netanyahu.

“El año pasado conseguimos, gracias a nuestro poder político, impedir que se llevara a cabo este acuerdo”, ha asegurado Ben-Gvir, pese a que Israel siempre ha culpado a Hamás de no alcanzar el alto el fuego. “Desde entonces, sin embargo, se han unido al Gobierno otros partidos que apoyan el acuerdo, y ya no somos el factor decisivo”.

El portavoz de Netanyahu ha recordado este martes que si se cierra el acuerdo, el Gobierno tendrá que votar su aplicación, tal y como ocurrió con el alto el fuego de 2023, aunque no se requiere unanimidad.

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