La cumbre de la OTAN ha sido un reflejo de cómo se mueve el presidente de EEUU por el mundo: a empujones
Trump acelera el gasto militar en la OTAN, y Europa le sigue (casi) sin rechistar
Lleva varios días haciéndolo: ahora le gusta comparecer ante los medios flanqueado por algunos de los suyos. Después de las bombas a Irán, Donald Trump apareció con JD Vance, Marco Rubio y Pete Hegseth detrás. Unos días después, en la cumbre de la OTAN lo ha vuelto a hacer: Rubio y Hegseth –quien ahora se pone medallas militares en la chaqueta de su traje– le flanqueaban.
Trump logra así trasladar la imagen del comandante en jefe al frente de un equipo que toma la palabra cuando él se lo pide para hacer una aclaración e, invariablemente, halagarle.
“El instinto de la CNN y del New York Times es tratar de manipularlo por sus propias razones políticas, para tratar de perjudicar al presidente Trump o a nuestro país”, dijo el secretario de Defensa, Hegseth, en La Haya cuando le dio la palabra Trump. “No conozco a ningún presidente que haya estado tan dispuesto como él a reunirse con cualquiera y hablar sobre la paz”, decía su secretario de Estado, Rubio, “no conozco a ningún presidente, probablemente en nuestra historia moderna, que haya buscado la paz más que el presidente Trump”.
Eso es lo que busca Trump a su alrededor, y a menudo lo encuentra, sobre todo en la OTAN de Mark Rutte. El nivel de adulación del secretario general de la Alianza Atlántica al presidente de EEUU quedó patente en los mensajes que le envió unas horas antes de comenzar la cumbre de La Haya y que el mandatario publicó a través de pantallazos en su red social. “Has conseguido lo que ningún otro presidente de EEUU habría podido en décadas”, le dijo este martes en los mensajes en los que le felicita por su “acción decisiva” en Irán, así como por el acuerdo para disparar el gasto militar hasta el 5% del PIB de los aliados transatlánticos.
“Felicidades y gracias por tu decisiva acción en Irán, fue verdaderamente extraordinaria y algo que nadie se habría atrevido a hacer”, comienza Rutte. “Nos da seguridad a todos”, le dice sobre el ataque a instalaciones nucleares de la República Islámica: “Donald, nos has conducido a un momento muy, muy importante para Europa y para América, y el mundo. Has conseguido algo que ningún otro presidente habría conseguido en décadas”.
En relación con el gasto en defensa, los elogios públicos no son menores, expresando su felicidad por ver al republicano en el Despacho Oval en su comparecencia con Trump al inicio de la cumbre: “Sin el presidente Trump, esto no habría sucedido. Cuando usted asumió la presidencia en 2016-2017, obligó a los europeos y canadienses a pagar más en ese momento. El resultado de esa fase es un gasto agregado adicional en defensa de 1 billón por parte de canadienses y europeos. Luego vino la segunda fase, cuando usted asumió la presidencia en enero, y consistió en que todos nuestros países que aún no habían alcanzado el 2%, se comprometieran ahora a ese 2%, que es el antiguo objetivo de Gales en 2014. Y hoy decidiremos pasar al 5%. Y, de nuevo, esto no habría sucedido, y algunas personas me criticarán, si no hubieras sido elegido en 2016 y reelegido el año pasado y vuelto al cargo”.
Pero, ¿de dónde sale el 5% que tanto aplaude Rutte ahora? De la chistera de Trump. La OTAN, con su secretario general, Mark Rutte, a la cabeza estaba pidiendo el año pasado subir del 2% del PIB en gasto en defensa al 3%. Pero llegó el 5 de noviembre de 2024, el triunfo electoral de Trump y, después, el 7 de enero pasado.
Ese día, desde Mar-a-Lago, donde Trump tiene su mansión de Florida, todo empezó a saltar por los aires: “Creo que la OTAN debería tener un 5%. Si vas a tener un ejército regular, estás en un 4%. Están en territorio peligroso. creo que deberían aceptarlo. Todos pueden permitírselo, pero deberían estar en un 5%, no en un 2%”.
¿Por qué el 5% y no el 4,5%? ¿O el 6%? ¿O el 7%?
Aquella vez, a dos semanas de su investidura, fue la primera en que Trump pide disparar el gasto en defensa, sin explicar cómo ha llegado a esa cifra. Pero el 5% ya empezó a volar solo.
Según fuentes conocedoras de los debates dentro de la sala donde se reunían los 32 jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN –Consejo del Atlántico Norte–, los discursos de muchos países fueron tan serviles como los de Rutte, agradeciendo permanentemente a Trump por su contribución. Apenas Macron, cuentan, mencionó que la guerra comercial pendiente de resolver con EEUU supone un lastre para llegar a los objetivos de gasto militar que impone EEUU.
Pero, fuera, en las comparecencias, en las declaraciones, nadie, salvo España, levantó la voz para alertar de lo que supone para las economías, para los modelos sociales, las garantías de derechos, rearmarse y pedalear en esa dinámica.
Hasta tal punto necesita el halago, que la Casa Blanca difundió este viernes una nota de prensa en la que se recogían portadas internacionales favorables y una cuarentena de citas de diferentes dirigentes estadounidenses e internacionales sobre el “éxito” de la cumbre de la OTAN.
Todo está enfocado a la mayor gloria de Trump, que es quien marca el mensaje y la agenda con sus declaraciones y sus posts en su red social, Truth Social. Todo gira en torno a él, aún a costa de menospreciar a cualquiera, incluida su directora de Inteligencia Nacional si es necesario para justificar el bombardeo de Irán.
Chantajes y broncasLo practica desde el primer día. Incluso desde antes de llegar a la Casa Blanca, el 7 de enero pasado, hizo un discurso en el que ya amenazaba con tomar el control del Canal de Panamá y Groenlandia, y ya comenzó a hablar de los aranceles, su “palabra favorita”, como ha dicho muchas veces. Unos aranceles que usó para negociar con Canadá y México el control de las fronteras, pero que ha vuelto a agitar ahora tras el no de Pedro Sánchez al 5% del PIB en gasto en defensa.
“Es terrible lo que está haciendo España y le vamos a hacer pagar”, dijo Trump, “es el único país que no pagará la totalidad, quieren quedarse en el 2%. Creo que es terrible. Ya sabes, les va muy bien, la economía va muy bien, y esa economía podría desaparecer de un plumazo si ocurriera algo malo. Creo que es una pena. Así que lo compensaremos, lo vamos a hacer. Estamos negociando con España un acuerdo comercial y vamos a hacer que paguen el doble, lo digo en serio. Vamos a obligar a España, me gusta España, es un lugar estupendo y son gente estupenda, pero España es el único país, de todos los países, que se niega a pagar”.
Es verdad que pocas broncas son como la que se llevó Volodímir Zelenski en febrero en el Despacho Oval, retransmitida en directo a todo el mundo, o como la que tuvo Trump públicamente con el hombre más rico del mundo, ex último mejor amigo del presidente de EEUU, Elon Musk. Una bronca que acabó con Musk reculando después de que Trump amenazara con cortarle los contratos públicos de sus empresas con el Gobierno federal de EEUU.
Ahora amenaza a España con aranceles. Pero, como explicaba Yago Álvarez en X, “la diferencia entre gastar un 2,1% y un 5% del PIB supone unos 52.000 millones: España exportó a EEUU unos 17.000 millones en 2024. Podríamos subvencionar el 100% de lo que pierdan nuestras empresas si Trump nos declara la guerra comercial y aun así ahorramos dinero”.
Además, si Trump atacara algún sector concreto español –la aceituna negra, el cava o el chorizo de Pamplona–, automáticamente la respuesta tendría que ser comunitaria porque las competencias en Comercio están en la Comisión Europea.
Trump lo usa todo, pelea en el barro y no tiene problemas en dar golpes bajos. Trump usa los aranceles como palanca negociadora. Lo hizo con Canadá y México para que reforzaran los controles fronterizos de personas y de drogas. Y lo consiguió. Y ahora está en un pulso complejo con la Unión Europea, en el que no solo busca que la UE exporte menos a EEUU para equilibrar esa balanza comercial. Lo que acaba de lograr es que sus socios contribuyan más a la OTAN y a la defensa europea para poder replegarse él, pero también que compren más energía y gas estadounidenses, cosa que lleva haciendo la UE desde la desconexión del gas ruso.
Y luego hay otra pata, que interesa mucho a la Casa Blanca porque afecta a empresas punteras estadounidenses con muy poca competencia en Occidente: la regulación europea de las plataformas digitales –Facebook, X, etc.–, y de las grandes empresas tecnológicas con posiciones monopolísticas –Amazon, Google, Apple– que son multadas sistemáticamente por la Comisión Europea por posición dominante en el mercado.
Y Trump no quiere eso. Hasta tal punto que Marco Rubio ha amenazado con no dejar entrar en el país a quienes legislen contra empresas estadounidenses, en lo que supone un aviso para navegantes en la Comisión Europea.
Trump solo quiere aduladores, y para el resto tira de chantajes y broncas. Que se lo digan al presidente de la Fed, Jerome Powell, que no hay día sin que se lleve un insulto por no bajar los tipos de interés y una amenaza de ser despedido, aunque la Casa Blanca no tenga competencias para ello.