Los diarios habían publicado que el presidente, Mauricio Macri, salía a recuperar protagonismo y enfrentarse a Alberto Fernández, el candidato más votado en las primarias y casi seguro ganador en las elecciones del 27 de octubre, y que este buscaría mostrarse "moderado" durante el tercer debate presidencial en los más de 200 años de historia argentina. Pero en este país donde pasan cosas tan curiosas esto no fue así. En el primer debate de esta campaña, celebrado este domingo, la mentira –también la verdad– estuvo presente de principio a fin.
Fernández, el exjefe de Gabinete que comparte la fórmula con Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta a pesar de sus 13 procesamientos por distintos casos de corrupción, atacó inmediatamente: "Hace cuatro años hubo otro debate.
El binomio Fernández-Fernández de Kirchner sacó 47,78% de los votos en las primarias frente a 31,79% de Macri-Miguel Angel Pichetto (Juntos por el Cambio) y, si se repiten los resultados, el peronismo volverá a la Casa Rosada. Desde el retorno de la democracia en 1983, con grandes variantes ideológicas, gobernó durante 25 años.
El candidato del Frente de Todos no solo calificó desde el inicio como mentiroso a Macri, sino que también lo acusó con el dedo en alto de vivir una realidad paralela. Fustigó su política económica –el país lleva 8 años de estancamiento y está en el mismo nivel de 2011– y, con datos verdaderos, criticó que haya bajado los presupuestos de Salud (-22%), de Educación (-36%) y de Ciencia y Tecnología (-38%).
"Yo debo confesar que a mí me impresiona cuando el Presidente dice las cosas que dice. Yo no sé qué país gobierna, yo no sé si mira lo que hace. La verdad es que las relaciones internacionales no es sacarse fotos con los líderes. Fueron siete semestres, presidente. No entró un centavo a la Argentina de inversiones de esas potencias. En verdad, lo que tenemos que hacer es hacer las cosas con seriedad, que es lo que intentamos. Relacionarnos de tal modo que la Argentina tenga provecho. No alcanzan con las fotos y con un G20", dijo Fernández.
La afirmación es falsa, porque las inversiones durante el Gobierno de Macri estuvieron lejos de "la lluvia de inversiones" que había prometido, pero superaron a las de la gestión de Fernández de Kirchner, aún cuando entonces regía el 'cepo [control] cambiario' que imposibilitaba a las empresas extranjeras sacar sus ganancias del país y las obligaba a reinvertir las ganancias.
Fernández le habló su electorado fiel cuando dijo que no le "preocupa subir el gasto público si es para ampliar derechos" y se refirió al movimiento de mujeres y a la desigualdad de sus ingresos, con otra afirmación que se confirma con los datos: "De todas las demandas que han aparecido, el colectivo feminista es el que más nos debe llamar la atención. Millones de mujeres que pusieron sobre la mesa no solo los efectos de la violencia de género, sino también la desigualdad que padecen. Las mujeres jóvenes duplican en término de desempleo al promedio de desempleo general que tiene el país".
Macri se refirió a Venezuela e incomodó a Fernández: "Hemos denunciado la violación de los derechos humanos en Venezuela. En esto no puede haber doble discurso. O se está con la dictadura o se está con la democracia. Y la neutralidad es avalar la dictadura".
El presidente dijo que la deuda pública creció en su Gobierno, pero lo hizo en menor medida que en los mandatos kirchneristas, aunque eso es falso. "En nuestro Gobierno la deuda creció el 26% del PBI [Producto Bruto Interno], en el Gobierno kirchnerista creció el 38% del PBI", pero usó los datos del monto absoluto de la deuda medida en dólares y no los de deuda en relación al PBI, que es el indicador que recomiendan los expertos y él mismo mencionó.
Macri se colocó del "lado de las víctimas de los delitos y no de los delincuentes", ensalzó su política contra el narcotráfico, con datos verdaderos sobre el aumento de incautaciones de drogas durante su gestión, y tuvo su punto más picante cuando arremetió contra Axel Kicillof, el exministro de Economía y candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, señalando que si gana pondrá "narcocapacitación en las escuelas".
Los otros cuatro candidatos, el exministro de Economía de Néstor Kirchner, Roberto Lavagna, quien obtuvo el 8% con Consenso Federal; Nicolás del Caño del Frente de Izquierda, que logró 2,8%; Juan José Gómez Centurión por el Frente NOS, quien sacó 2,6% y, por último, José Luis Espert por Despertar, que superó el mínimo de votos exigido con el 2,1%; también debatieron y criticaron a Macri y Fernández en diferentes momentos del debate.
Aunque más de la mitad de los niños en Argentina son pobres, Lavagna sorprendió con esta frase, que resultó ser falsa: "El hambre abarca a más del 50% de los chicos y jóvenes menores de 17 años". Según el INDEC, el 13,1% de los niños en Argentina son "indigentes", es decir que no alcanzan a cubrir las necesidades de la Canasta Básica Alimentaria (CBA). Los datos de la Universidad Católica Argentina (UCA) dicen que el 29,3% de los niños sufren "inseguridad alimentaria" y el 13%, hambre.
Del Caño lo hizo al decir que durante la gestión de Cambiemos "se fugaron un PBI", cuando, en rigor, se fugó un cuarto del mismo. El PBI completo se fugó en las últimas décadas y con gobiernos de distinto signo político.
Espert, un candidato autodefinido como liberal que le resta votos a Macri, no ocultó su posición antiderechos: "En Argentina los derechos humanos parecen haber sido secuestrados solo por los defensores de una parte de los asesinos durante los setenta. Aquellos que se esconden detrás de las polleras de Hebe de Bonafini [cofundadora de la Asociación Madres de Plaza de Mayo]. Basta del curro [fraude] de los derechos humanos".
Gómez Centurión, el candidato cuya principal propuesta es la no legalización del aborto, dijo durante el cierre: "Mienten si les dicen que defienden las dos vidas cuando regalan misoprostol como caramelos. Mienten los que dicen que van a luchar contra la corrupción y tienen una candidata a vicepresidente con ocho procesamientos".