Los restos mortales de las víctimas de la masacre de Bojayá recibirán sepultura definitiva 17 años después y tras una larga lucha de esa comunidad del departamento del Chocó para identificarlos con el apoyo de la Oficina en Colombia de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
La ceremonia comenzará el 11 de noviembre con la llegada de los restos mortales a Vigía del Fuerte (Chocó) y se prolongará por dos semanas durante las cuales habrá rituales de las comunidades negras, misas, un velatorio colectivo y una siembra de árboles como símbolo de la prolongación de la vida, dijeron este miércoles los organizadores en una rueda de prensa en Bogotá.
La matanza de Bojayá, una de las peores del conflicto armado colombiano, ocurrió el 2 de mayo de 2002 cuando una bomba lanzada por la guerrilla de las FARC durante un combate con paramilitares cayó en la iglesia donde se había refugiado parte del pueblo y mató a por lo menos 79 personas, aunque otras cifras hablan de 119 muertos y decenas de heridos.
"Bojayá hoy se prepara para la partida espiritual de nuestros seres queridos arrebatados aquel 2 de mayo de 2002", afirmó José de la Cruz López, integrante del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, situado en la selva del departamento del Chocó, en la frontera con Panamá.
Según López, la entrega de los restos mortales se logra después de años de insistencia al Estado para que identificara a los fallecidos que inicialmente fueron enterrados en fosas comunes.
TERROR EN LA IGLESIA
Los combates entre las FARC y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) comenzaron el 1 de mayo y unos 400 habitantes de Bojayá se refugiaron entonces en la iglesia pensando que era el único espacio seguro del pueblo.
Sin embargo acabaron convertidos en escudos humanos de los paramilitares que entraron al pueblo mientras la guerrilla, que los atacaba desde las afueras les lanzaba cilindros bomba, uno de los cuales impactó de lleno en la iglesia y causó la tragedia.
La masacre de Bojayá permanece en la memoria de los colombianos por la imagen de la iglesia totalmente destruida y entre los escombros un crucifijo que perdió las piernas y brazos por la explosión ahora llamado "Cristo Mutilado de Bojayá", imagen que fue venerada por el papa Francisco en su visita a Colombia en 2017.
El LABERINTO PARA LA IDENTIFICACIÓN
El camino para la identificación de los cuerpos se convirtió en un "laberinto" para las víctimas de Bojayá, pues el Estado colombiano ignoró sus peticiones por más de 13 años.
Yuber Palacios Córdoba, otro de los integrantes del Comité, afirmó que en 2014 esa organización empezó a trabajar para garantizar los derechos de las víctimas, lo que dio su primer fruto en 2015 cuando fueron invitados a participar en unas sesiones de la mesa de negociaciones de paz en La Habana.
A partir de entonces el Comité inició diálogos con entidades del Estado bajo la mediación de la Oficina de la ONU en Colombia, y en mayo de 2017 la Fiscalía exhumó los cuerpos para identificarlos con la ayuda del Instituto de Medicina Legal, proceso que finalizó cuatro meses después.
"La decisión de la comunidad es que todos los cuerpos identificados sean devueltos a sus familias y los que no han sido identificados sean entregados que nosotros los vamos a asumir como propios (...) esto avizora un descanso en nuestras almas y un descanso en nuestros corazones", afirmó Palacios.
El líder social lamentó que a la comunidad no se le haya permitido participar en el proceso y dijo que no han recibido una "respuesta razonable" sobre el paradero de las víctimas que permanecen desaparecidas.
DUELO ANCESTRAL
Con la fase de identificación concluida, a partir del próximo 11 de noviembre los supervivientes de la matanza podrán por fin sepultar a las víctimas con su nombre.
Después de recibir los restos en Vigía del Fuerte, estos serán transportados en canoas por el río Bojayá, haciendo paradas en cada localidad de las riberas para que sus habitantes, vestidos de blanco, les rindan homenaje.
Tras la llegada a Bojayá, forenses del Gobierno explicarán en privado a las familias durante una semana el proceso de identificación y el 17 de noviembre habrá una misa colectiva con rituales autóctonos hasta el amanecer.
En la mañana del 18 se celebrará otra eucaristía y un recorrido por todo el pueblo que concluirá en el cementerio con un entierro colectivo.
El 19 de noviembre comenzará el novenario de despedida y durante esos días serán sembrados 100 árboles en representación de cada víctima para que puedan "descansar en paz".