El domingo, todo cambió en Bolivia. Después de tres intensas semanas de protestas entre acusaciones de fraude en las elecciones del pasado 20 de octubre y una auditoría de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que encontró irregularidades contundentes en esos comicios. A pesar de que Evo Morales había anunciado una repetición electoral, la cúpula militar del país presionó al líder boliviano "sugiriéndole" que dejara el cargo y este, denunciando un golpe de Estado, renunció.
Ante las voces que cuestionan que no se trata de un golpe, ya que en este caso los militares no utilizaron la fuerza para interrumpir de manera inconstitucional un Gobierno, como sucedió en el pasado en varios países de América Latina, expertos y figuras políticas como el senador socialista y excanciller chileno José Miguel Insulza lo tienen claro: en Bolivia sí ha habido un golpe de Estado.
"Esto no requiere ningún razonamiento político a favor o en contra. Cuando se saca a un gobernante anticipadamente de su cargo es un golpe de Estado. Unos podrán decir que era necesario y otros que no lo era, pero de que hubo un golpe no hay duda. El presidente Morales fue requerido por las Fuerzas Armadas para renunciar y el golpe fue exitoso porque renunció", explica en una entrevista con eldiario.es Insulza, quien considera "muy negativa" la intervención de los militares en el poder político.
El también exsecretario general de la OEA se pregunta por qué los militares tuvieron que "sugerir" la renuncia a Morales cuando este aceptó las recomendaciones de la OEA de repetir las elecciones ante las irregularidades detectadas y cambiar el órgano electoral. "No entiendo por qué había que echarlo del Gobierno y supongo que eso es éxito de las personas que están su contra y que durante mucho tiempo quisieron que se fuera", añade.
Asimismo Insulza considera que detrás del golpe de Estado en Bolivia "están quienes han protestado contra la reelección de Morales", lo que incluye a toda la oposición. A la cabeza de esa oposición se sitúa Carlos Mesa, quien se disputó la presidencia con Morales en octubre. Sin embargo, no ha sido él la cabeza visible de la movilización contra el exmandatario indígena. La figura clave de las últimas protestas es Luis Fernando Camacho, líder del movimiento cívico Pro Santa Cruz, que reúne varias organizaciones empresariales y vecinales de derecha.
Con la biblia, el rosario y la carta de renuncia en la mano, nos encomendamos a Dios por una nueva y reestructurada Bolivia en democracia.#BoliviaNoHayGolpe #FraudeElectoralBolivia #BoliviaLibre #EvoDictadorFuera #MiradorBolivia #Bolivia pic.twitter.com/R4tiiK0gVC
— Luis Fernando Camacho (@LuisFerCamachoV) November 11, 2019El domingo pasado este fundamentalista religioso de 40 años llevó hasta el palacio de Gobierno en La Paz una carta de renuncia escrita por él mismo para que la firmara Morales y, junto ella, dejó una bandera de Bolivia y una biblia. En las manifestaciones de las últimas semanas también ha aparecido con un rosario en la mano o arrodillándose para rezar, siempre manteniendo una postura autoritaria que ya le ha servido para que se conozca como el "Bolsonaro boliviano".
En estos últimos días la violencia ha aumentado en las calles de las principales ciudades del país, patrulladas ahora por militares y policía que intentan aplacar las protestas de los manifestantes afines al Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido de Morales. Grupos violentos saquearon y vandalizaron la casa del propio Morales e incendiaron la de su hermana, al igual que quemaron otras viviendas de dirigentes del MAS y opositores.
Evo Morales, el primer presidente indígena en la historia de Bolivia y el que ha gobernado más años, logró importantes avances en materia económica y social durante su Gobierno. El país experimentó un desarrollo económico importante a raíz de la nacionalización de los hidrocarburos tras años de privatizaciones y redujo la pobreza extrema más de un 50%. Durante su mandato también mejoró la educación y aumentó la esperanza de vida de 64 a 71 años.
Sin embargo, el exlíder cocalero también cometió errores. Según varios analistas, el más grave fue intentar perpetuarse en el poder. Morales ha gobernado Bolivia desde 2006, casi 14 años, pese a que la Constitución que él mismo promulgó en 2009 solo permite dos mandatos consecutivos. Logró presentarse como candidato a las elecciones de 2014 para un tercer mandato gracias a una autorización del Tribunal Constitucional. En 2016 más de la mitad de la ciudadanía boliviana votó en contra de su reelección en un referéndum, pero en diciembre de 2018 el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia le permitió postularse a un cuarto mandato alegando que era parte de sus derechos humanos.
En ese sentido, Insulza sostiene que la práctica de la reelección no es algo exclusivo de Morales, sino que ya ha ocurrido con otros líderes en países de la región como Colombia y Nicaragua. "Esto ha sido un error que han cometido otros presidentes latinoamericanos que empezaron con gran apoyo y que llegaron de manera democrática haciendo grandes progresos, pero desgraciadamente tienen la mala costumbre de quedarse en el poder más tiempo de lo que la gente está disponible a aceptar", indica el senador.
"La reelección no es un derecho humano", dice la OEAPor su parte, el actual secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, ha asegurado en la sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la organización internacional que la reelección "no es un derecho humano" como alegó el Tribunal Supremo de Bolivia para permitir a Morales volver a presentarse a las elecciones.
"Lo hemos repetido durante cuatro años, sin embargo, tuvimos que terminar aplicando los nefastos precedentes al respecto, por ser la práctica hasta ese momento. Nos hemos pronunciado en su contra y continuaremos haciéndolo", opinó Almagro durante su intervención en Washington.
Las palabras del diplomático llaman sin embargo la atención pues él mismo respaldó a Morales para que optara a la reelección por cuarta vez. Es más, ambos se reunieron el pasado mes de mayo en La Paz y a Almagro se le criticó entonces que esa visita pudiera formar parte de su campaña de reelección como secretario general de la OEA, cargo al que se vuelve a postular en 2020 y para el que necesita 18 votos del total de 34 países de las Américas que forman la organización.
Almagro también ha asegurado el martes que en Bolivia sí hubo golpe de Estado, pero matizó: "Ocurrió el 20 de octubre cuando se cometió el fraude electoral" que dio como ganador a Morales. El responsable de la OEA apuntó el objetivo del Tribunal Electoral era perpetuarlo en el poder de forma ilegítima e inconstitucional, "robándose una lección".
Almagró después tildó de "autogolpe" lo ocurrido. "El pueblo le dio (a Morales) más poder que a nadie en la historia y no merecía ser engañado (…) Es volver a las peores épocas del hemisferio y es inadmisible. Que se arroje el legado político del primer presidente indígena por la borda de un autogolpe duele en el alma".
En cuanto a las críticas al trabajo de la OEA, Almagro aseguró que la vergüenza deben sentirla "quienes quisieron robar la elección" y reclamó que se sigan investigando las responsabilidades de los posibles delitos cometidos en el proceso electoral de octubre.
Además de Morales, el pasado domingo también renunciaron las autoridades precedentes en la línea de sucesión constitucional. Ante esa situación y con el objetivo de "crear un clima de paz social", el martes, Jeanine Añez, segunda vicepresidenta del Senado boliviano, se proclamó presidenta interina del país. Poco después, ya como un asilado político en México, Morales tildó de "golpe" la "autoproclamación" de Áñez.