Miles de niños panameños en estado de orfandad se quedan literalmente en la calle sin la protección del Estado al llegar a la juventud sin haber podido ser adoptados por los obstáculos que para ello implica el sistema burocrático vigente.
En Panamá hay miles de niños bajo protección del Estado. Viven en 55 albergues de recursos limitados hasta los 17 años, cuando deben salir a buscar un futuro sin contar con respaldo público o privado ni programas de seguimiento.
"No hay un plan de vida" después del albergue, reconoció en una entrevista con Efe la directora de la gubernamental Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senniaf), Sara Rodríguez Suárez.
A esa realidad se enfrentarán 588 adolescentes que pronto cumplirán 17 años. Ellos representa el 42 % de la población de los albergues de Panamá: "lastimosamente se ha estado trabajando (...) para prepararlos para esa vida adulta", afirmó Rodríguez.
Tampoco se tienen programas de seguimiento ni de apoyo para estos jóvenes, "que han sido criados en el sistema y no se les puede decir chao, sin darles una respuesta", dice Rodríguez, aunque es exactamente eso lo que está sucediendo.¿QUIÉNES ESTÁN EN LOS ALBERGUES PANAMEÑOS?
El 80 % de los niños que están en los albergues de Panamá tienen familia, pero por múltiples razones no pueden encargarse de ellos. Y esa es una de las causas por las que no entran en los criterios de "adoptabilidad" y se quedan en el sistema hasta los 17 años.
Un juez tiene que quitarle a la familia la patria potestad del menor para que pueda ser adoptado y la "mora judicial" en los tribunales correspondientes es enorme, explicó la directora del Senniaf.
Además, las personas quieren adoptar por lo general a menores sanos de entre 0 y 5 años. En la actualidad hay 103 parejas esperando por un niño o niña de esas características.
Estos dos factores reducen enormemente el panorama de estos niños: "De los 1.400 niños protegidos en albergues, solo 70 a nivel nacional están estado de adoptabilidad", indicó Rodríguez.
A 34 de esos 70 niños "ha costado conseguirles familias que se puedan hacer cargo", ya sea porque tienen más 5 años o por alguna condición de salud, puesto que algunos tienen discapacidad, enfermedades crónicas o VIH. LA VIDA EN EL ALBERGUE
Entre los albergues que tutela el Senniaf está el de Aldeas SOS, considerada de los mejores del sistema. Allí llegó en el año 2000, a la edad de 5 años, Eykar Gálvez, quien permaneció en el sistema por una década y hoy en día estudia Ingeniería en la estatal Universidad Tecnológica de Panamá.
"La llegada fue inexplicable para mí. Yo soy de Chiriquí (provincia del occidente panameño) y mi mamá se vino a la capital a trabajar. Nos cuidaba la bisabuela, pero llegó un momento en que ella no podía y mi mamá optó por dejarnos en la Aldea", relató a Efe Gálvez, un joven de negra cabellera y hablar pausado.
Fue un momento desgarrador, "mi hermano y yo éramos muy pequeños, no entendíamos lo que pasaba", pero pasa el tiempo y todo se normaliza y "no quieres salir" del albergue.
El albergue ubicó a Gálvez en una escuela donde cursó sus estudios, y las tías, como llaman a las cuidadoras, le enseñaron lo que básicamente hace una familia: tener el cuarto ordenado, cocinar, actuar ante los eventos que se van presentando en el día a día.
Siempre hay una carga sufrimiento. Los años pasaban y la situación familiar nunca mejoró. Tampoco vino alguien a adoptarlo. Ese es un dolor que comparten todos los que se quedan en el albergue.
Reconoce que salir de allí, de ese hogar, no es fácil, y mucho menos para aquellos niños y adolescentes que "no aprovechan el tiempo y las enseñanzas que te dan" en el albergue.
"Es difícil, porque muchos chicos y chicas salen a vivir su vida, sin ayuda de nadie (...) yo conozco casos de chicos que no aprovecharon ese tiempo, además de no tener familia. Han pasado momentos difíciles, hasta dormir en la calle, porque no consiguen trabajo para pagar su cuarto", contó con tono tristeza.
Pero ese no es el caso de Eykar: ahora trabaja en una empresa de instalación de mobiliario de eventos y cursa en la universidad el tercer año de ingeniería electromecánica y agradece a Aldeas SOS toda la ayuda que le ha dado. EL DINERO, UN DOLOR DE CABEZA
Aldeas SOS atiende a 69 menores y tiene un presupuesto operativo cercano a los 3 millones de dólares anuales, de los que el 70 % proviene de la matriz de esa ONG internacional, el 10 % del Gobierno panameño y el resto de donantes locales, explicó a Efe la directora del albergue, Meyling Hernández.
Pero Hernández explica con preocupación que el presupuesto procedentes de ayuda internacional, es decir el 70 % del presupuesto, será recortado de manera paulatina hasta que cese por completo, debido a que Panamá ha pasado a ser un país de renta media.
"De aquí al 2030 tenemos que ser autosostenibles. Hicieron una lista de los países que necesitaban ayuda económica (...) Panamá no sale en esa lista", indicó.
Hernández apuntó que ese recorte se debe "al índice de crecimiento económico de Panamá", que según el Banco Mundial "marca que estamos bien".
Rogelio Adonican Osorio