Cuando Uruguay celebró la primera vuelta de las elecciones el 27 de octubre, fue el candidato opositor Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, de tendencia conservadora, el último en subir al escenario para dirigirse a sus seguidores.
Lo hizo micrófono en mano, visiblemente emocionado y con un discurso de tono triunfalista, pese a que había quedado en segundo lugar con un 28% de los votos frente al 39% que logró Daniel Martínez, del gobernante Frente Amplio (izquierda). Su emoción, más que por las cifras, venía principalmente del apoyo que esa misma noche recibió de los cuatro principales partidos de oposición para formar un eventual gobierno de coalición.
"Se abre una oportunidad, hay tierra fértil para los acuerdos, para avanzar, hay posibilidad de un gobierno distinto, de alternancia (…) El Gobierno que viene es un gobierno multicolor encabezado por el Partido Nacional", dijo entonces en su discurso Lacalle Pou con vistas a la segunda vuelta de las elecciones, que se celebran este domingo 24.
Tras varios días de negociaciones, el 5 de noviembre, los líderes opositores del Partido Nacional, Partido Colorado, Partido de la Gente, Partido Independiente y Cabildo Abierto firmaron el documento Compromiso de país, con el objetivo de sacar al Frente Amplio del Gobierno. Nacía así la "coalición multicolor".
Se trata de formaciones políticas muy diferentes entre sí, y si bien coinciden en temas como declarar la emergencia nacional en seguridad pública o disminuir el déficit fiscal, en otros aspectos como la violencia de género, las distancias son muy grandes. De hecho, son muchas las voces críticas en Uruguay que tildan de dudosa su consistencia y que aseguran que, en caso de que el Partido Nacional gane las elecciones, la coalición no duraría más de un año, una vez aprobados los presupuestos.
"La coalición multicolor ha generado muchas expectativas en términos electorales, pero aún está por ver cómo se va a traducir en el Gobierno", comenta a eldiario.es el historiador y politólogo uruguayo Gerardo Caetano, docente en la Universidad de la República (Udelar).
En esa mezcla multicolor hay, además, un tono especialmente oscuro y es el que aporta el partido ultraderechista Cabildo Abierto, que sin duda marcará diferencias en el seno de la coalición.
Este partido político, que nació hace solo seis meses, está liderado por el excomandante en jefe del Ejército uruguayo, Guido Manini Ríos, investigado por proteger a un militar acusado de violar derechos humanos en la dictadura cívico-militar (1973-1985) y quien fue destituido en marzo pasado por cuestionar el funcionamiento del poder judicial en fallos relacionados precisamente con la dictadura. Al igual que él, la mayoría de los miembros de Cabildo Abierto carece de experiencia política.
Llama especialmente la atención cómo en apenas medio año en Uruguay, el país que puede presumir de una democracia estable como ningún otro en América Latina, también ha despuntado electoralmente la extrema derecha, ya que Cabildo Abierto logró en la primera vuelta de las elecciones un 10% de los votos, convirtiéndose en la cuarta fuerza política.
"El objetivo de desalojar (del poder) al Frente Amplio ha llevado a que se naturalice casi de forma instantánea la inclusión de un partido de dudosas credenciales democráticas en la coalición alternativa y eso es muy peligroso", explica Caetano.
En las últimas semanas, varios hechos protagonizados por miembros de Cabildo Abierto han provocado indignación en el país. Ejemplo de ello son las palabras que el diputado electo Martín Sodano dijo recientemente sobre las mujeres que abortan: "A ver, si te gustó, bancátela (aguántate). Si no tuviste la responsabilidad de cuidarte, que es tan simple como cuidarte cinco minutos de tu vida, bancátela", dijo al criticar la ley que permite interrumpir el embarazo en Uruguay.
Recientemente, el propio partido se vio obligado a expulsar de sus filas a un miembro por incitar en las redes sociales a la creación de un "escuadrón de la muerte". Tiempo atrás, Cabildo Abierto también recibió duras críticas cuando un skinhead, que integraba una agrupación nazi en Uruguay, salió junto a Manini Ríos en una fotografía.
Estos hechos evidencian cómo también en Uruguay "a nivel de la oposición se ha instalado un sentimiento antiprogresista, como en otros lugares de la región, que no solo tiene que ver con los errores del progresismo, sino con sus virtudes", sostiene Caetano.
Cabe recordar que Uruguay ha desarrollado en los últimos años, bajo el Gobierno progresista del Frente Amplio, una nutrida agenda social que incluye leyes como la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario, la regulación de la marihuana o una norma que reconoce los derechos de las personas trans.
"Esa agenda de derechos genera un respaldo fuerte en ciertos sectores de la población, pero en otros crea una sensación de invasión de lo políticamente correcto sobre su libertad", añade Caetano.
Elecciones muy reñidasAdemás de la incorporación de un partido ultraderechista, si hay algo que también ha caracterizado a esta campaña electoral ha sido cómo toda la oposición ha centrado su estrategia en criticar al Gobierno del Frente Amplio, "de tal modo que es el Gobierno contra el resto y eso hace que haya un contexto de polarización y enojo que se canaliza contra el Ejecutivo", sostiene el politólogo.
Bajo este panorama, no hay duda de que el Frente Amplio afrontará este domingo sus comicios más difíciles. De hecho, las encuestas en intención de voto dan como ganador al opositor Lacalle Pou con un 47% de los apoyos, mientras que al oficialista Martínez lo votaría un 42%.
El Frente Amplio no solo ha logrado leyes progresistas que han sido ejemplo en América Latina y en el mundo, sino también 15 años de crecimiento económico ininterrumpido con mayor distribución y una importante subida de los salarios y las pensiones, algo impensable en muchos otros países de la región.
Sin embargo, esos 15 años en el poder también han supuesto un desgaste para el Frente Amplio y hay ciertos factores que este último Gobierno –presidido por Tabaré Vázquez– no ha podido responder con eficacia, como es el tema de la seguridad ciudadana, pues los delitos aumentaron en todo el territorio.
También ha influido el hecho de que el partido gobernante haya sintonizado principalmente con la población más urbana, la de Montevideo y el departamento de Canelones, donde se concentra más de la mitad de los habitantes del país, pero no con la del interior.
Si finalmente no se cumplen los pronósticos de las encuestas y el Frente Amplio gana las elecciones, tendría un esquema de gobernabilidad complicado durante los próximos cinco años, pues carece de mayoría legislativa en ambas cámaras. En caso de que el Partido Nacional logre la victoria, tampoco lo tendrá fácil, porque deberá cogobernar con más actores y las diferencias son notorias.
Independientemente de quien gane, lo que sí es seguro es que el domingo, mientras unos se lamentan y otros festejan, se reconocerán los resultados de las elecciones y se saludará a los ganadores como es tradición en un país que mantiene la normalidad institucional frente a la convulsa región.