Una persona enferma de coronavirus. ¿Con quién ha estado en contacto últimamente? Una vez que se responde a esa pregunta y se tiene un listado de nombres y una línea temporal, hacen falta recursos para localizar a las personas, hacerles pruebas y, si fuera necesario, tratarlas sanitariamente. Todo eso es una legión de rastreadores telefónicos, una suerte de brigada sanitario detectivesca que se están poniendo en marcha en otros países y que están compuestos por perfiles variados: desde sanitarios jubilados o parados hasta cadetes del ejército o militares en la reserva.
Las autoridades sanitarias están concluyendo que el rastreo de contactos es un método clave para prevenir la propagación de una enfermedad y evitar oleadas futuras.
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