La nueva película del estudio Pixar, tras la multioscarizada y trascendental Soul, se nos presenta como una fábula infantil sin ínfulas. Despojada de cualquier atisbo de gravedad, se eleva como una propuesta honesta, luminosa y divertida. También política, pues se puede leer como un alegato a favor de la desarmarización y contra la cerrazón mental. Es de lamentar, eso sí, que se estrene directamente en Disney+ sin pasar por salas de cine convencionales: este precioso cuento inusitadamente playero, bien valía ser descubierto en un cine de verano.
Fascinados por casi todo lo que rodea a los seres humanos, Luca y Alberto sueñan con poseer un día una Vespa para viajar libres y descubrir Italia. Ocurre que para conseguir una motocicleta necesitan dinero. Suerte para ellos que, todos los veranos, se celebre en la pequeña localidad rural de Porto Rosso –evidente guiño al Porco Rosso de Miyazaki– una competición con la que podrían conseguir un buen pellizco.
A ambos se les unirá la 100% humana Giulia Marcovaldo: una joven inteligente y extrovertida que, sin embargo, no está mejor adaptada que los dos jóvenes monstruos marinos. Como único amigo tiene a su padre, un pescador manco robusto y de pocas palabras. Giulia también sueña con ganar la competición, que consiste en un triatlón con un tramo a nado, otro en bicicleta y un sustantivo parón para comer pasta.
En torno a esta absurda prueba de habilidades, la nueva película de Pixar teje una historia de amistad entre inadaptados. Tres jóvenes que crecen descubriendo que lo que les diferencia del resto de chavales de Porto Rosso es que no les importa ser diferentes al resto de chavales de Porto Rosso.
Luca y Alberto viven sus aventuras como peces fuera del agua, literalmente. Deben evitar mojarse, pues al contacto con el agua su piel se torna escamas. Es decir, deben hacer denodados esfuerzos por vivir entre los demás, escondiendo su naturaleza. Quieren aprender a encajar, aunque ello suponga soportar las agresiones verbales pasivo-agresivas de los jóvenes de su edad, por 'no comportarse' como lo hace la mayoría. Hasta que comprenden que no son ellos quienes deben cambiar.
Sin abandonar ni su humor ni su tono ligero –he aquí su fortaleza–, Luca se hace grande desde su discurso. Y se resuelve como una fantástica y pertinente fábula sobre chavales que 'salen del armario', si bien no en un sentido literal –la homosexualidad no es explícita– pero sí metafórico: sus protagonistas comprenden que no hay nada malo en ser como son, que su naturaleza no perjudica en nada a nadie. Que mostrarse tal y como son ante el resto no debería ser motivo de exclusión social sino todo lo contrario. Y que quien teme la diversidad ansía en el fondo una uniformidad a medida y contra natura: que todos sean como él.
Dadas las circunstancias de su estreno en streaming, es inevitable hablar de Luca en términos del lugar que ocupa en la industria de la animación actual. En marzo, Disney estrenó Raya y el último dragón simultáneamente en cines y en su plataforma. Se entendía que la reapertura paulatina de los cines y la escasez de estrenos importantes le beneficiarían en una taquilla sedienta de un buen blockbuster, pero los resultados fueron más bien tímidos.
Ahora, sin embargo, el panorama es distinto: los cines amplían horarios, los pequeños tienen más tiempo libre y el total de posibles competidoras con una película de Pixar ahora mismo asciende a cero. De hecho, en la mayoría de cines ni tan siquiera se proyecta una alternativa familiar animada. Así que el estreno de Luca podría haber funcionado perfectamente como alternativa de ocio para el público familiar: eran el momento y el lugar adecuados. Y sin embargo, la película solo se podrá ver en casa, en streaming, a ser posible cerca de un ventilador dadas las temperaturas.
¿Por qué? En octubre de 2020 Bob Chapek, director ejecutivo de Disney, anunciaba que la empresa iba a sufrir una reconfiguración severa cuyo objetivo iba a ser potenciar la ventana de exhibición online. Pero a la hora de mover el tablero, sus principales piezas estaban a buen recaudo: Cruella o Mulán sí se han podido ver en cines. De hecho Disney parece estar utilizando a Pixar como suerte de conejillo de indias de esta reconfiguración: las películas de este prestigioso estudio animado solo se pueden ver en Disney+. Exclusividad: poderoso reclamo para captar suscriptores.
También podría entenderse como otra consecuencia del pulso entre Disney y Pixar, que tiene como resultado la dinámica ciertamente cansina de la que hablamos aquí. En compensación a cada secuela de Toy Story, Cars, Buscando a Nemo o Los increíbles, Pixar tenía libertad creativa para hacer un Del Revés o un Soul: películas de una ambición temática y conceptual que llevaron a muchos a plantearse el debate de si el estudio del flexo había olvidado que sus películas también las ven los niños.
Pues bien: el debate sobre el público objetivo de las películas de Pixar bien lo podría zanjar Luca, y su aliento puramente infantil. So pena de ser tachada de 'Pixar menor' –sea lo que fuere que signifique esto–, como han señalado no pocas críticas. Algunas incluso le han colgado el sambenito de ser la película que confirma que "Pixar ha perdido su toque especial".
En opinión de quien esto escribe, nada más lejos. Ocurre que a menudo la falta de ambición no despierta sospechas ni levanta pasiones. Pero el buen paño, en el arca se vende y alejada de la solemnidad de cintas como Soul o Del revés, Luca se muestra orgullosa de ser lo que es: una estupenda fábula infantil veraniega.