La revista New Yorker recoge otros casos que se suman al de Masihzadeh. Mostafa Pourmohammadi fue alumno de Farhadi en un taller de guion en 2009. Cuando se estrenó Nader y Simin, una separación, sus antiguos compañeros le llamaron para decirle que parecía ser una copia del cortometraje que había realizado en clase. Pourmohammadi nunca dio su consentimiento ni fue informado por nadie. “Todavía amaba a Farhadi y amaba la película. Fue tanto un honor como una traición”, revela el exalumno.
El reportaje recoge antecedentes que vienen de mucho más atrás y de su entorno de colaboradores más estrechos. En 1994, Farhadi estrenó una obra de teatro que había sido escrita por su compañero de estudios Ali Khodsiani. Este le reclamó la autoría pero Farhadi le suplicó que guardara silencio para no decepcionar a su novia Parisa, a la que supuestamente había engañado desde el principio. Según cuenta Khodsiani, Farhadi volvió a presentar la obra en otro teatro y acreditó a Khodsiani como autor, pero Farhadi figuró como “reescritor”.
Años más tarde, el autor y dramaturgo Abbas Jahangirian le contó a Farhadi la historia que estaba escribiendo. El cineasta le propuso trabajar en una versión cinematográfica conjunta pero nunca formalizó un contrato. En 2003 se estrenó Dancing in the Dust y Jahangirian vio que “era la misma historia con un pequeño cambio” y sin su nombre, cuenta en la revista estadounidense. Farhadi se disculpó y añadió su nombre a la versión emitida por televisión.
El director de cine Mani Haghighi y Asghar Farhadi escribieron juntos Fireworks Wednesday. Después de su éxito, comenzaron a trabajar en otro guion que, según cuenta Haghighi, decidieron no continuar. Este proyecto acabaría siendo la película A propósito de Elly, en la que el propio Haghighi actuó pero nunca figuró como autor. Poco después de este suceso, Farhadi le resumió a Haghighi el guion de su nueva película, El pasado, y le propuso actuar en ella. Según explica Haghighi, la historia estaba basada en un episodio de su divorcio, que le había contado al director tiempo atrás. “Es extraño cuando alguien escucha la historia de tu vida y va y escribe un guion sobre eso, y la manera en la que te lo dice es ‘¿Te gustaría actuar en esta película?’, dice Haghighi. Finalmente Farhadi escogió a otro actor y nunca nombró a Haghighi como parte del proceso creativo de la película. Tiempo después volvieron a trabajar juntos para Todos lo saben, y Farhadi solo nombró a Haghighi en los agradecimientos de los créditos finales, junto a catorce personas más.
Azadeh Masihzadeh, la alumna de Farhadi que le llevó a juicio, asegura que si le hubiera agradecido en la letra pequeña de los créditos estaría “callada para siempre”: “Solo quiero que sea honesto conmigo, eso es todo”, cuenta a The New Yorker. Pero según dice su antigua alumna, Farhadi nunca quiso dialogar con ella. El director le interpuso una demanda por un delito de difamación, enfrentándola a una pena de un año de prisión o setenta y cuatro latigazos. Después de perder el primer juicio, Farhadi recurrió y el caso será revisado por el Tribunal Penal y el Tribunal de Apelaciones.
Tras la publicación del reportaje, el prestigioso cineasta ha respondido a las múltiples acusaciones alegando que la periodista que lo firma, Rachel Aviv, hizo caso omiso de su testimonio y de la información que le proporcionó.
El plagio en el ámbito de la docencia cinematográfica es una preocupación recurrente. En España, un estudiante de Comunicación Audiovisual denunció hace dos años por Twitter al equipo directivo de la serie de Antena 3 La valla, de Daniel Écija, por haberle robado la idea que propuso en una clase. “Después me encontré con más de un guionista que me dijo que esto es el pan de cada día en nuestra profesión”, publicó este usuario identificado como Juanji en la red social.