El responsable de ese éxito fue Cifesa, las siglas de la Compañía Industrial Films Española S.A que desde 1932 y hasta 1961 produjo y distribuyó los éxitos más importantes del cine español. Aunque las fechas parezcan contradictorias no lo son. Cifesa se funda en la Segunda República, y es allí donde comienza a triunfar, pero es en el franquismo donde termina de explotar y, también donde morirá a comienzos de los años 60. La historia de esta empresa, comprada por la familia Casanova en los años 30 y a la que Vicente y Luis llevaron a la cima, es también la de un país que se ve roto por un golpe de Estado y una Guerra Civil. Sin embargo, es la historia de los vencedores, ya que desde Cifesa se produjo un cine conservador y de valores religiosos, sus estrellas apoyaron el falangismo y hasta se produjo una fascinación por el nazismo que les llevó a coquetear con Goebbels y a producir películas en Alemania.
Una productora que compitió de tú a tú en taquilla con los clásicos de Hollywood y que creó su propio plantel de estrellas imitando a la meca del cine. Todo ello se puede ver en La antocha de los éxitos: CIFESA (1932-1961), el documental producido por Enrique Cerezo y que se puede ver en su plataforma, Flixolé, acompañado de los grandes títulos de la productora como Nobleza Baturra, Locura de amor o La reina mora. Filmes fundamentales de la historia del cine español donde el espectador verá pasear a Imperio Argentina, la estrella del momento. Una actriz que, junto a Florián Rey, pareja y director de sus éxitos, apoya desde Cifesa y de forma clara al franquismo.
Son ellos los que aceptarán el encargo de ir con la Hispano Film Produktion a rodar a la Alemania nazi dentro del acuerdo de colaboración entre el bando sublevado y el Ministerio de Propaganda del nazismo. Una historia que recoge con humor Fernando Trueba en La niña de tus ojos cambiando a Imperio Argentina por el nombre ficticio de Macarena Granados, a la que da vida Penélope Cruz. De hecho, la propia Imperio Argentina declaró varias veces que el propio Hitler cayó rendido a sus encantos y que se le insinuó en varias ocasiones.
Es curioso que personas que luego estuvieran tan vinculadas a posiciones de extrema derecha lograran su éxito en los años de la Segunda República. Fue entonces cuando Vicente Casanova ve la oportunidad en el pujante cine sonoro. Reconoce a 100 millones de espectadores potenciales en todo el mundo que pueden disfrutar de cine producido por él. Primero empieza a ganar dinero distribuyendo las películas de Columbia Pictures como Sucedió una noche (1934), que fue un éxito en EEUU -Oscar incluido- y en la taquilla española.
Como cuenta el documental de Flixolé, fue la propia Imperio Argentina la que convence a los hermanos Casanova de las posibilidades de la producción propia. Así les anima a levantar el proyecto de El novio de mamá, dirigido por Florián Rey en 1934. La clave es apostar por filmes que cuenten las historias que las familias humildes leían en sus casas. Sainetes, obras de teatro sencillas, zarzuelas… clásicos que se convertían en comedias y melodramas sencillos que arrasaban en taquilla.
Obras donde la sexualidad era casi tabú, especialmente la femenina, donde había una huella ideológica clara, la del conservadurismo. A nadie le extrañó que poco antes del golpe de Estado del 36 las posiciones de Cifesa y sus estrellas fueran quedando cada vez más claras. Frente a la tradicional Cifesa se encontraba Filmófono, mucho más vinculada a la ideología republicana, creada por el mismísimo Buñuel y cuyos trabajadores se exiliaron con la guerra.
A Cifesa el golpe de estado le llega en pleno éxito internacional en Cuba y Argentina y con el estreno, meses antes, de su mayor éxito, Morena Clara, uno de los mayores de la historia del cine español. Una película que durante la guerra intenta prohibir el bando republicano por el apoyo de la productora al franquismo, pero que se sigue proyectando en las zonas del bando golpista y durante la posguerra. Ya antes de la Guerra Civil, en un congreso en Berlín clausurado por Goebbels, Vicente Casanova regresa fascinado por ellos y decidido a estrechar vínculos con Alemania y distribuir más cine europeo.
En el momento del comienzo de la guerra tienen tres rodajes en marcha. La reina mora, que se estrena en las zonas controladas por ejército franquista en octubre del 37, y Nuestra Natacha y El genio alegre, dos obras marcadas por la censura y los vientos de extrema derecha que ya estaban en España. La primera era una adaptación dirigida por Benito Perojo de una obra que no gustaba a la Iglesia. Perojo, inicialmente cercano a la República, huyó a Francia con una copia de lo rodado y la terminó de montar allí. Con ella intenta un trueque para entrar dentro de los círculos franquistas. Les dice que la puede montar para que no sea contraria a ellos y reniega de su pasado de izquierdas. Cuando acaba la guerra, la película se muestra a la censura, que no la aprueba. No se sabe si quemaron las copias o solo las dejaron pudrirse, pero el resultado es que Nuestra Natacha nunca se ha podido ver.
El genio alegre es la muestra de que, a pesar de sus vinculaciones con la derecha, los hermanos Casanova no impidieron que con ellos trabajara gente de cualquier ideología. En este filme se encontraba la segunda estrella más grande del momento, Rosita Díaz Gimeno, íntima amiga de Buñuel, casada con el hijo de Juan Negrín y una feminista declarada. El golpe de Estado pilla al equipo en Córdoba, una de las zonas más golpeadas por el inicio de la guerra. Ella es detenida, y consigue huir al bando republicano. Cuando el filme se estrena, ya con Franco en el poder, su nombre desaparece de un filme censurado y mutilado.
Los hermanos Casanova huyen de Valencia a París, pero en cuanto las cosas se calman vuelven a San Sebastián tras haber mostrado su simpatía por el franquismo. De hecho, durante la Guerra, ellos mismos, desde Cifesa, producen las películas de la propaganda de los golpistas como El entierro del General Sanjurjo o Santander para España. Es en esta época, con la producción en España parada, cuando Florián Rey e Imperio Argentina se irán a la Alemania nazi para rodar cinco películas -en versión alemana y española- en estudios nazis bajo contrato exclusiva con Cifesa: Carmen la de Triana, El barbero de Sevilla, Suspiros de España, Mariquilla terremoto y La canción de Aixa. Cuando termina la guerra, Cifesa vuelve a rodar y hasta le regala a Franco un equipo cinematográfico (entre otros muchos presentes al dictador).
Comienzan dos décadas de éxito arrollador, especialmente en los años 40, donde Cifesa llega a producir cuatro películas por año, entre ellas Un alto en el camino, el debut de Lola Flores en el cine. Las comedias con el ascenso social como trasfondo son la clave para llegar al espectador. Imitaban a las italianas y a las americanas pero con “un tono cercano al sainete”, como recuerdan en el documental. Comedias evasivas en torno al amor pero con unos “esquemas propios del patriarcado que defiende el franquismo”.
Casanova vuelve a copiar a Hollywood y contrata a las grandes estrellas de la posguerra en exclusiva como Amparo Rivelles, Aurora Bautista, Alfredo Mayo o Estrellita Castro, entre otros muchos. “El gran error de mi tío fue querer hacer una compañía tipo Hollywood con actores contratados”, dice el sobrino de Vicente Casanova en el documental, que cree que en los sueldos de dichas estrellas, a las que tenían que pagar igual rodaran una o cinco películas, estuvo el primer error de la productora. “Esas cargas no las podía asumir Cifesa”, añade. En esos años también importan las películas americanas de más éxito y alcanzan la cifra récord de más de 25 millones de pesetas de recaudación en un solo año.
La victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial fue el punto de inflexión que provocó la caída de Cifesa. La empresa entró en listas negras de muchos países por sus tratos con el nazismo, lo que hizo que no pudiera adquirir ningún filme de EEUU, cuyo éxito en taquilla permitía producir luego las películas españolas; y que no tuvieran acceso a película virgen. Sin una fábrica de celuloide en España, Cifesa estaba condenada al fracaso. Muchos vieron también en este movimiento la oportunidad de EEUU de parar a una industria que podía disputarles una parte del mercado internacional.
Ya sin producir, y destinados a la distribución, los hermanos Casanova tuvieron un último éxito, El último cuplé, y un encontronazo con la censura que puso el último clavo en su ataúd. Manuel Fraga impidió el estreno de La dolce vita de Fellini porque “atentaba contra la moralidad española” después de que los Casanova hubieran desembolsado medio millón de pesetas por sus derechos y tuvieran que guardarla en un cajón. Un irónico revés del franquismo a quienes les habían defendido durante décadas y que fue un golpe del que no se pudieron levantar.