De esas dos películas se seguirá hablando, porque están destinadas a marcar la carrera de premios que culminará en marzo con el Oscar, así que de momento dejémoslas en el arcén. Ni el filme de Nolan ni el de Gerwig están en esta selección de 10 películas que debes ver antes de que se acabe el año.
10 joyas estrenadas en España entre el 1 de enero y el 31 de diciembre. Algunas están en salas. Otras se estrenan en los próximos días y muchas están ya en plataformas para verlas en los días de vacaciones.
Ostentosa, excesiva, irregular… todo lo que quieran, pero la mirada de Damien Chazelle sobre el cambio del cine mudo al sonoro en Hollywood es un festín divertido, arriesgado, original y maravilloso. Una película destinada a convertirse en un título reivindicado dentro de años. Chazelle es un director superdotado que siempre había estado con el freno puesto, aquí se despendola con ese Hollywood lleno de sexo, cocaína y juguetes rotos. Margot Robbie está magnética, Brad Pitt tiene una escena para el recuerdo y Diego Calva es un descubrimiento. A eso sumen un cierre que es un triple salto mortal, que rompe cualquier coherencia temporal del filme y que es uno de los mejores homenajes a una sala de cine vistos en mucho tiempo (y eso que han llegado películas sobre directores y homenajes a las salas en los últimos años).
Había mucha curiosidad por ver cómo continuaba Elena Martín Gimeno su carrera como directora tras la interesante Julia Ist, lo que nadie contaba es que iba a llegar con la mejor película española del año y una que aborda de forma frontal un tema que sigue siendo tabú en el cine: el deseo femenino. Lo hace además en diferentes edades, desde la infancia hasta la madurez pasando por la complicada adolescencia. El guion de la directora con Clara Roquet es atrevido, huye de lugares comunes e indaga. Lo hace sin caer en subrayados ni explicaciones. Plantea preguntas, abre debates y muestra el cuerpo como pocas veces lo hace el cine. Un salto de gigante para una cineasta que va a dar mucho que hablar.
Lo de Park Chan-Wook es un espectáculo. Cada película suya es una lección de puesta en escena, de ver cómo su imaginación se saca de la manga decisiones visuales y estéticas que otros nunca podrían plantear. En Decision To Leave logra su mejor película desde Oldboy. Un thriller donde un policía se enamora de la sospechosa de un crimen, una trama propia de Hitchcock que él usa para dar rienda suelta a su virtuosismo y también para plantear cómo una cita no es tan diferente a un interrogatorio en una comisaría. Así, entre pregunta y pregunta, los personajes se conocen… o no.
Si a alguien le cae mal Nanni Moretti que no se acerque a esta película, porque aquí Moretti es más Moretti que nunca. El director italiano hace lo que mejor sabe, ese juego de autoficción que nos enamoró en Abril y Caro Diario. Con esta última tiene mucho que ver esta joya emocionante. Sustituye su famosa vespa por un patinete eléctrico y plantea una película llena de canciones italianas (el momento Voglio vederti danzare, de Battiato es inolvidable). Pero como siempre en su cine hay mucho detrás. Un sopapo a Netflix. Una utopía comunista. Un análisis sobre el poder y la responsabilidad del cine. Una radiografía del divorcio. Todo encaja y todo culmina en una escena de la que mejor no hacer spoiler pero que quien ame el cine de Moretti va a recibir como un abrazo de un amigo y con lágrimas en los ojos.
El libro de Miriam Toews es de esos que parecen imposibles de adaptar al cine. Las actas de las mujeres de una comunidad menonita que se plantean si abandonar a los hombres tras los abusos sexuales sufridos son excesivamente narrativas y con pocos asideros para plantear una versión en imágenes. Pero ahí llega Sarah Polley, que tras años sin dirigir firma un guion que capta la esencia del libro y que convierte en una pieza de cámara de diálogos poderosos, con fugas oníricas de una belleza sobrecogedora y que se elevan con la excelente banda sonora de Hildur Guðnadóttir.
Ha pasado demasiado tiempo sin la mirada humanista de Aki Kaurismaki. Le echábamos de menos. Su regreso ha sido a lo grande. Fallen Leaves (premio del jurado en Cannes) puede ser acusada de ser otra vez la película que se esperaba del director finlandés. Por supuesto, ¿y qué tiene de malo? Ojalá más directores que vean con tanta dignidad a la clase obrera. Capaces de dar esperanza a quienes se parten el lomo. Sus personajes beben, deambulan, se enamora, escuchan música, van al cine… y lo hacen en un barrio que Kaurismaki mira como nadie, con la esencia de Chaplin y de Tati. La historia de amor más bonita del año.
Otro que no falla. Coppola ha descrito a Scorsese como el mejor director vivo, y seguramente tiene razón. Solo alguien con un talento sobrenatural es capaz de dirigir, con 81 años, una película tan vibrante y política como Los asesinos de la luna, una adaptación sobresaliente del ensayo periodístico de David Grann. Scorsese vuelve a uno de sus temas favoritos, la fundación de EEUU basada en la avaricia y el asesinato. Lo hace fijándose en aquellos olvidados por la historia y por el cine, las comunidades nativas que fueron masacradas para quedarse con sus tierras… y hasta con su petróleo. Tres horas y medias que no pesan y que culminan con una escena tan personal y emotiva que parece destinada a ser una de las mejores de una carrera descomunal.
¿Se puede rodar si te han prohibido salir de tu casa?, ¿se puede rodar con la amenaza constante de ser detenido y encarcelado? Jafar Panahi ha demostrado durante los últimos años que sus ganas de contar historias, de denunciar al Gobierno iraní y de ser el azote del poder pueden cualquier imposición. Ha rodado desde un taxi, desde su casa y ahora, sin poder salir de su país, se las apaña para nunca pisar la frontera en una historia donde se interpreta a sí mismo, un cineasta que rueda a distancia mientras él descubre el miedo, la censura y el conservadurismo de Irán. Un juego de espejos e historias que se superponen que confirman que no hay barreras para él.
El mejor actor del momento se llama Franz Rogowski. Le hemos visto a las órdenes de Haneke, de Malick, de Petzold, y siempre brilla. Ahora está en un momento pletórico y lo confirma con su papel de director de cine ególatra e insoportable en Passages. Un drama sobre un triángulo amoroso entre Rogowski y otras dos fuerzas de la naturaleza, Ben Whishaw y Adèle Exarchopoulos. Ambos caen rendidos a este personaje tan repugnante como hipnótico. Ira Sachs realiza un retrato complejo y nada complaciente de las relaciones sentimentales y demuestra que las escenas de sexo pueden ser eróticas, narrativas y realistas (lo que le costó su carrera comercial en EEUU).
Tar parece realizada por robots perfectos y mejores que los seres humanos, porque todo en ella es de una precisión que asusta. Desde el guion de Todd Field a su puesta en escena que funciona como un reloj. Sus planos largos, fijos. Su tempo. Su construcción de la tensión sin artificios. Y luego llega ella, Cate Blanchett, inmejorable como esta conductora de orquesta que ha triunfado imitando los comportamientos de los señores que ha visto. Un retrato sobre el abuso de poder que huye de maniqueísmos y que tiene hasta un dardo para Plácido Domingo.
Los vaqueros también hacen la cama después de follar. Con esa frase se podría resumir la magia y lo especial del cortometraje que dirigió este año Pedro Almodóvar. Solo él es capaz de coger un género tan machirulo como el wéstern y hacer algo que rezume erotismo y romanticismo. Ayuda la banda sonora de Alberto Iglesias. Si alguno se pregunta cómo sería ese Brokeback Mountain que Almodóvar nunca rodó aquí tiene una pista. “Hace años me preguntaste qué podrían hacer dos hombres viviendo juntos en un rancho. Te responderé ahora”, una frase final hermosísima que abre una película que nunca veremos.