Apenas unas horas después de que el Gobierno belga anunciase las primeras restricciones para contener el coronavirus, los negocios de Bruselas amanecieron este viernes con incertidumbre y la sensación de que algunas medidas, como el cierre de negocios no esenciales únicamente el fin de semana, se quedan cortas.
Los negocios más damnificados serán los locales de restauración y de ocio, que cerrarán sus puertas hasta el próximo 3 de abril.
Los comercios, por su parte, podrán seguir con su actividad de lunes a viernes, mientras que los fines de semana, coincidiendo con las previsibles aglomeraciones, tendrán que cesar su actividad, si bien los supermercados y las farmacias quedan excluidas de esta medida.
Para Gérald Coja, empleado de una tienda de complementos para el móvil, las medidas del Gobierno "podrían haber sido tomadas antes" y cree que únicamente cerrar sus puertas el sábado, contando que el domingo ya lo harían por descanso, "es una medida a medias".
"Hubiera sido mejor hacer cierres más generalizados, así contenemos realmente esta epidemia. Es mejor tomar medidas fuertes ahora que hacerlo poco a poco y darnos cuenta después que es demasiado tarde", afirma Coja.
En su caso, al no comercializar productos de "primera necesidad", asume que las pérdidas serán menores que en otros lugares, ya que los clientes podrán acudir a la tienda en cualquier momento salvo los sábados.
Tampoco está satisfecha con este primer paquete de medidas la propietaria de una céntrica tienda de bolsos y complementos, Candy Joinneau, quien lamenta la "falta de información" gubernamental desde que se inició la crisis.
"El problema está en el principio de la crisis. En ese momento, nuestro Gobierno dijo que no nos preocupásemos, que todo estaba bien, mientras todos los países de alrededor empezaban a tener problemas y la enfermedad se propagaba", denuncia.
Además de apreciar un descenso en la afluencia de clientes, "que tienen miedo al contacto y a estar en sitios cerrados con otra gente", Joinneau "cruza los dedos" para que la situación mejore en las próximas semanas y "la gente vuelva al centro".
En lo personal, asegura estar "pensando todo el día" en sus dos hijos, a los que no quiere "exponer" en la calle y de los que tendrá que hacerse cargo mientras sigue gestionando su negocio.
"Mis padres son mayores así que no son una opción. Y la decisión la tienes que tomar ahora, no en una semana", concluye.
Más contrariada se pronuncia la encargada de uno de los bares situados en el corazón turístico de la capital belga, Chantal Van den Heende, que cree que las medidas del Ejecutivo son "catastróficas" para el sector de la restauración y el ocio.
"Tendremos que seguir pagando y no vamos a recibir ningún dinero del Gobierno", explica.
Según observó estos últimos días, los clientes "no están del todo asustados" y, como norma general, con "mantener las medidas sanitarias" dentro de los locales ya sería suficiente para detener la propagación de la enfermedad, según opina.
"Aquí viene gente de todo tipo y nosotros nos lavamos las menos y hacemos todo lo que sea necesario para no transmitir el virus. Para nuestro negocio esta es una medida muy larga ya que tres semanas es demasiado", lamenta.
Óscar Pandiello