Que se apriete el cinturón, como los demás. Es el mensaje que han dejado Alemania y los denominados frugales, encabezados por Holanda, ante la petición de Bruselas de más dinero a las capitales para hacer frente a gastos sobrevenidos, como la guerra en Ucrania, el incremento de los flujos migratorios o el aumento de los tipos de interés.
La reunión de los líderes de los 27 sirvió para constatar la enorme distancia que les separa respecto a la revisión del Marco Financiero Plurianual (MFF, por sus siglas en inglés), en la que la Comisión Europea ha pedido 66.000 millones extra.
En lo que existe un consenso básico es en la necesidad de seguir financiando a Ucrania. La propuesta de la Comisión Europea plantea 50.000 millones para Ucrania hasta 2027 –33.000 millones en préstamos y 17.000 millones en ayudas–. El principal escollo es el ultraconservador húngaro Viktor Orbán, que ha amenazado con bloquear la revisión acusando a Bruselas de “forzar a los Estados miembros a pagar más porque quiere dar más dinero para la guerra de los ucranianos y para los migrantes”. El as bajo la manga del ejecutivo comunitario es desbloquear los fondos que tiene congelados por violaciones del Estado de derecho en Hungría.
Pero los problemas con un carácter más generalizado tienen que ver con otras partidas. La siguiente prioridad para Bruselas es la gestión migratoria, para la que reclama 15.000 millones. Para encarar catástrofes naturales previó otros 2.500 millones; para impulsar la competitividad en la pelea con otras potencias como China o EEUU, 10.000 millones; y para afrontar el encarecimiento de la deuda, 19.000 millones.
“Priorizar” fue la palabra más repetida por los líderes. "En cuanto a las peticiones de dinero nuevo, nuestra postura –y la de muchos colegas– es volver a priorizar, y la prioridad debe ser gastarlo en migración", señaló el holandés, Mark Rutte.
Ahora bien, el recado es que no sufragarán todos los gastos. “De la misma manera que la Comisión mira nuestros presupuestos, y si tenemos demasiado déficit nos pide que volvamos a priorizar y que las cosas sean hechas de otra manera, esto aplica también para las instituciones europeas”, dijo el belga, Alexander de Croo.
“Estoy convencido de que aún no se han agotado las posibilidades que ofrece la reordenación de las prioridades de los programas de gasto del presupuesto europeo”, señaló el canciller alemán, Olaf Scholz.
En otras palabras, que la Comisión Europea tiene que buscarse la vida para que le salgan los números. ¿Y eso qué supone? Recortar.
Von der Leyen recordó que la planificación presupuestaria se elaboró en 2020, antes de la pandemia, para el periodo 2021-2027. El cálculo de la Comisión es que financiar toda su propuesta de revisión con los actuales fondos presupuestarios previstos supondría un recorte general de los programas del 30%. En ese paquete que se vería mermado está la ayuda humanitaria, el Erasmus o el programa espacial, entre otros.
Suecia ha elaborado un documento en el que empuja en esa dirección al plantear que un recorte del 4% en esas partidas permitiría contar con 25.000 millones de euros y reducir la petición de contribuciones nacionales.
“Dos tercios del presupuesto son cohesión y fondos de agricultura, y un tercio, programas como Erasmus u Horizon [para la investigación y el desarrollo]”, recordó Von der Leyen en la rueda de prensa tras la reunión con los líderes, consciente de que algunos de ellos, como Pedro Sánchez, se oponen radicalmente a recortar partidas de las que España se ve beneficiada.
Los 27, no obstante, tienen dos meses para llegar a un entendimiento en una negociación que va a ser dura y que se va a solapar con la de las reglas fiscales, en la que los países del norte aprietan con la reducción de la deuda.
“Siempre tenemos crisis. Siempre recuerdo a la prensa diciendo: ‘Este es el peor momento en Bruselas’. Fue el presupuesto, el Brexit, el coronavirus, la crisis migratoria… Siempre podemos encontrar soluciones. A veces lleva tiempo, pero al final siempre hay una forma”, dijo optimista el primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel, que estaba de despedida en su último Consejo Europeo.