El euríbor no da tregua y vuelve a subir en octubre al 4,165% (la media de todo el mes), un máximo no visto desde 2008. El índice de las hipotecas da un pasito más, desde el 4,14% de septiembre, pese a que el Banco Central Europeo (BCE) decidió parar el ciclo de aumentos de los tipos de interés oficiales en el 4,5%, en su lucha contra la inflación, el pasado jueves.
El euríbor acumula una racha de casi 2 años de ascensos, desde el -0,5% de finales de 2021, con solo un mes en el que apenas retrocedió unas décimas, en agosto de este año.
El golpe que viene en noviembre es el segundo (o segunda ronda) del ciclo de incrementos de los tipos de interés. En octubre del año pasado, el euríbor se quedó en el 2,63% y ya encareció la hipoteca media unos 3.000 euros al año. Hay que tener en cuenta que en octubre de 2021, el euríbor dormitaba todavía en negativo, en mínimos históricos, según se observa en el gráfico.
Por supuesto, el euríbor también sube el coste de los préstamos que cambian de variable a tipo de interés fijo. O los nuevos que se firman, ya sean a tipo variable, a tipo fijo o mixtos, respecto a lo que han ofrecido los bancos en los últimos meses.
De hecho, este lunes, el Banco de España advirtió que "la transmisión de la política monetaria a los costes financieros de los hogares es todavía incompleta". Es decir, el coste medio de las hipotecas (actualmente supera ligeramente el 3,5%) en nuestro país seguirá elevándose en los próximos meses, según se vayan actualizando las hipotecas y firmando nuevas en noviembre, en diciembre, y durante el próximo año, "dado que cerca del 70% del volumen de las hipotecas vivas es a tipo variable", incide el Banco de España.
"Se estima que algo menos de un tercio de las hipotecas a tipo variable tendrán una revisión de un 1 punto porcentual o más en su tipo de interés entre junio de 2023 y junio de 2024", calcula la institución monetaria.
"Adicionalmente, el porcentaje de hogares con deuda con una carga financiera neta elevada se vería presionado al alza en 4,2 puntos porcentuales, hasta el 14,6%", avisa el propio Banco de España. Esto significa que alrededor de 750.000 familias, de los 5 millones de hipotecas en total sobre viviendas habituales (según cifras de la Asociación Hipotecaria Española), están asfixiadas. Es decir, dedican más de un 30% de sus ingresos mensuales a la cuota del préstamo. Este es el límite teórico sobre el que se considera "una carga financiera neta elevada".
Otro datos apuntan en el mismo sentido. Según la misma institución monetaria, el esfuerzo medio de los españoles para pagar sus hipotecas roza el 40% (el 38,9%), lejos del 30% que suponía en 2020, en plena pandemia. Ese 40% es un dato que no se atisbaba desde 2011, en el pinchazo de la burbuja.
El pico se alcanzó antes, en pleno boom del ladrillo y de concesión de hipotecas, cuando la banca abrió la mano a la hora de dar préstamos ligados al ladrillo. Entonces, a mediados de 2008, el esfuerzo medio de los hogares para pagar las hipotecas rozó el 53% de los ingresos que entraban mes a mes. En ese momento, el valor medio hipotecado -lo que se pedía prestado a la banca- era de casi 150.000 euros y, actualmente, roza los 140.000 euros, según las cifras que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Ese asfixiante 40% de esfuerzo de la renta disponible de una familia promedio (hay que tener en cuenta que detrás de esa media se encuentran hogares totalmente ahogados) se ha alcanzado por las subidas de los tipos de interés oficiales del BCE. El ciclo es el más agresivo de la historia de la institución y ya ha hecho saltar las alarmas sobre el riesgo de morosidad de las familias en España (1 de cada 10 de los préstamos concedidos es dudoso o está bajo vigilancia, según los últimos datos del regulador).
De momento, las familias están resistiendo la austeridad monetaria del BCE y su intención de bajar la inflación provocando una recesión por diversas razones. Entre estos motivos destacan los cambios estructurales en el mercado laboral (menos precariedad y más creación de empleo), las medidas del Gobierno de coalición para mitigar el daño de las subidas de precios y proteger las rentas (tope al gas, aumento de las pensiones según el IPC...), las subidas de los salarios y cierto escarmiento del sector financiero después de la dramática oleada de desahucios posterior a 2008.
Hay otros datos que demuestran el deterioro del mercado hipotecario en España. Por ejemplo, la disminución del importe medio de los préstamos de estas características, el desplome de la demanda o las numerosas cancelaciones. Pero el encarecimiento de los tipos de interés ha compensado hasta ahora a los bancos, que pese a que viene realizando menos operaciones, han conseguido disparar sus beneficios en los últimos trimestres.
Para atajar la asfixia que supone esta subida de las hipotecas para las familias, el Gobierno firmó un Código de Buenas Prácticas con los bancos, voluntario, de cara a 2023. Este código recomendaba acordar entre banco y cliente la gratuidad de la conversión de préstamos variables a fijos y la ampliación de los plazos con congelación de cuotas. Entre estas medidas, también se incluían algunas especiales, de congelación o rebajas, para los hogares más vulnerables, con ingresos bajos. Aunque siempre apelando a la voluntariedad de las entidades financieras.