Juan Antonio Roca afronta el que se prevé como su último juicio por corrupción en la gestión urbanística de la Marbella de los años noventa y 2000. Hace unas semanas se sentó en el banquillo de los acusados para afrontar esta causa en la Audiencia Provincial de Málaga. No estaba solo. A su lado se encontraba el empresario Tomás Olivo. Días más tarde, éste confirmó su asalto al accionariado de Unicaja, convirtiéndose en el segundo mayor inversor del banco andaluz. Su nombre, además, ha escalado en los últimos días a la sexta posición de la lista Forbes de las mayores fortunas del país.
Olivo, murciano de nacimiento, es considerado mediáticamente como el rey de los centros comerciales. Su inmobiliaria General de Galerías Comerciales es la base de su fortuna, que la revista especializada cuantifica en 3.500 millones de euros. Muy cerca de un clásico de estas listas, Juan Roig, fundador de Mercadona. Según Forbes, son 500 millones de euros más que en la anterior publicación de este ránking.
El empresario es uno de los actores principales en el accionariado de Unicaja, la sexta mayor entidad del país y que cotiza en el Ibex 35. Hasta ahora tenía algo más del 5% del capital del banco, pero se conoció la pasada semana que esta participación se ampliará hasta el 9%. Con ello, se convierte en el primer accionista individual y en el segundo del banco tras la Fundación Unicaja.
La ampliación de la participación de Olivo en el banco llega meses después de que la entidad lograra tranquilizar las aguas de una crisis de gobernanza que llegó a alertar al Gobierno y al Banco Central Europeo. Una disputa entre accionistas por la composición del consejo de administración llevó a la salida de varios consejeros independientes y acabó precipitando la salida del histórico banquero Braulio Medel, presidente de la Fundación. También de Manuel Menéndez, consejero delegado del banco procedente de Liberbank.
La Fundación Unicaja se mantiene como el primer accionista de la entidad con el 30% de las acciones, lo que en la práctica le concede buena parte del poder en el banco. Olivo ha aprovechado un impasse en el accionariado del banco abierto hace unas semanas con la salida del empresario mexicano Ernesto Tinajero. Ahora, el empresario del ladrillo debe tomar la decisión de si reclama un puesto en el consejo de administración, habida cuenta de que accionistas con menor porcentaje, como la familia Mayoral, sí tienen presencia en el órgano de gobierno del banco.
Actualmente, el consejo de administración del banco tiene un sillón vacío. Se trata del consejero dominical que representaba al fondo de inversión Oceanwood. La salida de Oceanwood y de Tinajero confirman la pérdida de poder heredado de Liberbank tras la fusión con Unicaja y el cese de Menéndez. Este cambio accionarial ha sido aprovechado también por Norges Bank, que ha elevado a más del 7% su participación en el banco.
Olivo entró en 2020 en el banco con el 3% del capital que había ido aumentando sin reclamar hasta la fecha su presencia en el consejo. De optar por ello ahora, necesitaría de un representante que cumpliera con las exigencias del BCE, que analiza la idoneidad de los consejeros en los bancos que supervisa, como es el caso de Unicaja. Este medio se ha puesto en contacto con General de Galerías Comerciales mediante correo electrónico para consultar sobre esta posibilidad sin haber recibido respuesta.
El 9% de Unicaja tiene actualmente un valor en Bolsa de unos 240 millones de euros. Sin embargo, esta participación en el Ibex 35 no alcanza ni una pequeña parte de su principal inversión. Su joya de la corona es General de Galerías Comerciales, una empresa inmobiliaria especializada en activos como los centros comerciales cuyo valor ronda los 3.700 millones de euros. Esta compañía salió al mercado secundario (BME Growth, el antiguo MAB) como socimi, pero el empresario retiró esta denominación a finales del año pasado. Él tiene más del 99% de las acciones de esta empresa y distintos familiares copan los puestos de dirección.
El nacimiento de esta compañía se remonta a mediados de los años noventa, aunque su carrera empresarial comenzó décadas antes. En el año 1995 recibió los permisos para desarrollar un centro comercial en Marbella (Málaga), en los años de dominio de Jesús Gil en la ciudad de la Costa del Sol. Se trata del Parque Comercial la Cañada. Tras la apertura en 1997 llegaron otros centros por todo el país.
Precisamente ese parque comercial original es el que ha hecho que Olivo se vea en un banquillo junto a Roca, el señalado como cerebro de la red de corrupción que durante años asoló el Ayuntamiento de Marbella. También habría estado el exalcalde Julián Muñoz, pero un acuerdo con la Fiscalía le libró de enfrentarse al juicio oral. El convenio urbanístico para este centro comercial es el que ha llevado a este empresario a afrontar una causa que conformó una pieza aparte de los casos acumulados en la trama del Caso Malaya. El juicio se encuentra ahora a la espera de que la Fiscalía responda a las peticiones de las defensas, que solicitan dar por cerrada la causa por su demora.
Tras este parque comercial llegaron los demás: Almería, Roquetas, Sanlúcar de Barrameda, Amilla, Las Palmas de Gran Canaria, Telde, San Javier, Cartagena, Mataró y un largo etcétera. Esta empresa facturó 172 millones en 2022 y ganó 91 millones de euros. Además, el empresario ha comenzado en los últimos años a dar sus primeros pasos en el mercado residencial y también fuera de España, con una promoción en República Dominicana.
La fama de Olivo tomó un cariz distinto en 2017, cuando esta compañía comenzó a cotizar en el MAB. Fue entonces cuando se evidenció, con la valoración de sus activos, la fortuna de este empresario. Desde entonces, su posición en la lista Forbes ha ido evolucionando hasta situarse en su puesto más alto en la última edición, publicada esta semana.
Pero tras la fama de rey del ladrillo comercial, Olivo arrastra otros episodios más oscuros en su pasado de los que ha ido saliendo más o menos bien parado. El empresario llegó a ser detenido en 2006 en la instrucción del caso Malaya, pero esta decisión fue anulada por el Tribunal Constitucional años después por su excesiva duración y salió absuelto de aquel caso.
En 2012, el empresario fue condenado a cinco años de prisión por malos tratos a su mujer. La sentencia evidenció conductas "de humillación, agresión y control" durante la relación que tuvieron, incluyendo la instalación de cámaras en casa para vigilarla. La sentencia fue reducida por la Audiencia Provincial de Málaga tras el recurso de Olivo a siete meses tras absolverlo de varios de los delitos por los que había sido sentenciado al no considerarlos probados. Más recientemente, Olivo fue acusado de un supuesto delito de abuso sexual a una menor en un vuelo entre Málaga y Madrid, pero quedó finalmente absuelto en 2022.
El empresario no solo ha estado en los tribunales como acusado. En 2018 obtuvo un éxito judicial en el Tribunal Supremo al confirmar una sentencia contra la Junta de Andalucía que le obligaba a indemnizar con 165 millones de euros a la inmobiliaria de Olivo por el lucro cesante en el retraso de las obras del Centro Comercial Nevada Shopping.
Más recientemente, la Comisión Nacional del Mercado de Valores sancionó a uno de los hijos de Tomás Olivo, Fulgencio Tomás Olivo, por una "infracción muy grave". La multa, de 15.000 euros, se justificó por parte del supervisor en una “práctica de manipulación de mercado sobre acciones de General de Galerías Comerciales Socimi, SA, en las sesiones del 15 y 16 de noviembre de 2017”.
Olivo, por tanto, afronta su apuesta fuerte por Unicaja tras sucesivos escándalos judiciales y como superviviente de las crisis del sector. En una entrevista en 2019 en La Verdad de Murcia defendió que “no da pelotazos”. “Me he pasado toda mi vida trabajando, poniéndome patas a la mesa y sin tener vacaciones”, defendía.
Aquella entrevista, una de las pocas que ha concedido en su larga trayectoria empresarial, sirve para dibujar la vida de este constructor, que arrancó en los años setenta con la compra de Emasa. “Hice negocios en el año 1971 con las obras de la refinería de Cartagena, he construido 55 centros comerciales, grandes autovías, obras hidráulicas, participé en la refinería de Tarragona y estuve en la Unión Temporal de Empresas del Trasvase Tajo-Segura”, resumía.
“A mí me fue bien con Franco”, señalaba sobre el origen de su fortuna, al tiempo que negaba ninguna irregularidad en su actividad pese a las distintas causas judiciales que le han salpicado. De hecho, restaba importancia al hecho de que algunos empresarios hubieran hecho regalos a representantes públicos en tramas como las de Marbella. “No digo que eso no haya ocurrido. Pero si un empresario regala a un técnico un jamón, un viaje o una cesta, lo hace con su dinero, con el que también paga sus impuestos. Eso sale de su dinero, a diferencia del despilfarro de 800 millones de euros de los ERE de Andalucía”, apuntó.