Perder el empleo suele suponer un contratiempo para cualquier persona. Para ellas, era un precipicio que podía dejarles sin poder pagar la vivienda de un mes para otro o a las puertas de una ONG para pedir ayuda. Las trabajadoras del hogar y de cuidados no tenían acceso al paro en España, una situación discriminatoria, hasta que el pasado septiembre el Gobierno reguló su derecho. Desde entonces, poco a poco, estas trabajadoras han ido accediendo a esta protección básica del conjunto de empleados.
Carolina (nombre ficticio) ha perdido recientemente su empleo porque el hombre mayor al que cuidaba se ha mudado con una hija y ya no necesitan sus servicios. La trabajadora ha solicitado la prestación y está a la espera de cobrarla. "Tengo derecho a cuatro meses", justo por un año de trabajo cotizando.
La hondureña, que lleva seis años y medio en España, ha trabajado básicamente como empleada del hogar en todo este tiempo. Por ello, sabe bien de la diferencia entre esta y otras ocasiones en las que se ha quedado sin trabajo. "Antes no tenías nada. Yo estoy sola con mis dos hijas, así que lo he pasado muy mal, obviamente. Me las he visto muy difícil, en el pasado he tenido que ir a Cruz Roja a pedir ayuda", explica.
Lo mismo relata María (nombre ficticio), que tuvo un trabajo en un supermercado antes de la crisis financiera, pero que después se ha dedicado sobre todo al empleo del hogar. "Daba muchísimo agobio perder el trabajo, porque o conseguías algo rápido o, si no, te comías la cabeza para ver qué hacer para cubrir los gastos. Porque no tenías nada", explica.
Ahora, María ha terminado su contrato con una familia porque "se ha mudado de Madrid a Barcelona" y está a la espera de cobrar la prestación de paro. "Tengo ocho meses de paro, por dos años cotizados", explica. Por un lado, lo cotizado en este último año como empleada del hogar y otro año anterior, de una época en la que estuvo empleada en un restaurante, cuenta.
Sin derecho a paro, María calcula que no podría pagar más de este mes de alquiler. Lo mismo le sucede a Carolina. "Entre los sueldos que hay, que todo está muy caro, que en el alquiler se va la mitad del sueldo... No es que puedas tener un ahorro, es muy complicado", explica María, que también manda el dinero que puede a su país (Bolivia) para ayudar a su madre y a una hermana "que está enferma".
Esta desprotección social ha empujado durante años a muchas trabajadoras domésticas a "aguantar" en empleos en malas condiciones o a aceptar "lo que fuera para tener algo". Carolina recuerda especialmente uno: "Una señora que me trataba muy mal. Me tiraba cosas al suelo para que las recogiera... Cuando no tienes nada aguantas cosas inaceptables, que no tendrías que aguantar". Estuvo en esa casa cuatro meses. "La situación se volvió muy fea, no podía más", recuerda.
Ahora, gracias al colchón del paro generado en el último año de trabajo, está buscando un buen empleo, "no cualquier cosa". Hace unos días le llegó una oferta, pero no la aceptó. "Pagaban muy poco y era para estar con dos personas mayores, con necesidades de muchos cuidados, con pañal, etc. Voy a buscar a ver si hay algo que me convenza más", sostiene.
En la asociación Senda de Cuidados, que hace trabajos de mediación laboral y formación para empleadas del hogar en Madrid, explican que hasta hace unas semanas solo tenían a una trabajadora que había accedido al paro. Ahora, con María y Carolina, son tres.
Aunque el derecho al paro se aprobó en septiembre del año pasado, la cotización comenzó en octubre y las trabajadoras han tenido que acumular el mínimo de meses necesario para quedar cubiertas por este colchón: un año cotizado para la prestación de desempleo y tres o seis meses para el subsidio de paro (dependiendo de si hay cargas familiares o no).
Percibir el subsidio de paro para personas mayores de 52 años se antoja casi imposible todavía para estas trabajadoras porque se tienen que cumplir las condiciones de acceso a la jubilación (salvo la edad): haber cotizado por jubilación 15 años –dos de los cuales han de estar dentro de los últimos 15– y haber cotizado por desempleo un mínimo de 6 años.
Sin embargo, hay algunas sentencias que han reconocido el derecho al cobro del desempleo pese a no tener los periodos cotizados en el pasado (como esta del TSJ de Galicia y de un juzgado de lo social de Bilbao), así como otra que concede el subsidio para mayores de 52 años en la misma situación. El motivo es la discriminación de las afectadas, que no podían cotizar aunque quisieran porque el sistema no se lo permitía, como argumentan los colectivos de trabajadoras del hogar.
Liz Quintana, abogada que colabora con el colectivo Trabajadoras no Domesticadas (Bilbao), destaca estas "importantes sentencias" y anima a las empleadas del hogar a pedir su derecho al paro por los meses trabajados en el pasado. "Estamos a la expectativa de las sentencias, porque hay posibilidad de recurso", reconoce Quintana, pero considera "un buen paso intentar reconocer" esos periodos laborales para su protección social.