El tercer rascacielos de Alemania es, de momento, una gran zona en obras. Se encuentra en la ciudad-estado de Hamburgo. Tiene unas 64 alturas, 100.000 metros cuadrados de espacio en alquiler, secciones para comercios minoristas, restaurantes y hasta un hotel. El proyecto, que se levanta hasta 254 metros de alto, se llama “Torre del Elba”, una clara alusión al gran río en el que se baña Hamburgo. Está diseñado por el arquitecto británico David Chipperfield. Su coste se ha estimado en cerca de 1.000 millones de euros.
Contrariamente a lo que se pudiera pensar, para la metrópolis del norte Alemán, la “Torre del Elba” no es hoy por hoy un proyecto de brillante futuro económico. En el horizonte de ese proyecto hay mucha incertidumbre.
De entrada, esa torre parece que no la va a terminar la empresa que proyectó y que comenzó sus obras. Signa Real Estate Management Alemania, una filial de la firma inmobiliaria austriaca Signa Holding, era la encargada de llevar adelante esta obra. Los problemas de la “Torre del Elba” son los problemas del magnate austriaco René Benko. Él es el dueño de Signa Holding, un imperio inmobiliario y comercial centroeuropeo. Ese imperio está ahora pasando grandes dificultades.
La “Torre del Elba” podría cambiar de manos muy pronto, según informa el diario económico Handelsblatt. Ya hay en marcha negociaciones entre los responsables de Signa Holding y el empresario alemán Klaus-Michale Kühne. La “Torre del Elba” era inicialmente un proyecto que iba a poner a su empresa en un inconfundible lugar en el perfil urbano de toda Alemania, la mayor economía de la zona euro y la cuarta del mundo.
Pero Signa Holding se declaraba insolvente hace unos días. En Hamburgo, su empresa se ha topado con una situación económica calamitosa. No en vano, la economía alemana es la única gran economía de la OCDE que este año va a caer en recesión. Se calcula que el PIB germano se encoja un 0,4%, según las últimas previsiones.
En este contexto, Signa Holding se ha topado con problemas como el alza de los precios de la construcción, el lastre que suponen la tendencia alcista que llevan los tipos de interés y otros problemas internos que han hecho imposible a la empresa dominar las adversidades.
Según escribía en sus páginas económicas el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el caso de Signa Holding sirve para ejemplificar “la situación de emergencia del sector inmobiliario de Alemania”. Bien es cierto que, de un tiempo a esta parte, se ha llevado toda la atención de los observadores la crisis energética asociada a la invasión de Ucrania por Rusia, una guerra de la que pronto se cumplirán dos años y sin la que la actual recesión alemana no se podría explicar.
Esa guerra ha obligado a Alemania a modificar sus planes camino de la descarbonización, prevista para 2045. También ha precisado que el país tenga que adquirir gas natural líquido más caro que el gas natural ruso del que el país se hizo dependiente. Por otro lado, esa situación ha llevado a que el Gobierno del canciller Olaf Scholz siga haciendo ingente uso del carbón como fuente de energía.
Esa evolución es clave para entender la inflación en Alemania, que sigue lastrando a numerosos sectores industriales clave en la economía germana. El sector de la construcción es uno de estos ámbitos y en él, el caso de Signa Holding y la “Torre del Elba” no son una excepción.
También la inmobiliaria Devello, con sede en Hamburgo, se ha declarado insolvente, al igual que Centrum Holding, radicada en Düsseldorf. Esos son conocidos nombres del sector. El Frankfurter Allgemeine Zeitung recogía también esos entre otro puñado de ejemplos, al tiempo que aludía al caso de Vonovia, una de las grandes empresas tenedoras de vivienda en alquiler que ha pisado el freno a la hora de construir nuevas casas en el actual contexto económico.
En el citado periódico de Fráncfort hablan de que la industria está “parada”. Los expertos, en general, hablan de “crisis”. “El mercado lleva años de capa caída”, según explicaciones recientes que han ofrecido en la cadena de televisión pública ARD. “La inflación y los tipos de interés altos hacen que las inversiones, a menudo, resulten insuficientemente rentables”, han expuesto recientemente en los telediarios de dicho medio público.
De resultas, en Alemania se está construyendo menos de lo que Scholz y compañía quisieran ver en su país. El Ejecutivo alemán tiene por objetivo que al año se construyan 400.000 viviendas. Pero ese número parece un imposible. Según cuentas recientes del semanario económico WirtschatsWoche, entre enero y julio de este año se habían dado permisos para levantar 156.200 casas, un 27,8% menos que en 2022, año en que tampoco se alcanzaron las 400.000.
Hay quejas sobre una excesiva burocracia que ralentiza las obras. Pero ese no es más que un elemento más en una crisis ante la que Scholz y compañía parecen impotentes, al menos de momento. Al ritmo de construcción actual, la Federación Inmobiliaria Alemana (ZIA, por sus siglas alemanas) estima que en 2025 faltarán en el mercado 700.000 viviendas.
Los estímulos fiscales y la lucha contra la burocracia – cerca del 50% viene de la Unión Europea, según la queja de Berlín – que el canciller y su Ejecutivo lanzaban este verano están aún por ofrecer resultados. Sea como fuere, esta situación, reglas del mercado mediante –“cuando hay mucha demanda y poca oferta por un bien, el precio aumenta”– ha llevado a que el precio de las viviendas se dispare en los últimos años.
Sin embargo, en la crisis actual, parece que el coste de la vivienda ha comenzado a descender, según muestran datos del mes pasado de la Oficina Federal de Estadística (Destatis) y las últimas cuentas que han hecho en el Instituto para la Economía de Kiel (IfW, por sus silgas alemanes).
En el IfW señalan, de hecho, que en el tercer trimestre de este año, el descenso de los precios, respecto al mismo periodo de 2022, fue del 10,5%. Ahora bien, el metro cuadrado de una casa en propiedad se sigue pagando en las grandes ciudades teutonas a más de 7.000 euros por metro cuadrado de media, recoge el portal de estadística alemán Statista. En Múnich, la capital de Baviera, esa misma cantidad de superficie cuesta 10.800 euros. En las comunidades autónomas más caras de España, Catalunya y Madrid, no se llega a los 4.500 euros por metro cuadrado.