La Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos ha decidido este miércoles mantener los tipos de interés en el rango de entre el 5,25% y el 5,5%. El banco central norteamericano deja el precio oficial del dinero en máximos de los últimos 22 años después de conocer este martes que la inflación interanual bajó al 3,1% en noviembre, lejos del máximo de este año, el 6,4% de enero y, sobre todo, del pico de esta crisis de precios, el 9,1% de junio de 2022.
"El Comité continuará evaluando información adicional y sus implicaciones para la política monetaria", ha indicado el banco central en un comunicado.
La Fed empezó el ciclo de incrementos del precio del dinero un poco antes, en marzo de 2022, en el 0%-0,25% para luchar contra este repunte de la inflación. Haber comenzado 4 meses antes que el Banco Central Europeo (BCE) condicionó la agresividad de la institución que preside Christine Lagarde. El BCE se ha quedado en el 4,5%. Este jueves celebra su reunión sobre política monetaria, y se espera que tampoco anuncie ningún cambio respecto a los tipos de interés.
La inflación interanual en Estados Unidos repuntó ligeramente en agosto y septiembre al 3,7%, y se alejó del objetivo de la política monetaria del 2%, tras caer hasta el 3% en junio y subir al 3,2% en julio. En octubre volvió a retroceder al 3,2%, y en noviembre un poco más, al 3,1%. En el conjunto de la eurozona, la bajada ha sido más rápida, hasta el 2,4% del pasado mes.
La lucha de los bancos centrales contra la inflación consiste en ahogar la economía con el encarecimiento de la financiación (hipotecas, y el resto de préstamos) para moderar las subidas de precios. Una estrategia que golpea directamente a las familias y a las empresas y que asume el riesgo de recesión económica y de aumento del paro. El frenazo de la actividad ya es evidente en Estados Unidos y la eurozona, pero el mercado laboral resiste.
En este escenario, tanto desde la Fed como desde el BCE están evitando dar ninguna pista sobre una primera bajada de los tipos de interés en este ciclo de austeridad monetaria.
Las subidas de los tipos de interés también asumen la amenaza de dañar la estabilidad financiera, como se vio con los colapsos bancarios en Estados Unidos y en Suiza en primavera. “El sistema bancario estadounidense es sólido y resistente”, viene reiterando la Fed.
El ciclo de aumentos del precio del dinero ha sido el más agresivo en 40 años. Y las consecuencias más graves hasta ahora han sido la caída del Silicon Valley Bank, del First Republic Bank y del Signature Bank, que en total han exigido 20.000 millones de dólares, 13.000 millones y 2.500 millones, respectivamente, en rescates públicos para garanizar los depósitos.
La política monetaria de la Fed condiciona al BCE porque funciona como una aspiradora de dinero hacia el dólar. Al haber subido los tipos de interés más y desde hace más tiempo ha incrementado también más la rentabilidad que ofrece la deuda de Estados Unidos, considerado el activo más seguro a nivel internacional. Es decir, muchos euros se intercambian por dólares para conseguir ese mayor rendimiento.
La depreciación del euro, que a mediados del año pasado llegó a caer por debajo de la paridad con la divisa norteamericana, es inflacionista para la eurozona porque automáticamente encarece la factura de petróleo o gas de los países, porque precisamente se comercian en dólares. Tanto cae el euro respecto al dólar, tanto suben en bruto la mayoría de materias primas. Este efecto del tipo de cambio obliga al BCE a perseguir a la Fed, al margen de su propia estrategia.