El presidente Pedro Sánchez está intentando normalizar las relaciones del nuevo Gobierno de coalición con los grandes empresarios en reuniones cara a cara. Sánchez ha tenido ya un puñado de estos encuentros "discretos", según los describen fuentes conocedoras, en las últimas semanas. Su intención es reconstruir puentes con las principales compañías del país después de "las broncas" de la pasada legislatura por distintas cuestiones. "Sobre todo por las provocadas por los comentarios y propuestas de las ministras de Unidas Podemos", continúan estas mismas fuentes.
"El ambiente era un poco tóxico, pero era más ruido que nueces y eso se nota en las cuentas de resultados, y en que ahora se ha reducido ese ruido, que nunca gusta al mundo empresarial", comentan, por su parte, fuentes del Ejecutivo.
El presidente del Gobierno se ha reunido con el presidente de Mercadona, Juan Roig; con el de Telefónica, José María Álvarez-Pallete; con el de la Fundación La Caixa, Isidro Fainé; y con el consejero delegado de Endesa, José Bogas; entre otros. Lo ha hecho en citas que no aparecen en la agenda pública que cada día se puede consultar en la página web de La Moncloa, en la que sí han quedado registradas las reuniones con directivos de Cepsa y Maersk en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP) o su participación en la clausura del Congreso 10º Aniversario Multinacionales con España.
La estrategia de Sánchez pasa por sacudir de las espaldas del nuevo Gobierno el estigma antiempresas que sobrevoló constantemente sobre su Ejecutivo en la anterior legislatura, en la que el Consejo de Ministros tomó decisiones insólitas como la creación de los impuestos a los beneficios extraordinarios de la banca o de las energéticas, como el diseño del tope al gas (o mecanismo ibérico) o como la histórica subida del salario mínimo interprofesional (SMI).
De hecho, la "ronda" de citas del presidente Sánchez con empresarios apoya la intención de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de pactar el nuevo incremento de este suelo para los ingresos de los trabajadores con la patronal. El presidente Sánchez "está retomando la agenda de contactos con los empresarios, que ha tenido siempre. Se había reducido con la Presidencia de la Unión Europea (UE) y las elecciones generales", defienden fuentes de Moncloa.
"Hay mucha incertidumbre internacional, y el presidente entiende que es un buen momento para reunirse con los empresarios para explicarles la hoja de ruta, los proyectos y las prioridades del Gobierno", continúan. "Tiene que haber un espacio más reforzado de conversación con los empresarios porque venimos de una sucesión de crisis (Covid, inflación, guerra de Ucrania, etc.) y no se ha podido crear este espacio", consideran.
Desde Mercadona admiten a elDiario.es que Juan Roig ha estado "dentro de la ronda que está haciendo Moncloa con los empresarios". También lo reconocen en Criteria Caixa, el vehículo de inversión que preside Isidro Fainé y que tiene participaciones importantes en Caixabank [cerca de un 30%, mientras que el Estado tiene cerca de un 15%], Telefónica o Naturgy. Fainé también está al frente de Fundación La Caixa, la matriz de Criteria, y, en el pasado, fue presidente del propio banco en el que se originó esta organización (antes de la fusión con Bankia) y de Gas Natural (hasta 2018).
Con él, Pedro Sánchez despachó sobre los diferentes temas de actualidad económica que afectan a las inversiones de Criteria, desde el debate sobre el impuesto a los beneficios extraordinarios a la banca o a las energéticas, pasando por la polémica sobre la entrada de Arabia Saudí en el capital de la principal teleco de nuestro país. La reunión se produjo a finales de noviembre, y también estuvo marcada por las negociaciones con las partidos independentistas catalanes, Junts y ERC, para lograr su apoyo para la investidura del nuevo Gobierno.
La incomodidad del conjunto del sector financiero con el tributo que el primer Gobierno de coalición diseñó para gravar sus ingresos extraordinarios por las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) es conocida. Este mismo lunes, la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Economía, Comercio y Apoyo a la Empresa, Nadia Calviño, dijo que "no hay ninguna novedad" en la revisión del impuesto a la banca que avanzó el pasado viernes. Esta revisión "está alineada con el acuerdo de Gobierno" entre PSOE y Sumar, añadió. En cambio, desde el ala más a la izquierda del Ejecutivo se llegó a afirmar hace solo unos meses que el impuesto extraordinario acabaría siendo un tributo más del sistema fiscal de nuestro país.
"Me parece que es el momento de revisar y ver si hay que ajustar algunos parámetros en el nuevo escenario en el que estamos, en el que ya no hay esa subida tan rápida de los tipos de interés y esa subida tan rápida de los precios de la energía. Tenemos que ver si en esos dos impuestos hay que hacer algún ajuste o no", subrayó la vicepresidenta, incluyendo también el tributo extraordinario a las energéticas.
Esta será una de las grandes batallas entre el nuevo Ejecutivo y los sectores de la banca y de la energía, y también dentro del propio Gobierno de coalición. De ahí el interés del presidente Pedro Sánchez en preparar el terreno en este inicio de legislatura.
También fueron muy diferentes en el último año las posturas del PSOE y de Unidas Podemos respecto a la inflación y respecto a cómo han aprovechado las grandes cadenas de supermercados esta crisis de precios para aumentar sus beneficios. Es cierto que la parte más beligerante en este aspecto, que fueron los líderes de Podemos (entre ellos Ione Belarra y Pablo Echenique), está ahora fuera del Gobierno de coalición, pero sus declaraciones, principalmente sobre Mercadona, rompieron todos los puentes entre el sector y el Ejecutivo.
Belarra, siendo ministra, acusó a Juan Roig de ser un "capitalista despiadado" y llegó a llamarle "capo". Por su parte, a mediados de noviembre, el presidente de Mercadona declaró que si el clima político que se vive en España se estuviese dando en Portugal, donde la compañía está en proceso de expansión, “ralentizaría las inversiones”. Roig pidió a la clase política española tranquilidad y “que no ponga palos en las ruedas”. También aseguró que se está produciendo una división entre españoles “que no es nada buena”.
La relación con el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, también es escarpada. El anuncio de la entrada de Arabia Saudí en el capital de la compañía levantó las críticas de la izquierda, que sonaban más y más feroces cuanto más escoradas. Finalmente, el Gobierno contestó con la intención de comprar una participación de la teleco que devolviese al Estado a su junta de accionistas. De momento, la situación sigue sin resolverse.