Toda una declaración de intenciones y prácticamente una enmienda a la totalidad de la política ambiental de la UE en los últimos años. El Partido Popular Europeo quiere revertir una de las principales medidas de la agenda verde europea: la prohibición de la venta de coches de gasolina y diésel a partir de 2035, una iniciativa a la que ya se opuso en el Parlamento Europeo.
Pero ahora va un paso más allá y en un manifiesto, elaborado en los prolegómenos de las elecciones europeas de junio, recoge su voluntad de dar marcha atrás.
En todo caso, la propuesta de la cúpula del PPE es un golpe en la línea de flotación de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que ha hecho del Pacto Verde Europeo uno de los ejes de su mandato. Además, la apuesta se produce a las puertas de que la alemana deshoje la margarita sobre sus intenciones respecto a ser la candidata (spitzenkandidaten) de ese partido. Se puede dar la paradoja que el PPE haga campaña contra una de las medidas estrella del mandato de Von der Leyen. ¿Qué hará ella?
El acuerdo para prohibir la venta de coches de gasolina y diésel como parte de la política ambiental europea para reducir las emisiones hasta alcanzar la neutralidad climática salió adelante en el Parlamento Europeo con los votos en contra del PPE y la extrema derecha. También Alemania puso pegas a la aprobación en el último momento, lo que provocó unas semanas de zozobra hasta que Berlín dio el visto bueno tras conseguir garantías respecto a los combustibles sintéticos.
Según los cálculos de Bruselas cuando impulsó la prohibición de los vehículos de combustibles, el transporte era el único sector en el que habían aumentado las emisiones de gases de efecto invernadero y representaban el 20% del total, habiendo “aumentado considerablemente desde 1990”. El PP europeo se revuelve contra una de las medidas que podría paliar esa situación en un momento en el que la emergencia climática es una realidad y que las advertencias científicas llegan por todas partes. Una de las últimas fue precisamente del Consejo Asesor Científico Europeo sobre el Cambio Climático de la UE, que pidió a los 27 más ambición para lograr la neutralidad climática en 2050.
En vez de la prohibición, el manifiesto del PPE, que considera que no es una renuncia al Pacto Verde Europeo, apuesta por impulsar "conceptos innovadores e instrumentos de mercado para la protección del clima con el comercio de emisiones, la expansión de las energías renovables y una economía circular".
No es la primera vez que se produce este divorcio: el PPE lleva tiempo marcando distancias con Von der Leyen. Detrás de todo subyace la batalla de los intereses económicos -industriales en este caso, pero del sector agrícola en otros como la ley de restauración de la naturaleza a la que también se opusieron- en un momento de ‘fatiga climática’ de algunos sectores. En plena ola de protestas de los agricultores y ganaderos, el PP apostó hace unos meses por una moratoria en la legislación climática y varios líderes europeos apelaron también a una “pausa”.
La batalla climática será uno de los principales temas de la campaña de las europeas, pero los populares son conscientes de que la migración es otro de los asuntos más divisivos. De hecho, el negacionismo y la política anti-inmigración han sido los principales leitmotiv de una extrema derecha en auge que compite por el mismo electorado que el PP, que ha ido virando hacia sus posiciones.
Una de las propuestas que recoge el manifiesto es triplicar el número de agentes en las fronteras (pasando de 10.000 a 30.000) y endurecer la política de asilo, en línea con el pacto migratorio que se aprobó en el mes de diciembre tras años de enquistamiento.
Además, tras una legislatura en la que la UE ha enfrentado numerosas crisis internacionales, como la guerra de Ucrania o el conflicto en Oriente Medio, el PPE apuesta por sustituir la figura del alto representante por un ministro de Asuntos Exteriores apoyado por un Consejo Europeo de Seguridad que permita una mayor celeridad en las decisiones. El documento aprovecha para cargar contra la actuación de Josep Borrell y su antecesora, Federica Mgherini, en ese puesto: "Los representantes para la política exterior nombrados hasta ahora por los socialdemócratas han fracasado a menudo en el cumplimiento de su función".