Orange y MásMóvil han dado a conocer este martes la identidad corporativa y la hoja de ruta de MásOrange, el grupo que a partir de ahora englobará a las dos telecos y todas sus submarcas. El pistoletazo de salida a la nueva corporación llega tras más de dos años de espera en los que tanto la Comisión Europea como el Gobierno han revisado minuciosamente cómo afectará a la competencia en el mercado de las telecomunicaciones y a sus clientes. Estas son algunas de las claves de esta nueva compañía, que se convierte instantáneamente en una de las mayores empresas del país y el peso pesado entre las telecos.
La fusión tiene un carácter mucho más corporativo que comercial. Orange y MásMóvil esperan que al crear un grupo matriz que las englobe puedan ahorrar costes superfluos, aplicar economías de escala y utilizar su mayor músculo financiero para lanzar inversiones y acometer proyectos tecnológicos. Pero de cara al cliente, sus marcas se mantendrán como hasta ahora.
Esto quiere decir que Orange y Yoigo serán las "marcas premium" del grupo, Jazztel y MásMóvil se enfocarán al mercado de bajo coste y Pepephone y Simyo continuarán siendo las operadoras móviles virtuales. Lebara, Lycamobile y Llamaya serán las marcas especializadas en clientes internacionales y Euskaltel, R, Telecable, Guuk y Embou, los operadores regionales.
Así lo asegura el grupo. En cualquier caso, en caso de que alguna de estas operadoras despareciera, los clientes migrarían a otra que forme parte del mismo grupo y se encargue del mismo segmento comercial con las mismas condiciones o el derecho a romper el contrato de manera unilateral.
No se prevén cambios en las marcas comerciales del grupo y tampoco en los precios. "Las marcas y sus tarifas se mantienen", ha insistido Meinrad Spenger, fundador de MásMóvil y nuevo consejero delegado de MásOrange."No tenemos previsto ahora mismo ningún cambio por la fusión. Cero. Cero patatero", reiteraba Spenger este martes en rueda de prensa. "Ahora, a largo plazo las tarifas evolucionan, por supuesto", deslizaba el ejecutivo a continuación.
La herencia de Orange y MásMóvil da al nuevo grupo un total de unas 1.500 tiendas físicas repartidas por España. MásOrange asegura que quiere mantenerlas todas. "Nadie tiene más tiendas que nosotros. Esto va a seguir siendo una apuesta muy firme porque creemos en la experiencia de 360 grados: la combinación de online, de call center y del canal físico", ha dicho Spenger.
La nueva compañía tiene 8.500 trabajadores. Su dirección mantiene que no se iniciará ningún expediente de regulación de empleo ni se obligará a nadie a marcharse. Deja la puerta abierta, eso sí, a las bajas voluntarias o las jubilaciones anticipadas.
"Es un tema sensible. No tenemos previsto ningún plan forzoso de salida de personal. De salidas involuntarias, obligatorias. Nuestro espíritu es que todos los que quieran participar, puedan hacerlo", ha expuesto el consejero delegado. "Si algunas personas no se ven en este proyecto, piensan que se acaba un ciclo, etc. pues analizaremos soluciones dentro del marco del diálogo social. Nosotros estamos orientados al consenso".
El grupo se ha comprometido durante su lanzamiento a hacer inversiones de 4.000 millones de euros en España en los próximos tres años. Se concentrarán en el 5G, la fibra y la puesta en marcha de nuevos servicios. En concreto, MásOrange quiere llevar la fibra a otros seis millones de hogares incrementales, que se sumarán a los 29 millones que ya cuentan con estos servicios, así como elevar la cobertura 5G por encima del 90% de la población española.
La suma de Orange y de MásMóvil da como resultado 30,2 millones de líneas de móvil, 7,3 millones de líneas de banda ancha y 2,3 millones de contratos de televisión. Representan unos ingresos de 7.400 millones de euros al año como punto de partida. No obstante, el nuevo grupo calcula que las sinergias de la fusión le reportarán unos 500 millones de euros más al año, especialmente por la optimización de las infraestructuras solapadas.
"Con este tamaño de empresa, si fuéramos una empresa cotizada estaríamos en el Ibex 35", ha recordado a Spenger.
De hecho, la posible salida a Bolsa es un movimiento que el grupo no descarta en absoluto, aunque no a corto plazo. "Es muy difícil decir con certeza qué vamos a hacer en los próximos dos o tres años, pero es una opción. Nosotros en la antigua MásMóvil, aunque éramos una empresa más pequeña, ya estuvimos en el Ibex 35 y la experiencia fue muy positiva", ha avanzado el CEO de MásOrange, que no obstante ha recordado que la actual fusión ha sido "mucho más sencilla" gracias al carácter privado de las dos empresas que la han promovido.
"Para nosotros en este momento era más seguro y estable actuar como empresa privada, pero esa es una opción [la de salir a bolsa] que hemos discutido entre accionistas. Incluso pueden estar abiertos todos a esta cuestión, pero no está asegurada. No se ha tomado ninguna decisión en firme y se va a discutir en unos años, cuando hayamos demostrado que somos una compañía exitosa, en crecimiento", añadía.
La principal misión financiera del grupo en esos dos o tres años a partir de los cuales podrá plantearse esa salida a bolsa será reducir su deuda y aumentar sus ingresos. La deuda actual de MásOrange es de 12.500 millones y su EBITDA (Ganancias antes de Intereses, Impuestos, Depreciación y Amortización, una medida que mide los ingresos operativos antes de tener en cuenta los gastos financieros) es de 2.650 millones.
El objetivo de la nueva compañía es hacer que su deuda sea de 3,5 veces su EBITDA (actualmente es de algo más del 4,7) en esos "dos o tres años". Durante ese tiempo no distribuirá dividendos para lograrlo.
El nuevo grupo pretende aumentar sus ingresos y hacerlo apoyándose no solo en los servicios de telecomunicaciones. Por un lado, MásOrange pretende aprovechar su nueva identidad corporativa y su posición como el gigante del mercado español para aumentar su negocio en el segmento de servicios a empresas y administraciones públicas.
Por otro, el grupo se define ahora como “empresa de servicios”. En esta categoría incluye la citada venta de dispositivos, pero pretende creer en la categoría de servicios financieros (impulsando el Orange Bank), seguros (relacionados con la protección de los móviles, como los seguros por rotura de pantalla), las alarmas y seguridad, la distribución de energía o la telemedicina.
La posición de MásOrange como nuevo gigante de las telecomunicaciones relega a Telefónica al segundo lugar, un puesto inédito para la compañía que ostentó el monopolio de las telecomunicaciones en España. Al perder su posición de liderazgo, Telefónica busca aprovechar la situación para presionar por una desregulación que le permita competir sin las restricciones que hasta ahora se le imponían, como el veto a la compra de otras compañías o la obligación de compartir algunos de sus servicios, como el fútbol, con el resto de operadoras.
Digi, por su parte, ha resultado ser uno de los beneficiarios clave de la fusión, aprovechando la venta de frecuencias radioeléctricas de Orange y MásMóvil. A la operadora rumana le corresponde ahora el papel de agitadora del mercado, como ha venido haciendo hasta ahora con sus tarifas de bajo coste sin necesidad de promociones. Este fortalecimiento puede beneficiar a los usuarios al fomentar la competencia de precios y presionar a los grandes grupos para mejorar las ofertas de sus marcas de bajo coste, que compiten directamente con Digi en términos de precios y servicios.