"La economía española es una de las peores economías en crecimiento económico en la Unión Europea en los últimos cuatro años". Los líderes del Partido Popular (PP) y de la formación de ultraderecha Vox no han parado de insistir en el catastrofismo sobre la evolución del PIB (Producto Interior Bruto) desde 2020. Incluso, han arrastrado este pesimismo hasta este 2024, con nuestro país liderando el crecimiento y con un mercado de trabajo que roza el récord de los 21 millones de afiliados a la Seguridad Social.
Este catastrofismo económico fue uno de los principales arietes de la derecha en el ciclo electoral de mayo y junio de 2023 contra el Gobierno de coalición. Entonces, los datos de la Contabilidad Nacional del INE (Instituto Nacional Estadística) amparaban en parte el pesimismo, pese a que múltiples señales positivas (sobre todo la fortaleza del mercado laboral y de la recaudación fiscal) lo discutían frontalmente.
Desde 2021, los expertos Francisco Melis y Miguel Artola empezaron a advertir de la subestimación del PIB por parte del INE en una serie de artículos que han ido y siguen publicando en elDiario.es por la incoherencia con otras fuentes estadísticas (de los beneficios registrados por las empresas en la Agencia Tributaria, de los salarios, de las horas trabajadas o hasta identificaron "fraude negativo" en el IVA, es decir, se pagaban más impuestos de lo que se consumía, según la Contabilidad Nacional).
A ellos, se les fueron uniendo distintas voces. Todas reconocían que el INE afrontaba "un escenario inédito" tras la hibernación de la actividad por la COVID y por el intenso rebote posterior, que apoyó una también inédita protección publica de las rentas de las familias y de las empresas, gracias a las distintas medidas desplegadas por el Ejecutivo.
Es cierto que "la extrema sensibilidad de la economía española a la movilidad internacional de personas [por la importancia del turismo] nos hizo caer más fuerte durante los confinamientos", recuerda el economista Ignacio Ezquiaga. Pero también es cierto que la reconstrucción ha sido más potente, principalmente por la moderación más rápida de la histórica inflación de la energía por la invasión rusa de Ucrania.
Uno de los grandes problemas estadísticos es que parte de esa reparación no quedó reflejada en el PIB hasta septiembre de 2023, cuando el INE realizó la revisión más importante al alza del nivel de la actividad económica (especialmente de 2021) y adelantó la recuperación del golpe de la COVID al tercer trimestre de 2022, eliminando de raíz el catastrofismo comparativo con el resto de la UE. En total, las actualizaciones han sumado 1 décima más de actividad en 2020, 9 décimas en 2021 y 3 décimas en 2022.
1,4 puntos porcentuales más, de momento, puesto que las distintas fuentes estadísticas siguen discrepando y, según defienden distintos expertos, el PIB podría seguir subestimado. Este miércoles, la jornada 'El futuro de las cuentas nacionales tras la pandemia', celebrada en el Congreso de los Diputados, reunió a representantes de algunas de las principales instituciones económicas de nuestro país (Banco de España, AIReF y el propio INE), a académicos y a sindicalistas para abordar esta cuestión.
De hecho, en septiembre de este 2024, el INE publicará otra profunda actualización de la Contabilidad Nacional durante los últimos 5 años. Aunque la representante de Estadística en la jornada, María Antonia Martínez Luengo, directora de cuentas nacionales de la institución, echó un jarró de agua fría al afirmar: "No tenemos resultados numéricos aún, pero a priori y quizá me arrepienta de dar esta información, no esperamos que la revisión de niveles sea significativa".
El asunto es crucial porque la subestimación del PIB sigue condicionando debates como el de la productividad o eficiencia del trabajo (que se mide en términos macro como el PIB entre las horas trabajadas) y el margen que existe en España para reducir la jornada laboral oficial, según se ha comprometido el Gobierno de coalición. O distorsiona la ratio de endeudamiento (que también compara la deuda pública con el PIB). O, del mismo modo, influye en la presión fiscal (los impuestos que se pagan en relación con la actividad económica), que es clave para abordar una reforma de nuestro sistema tributario.
Los participantes en la jornada impulsada por el presidente de la comisión de Presupuestos del Congreso y portavoz de Economía y Hacienda de Sumar, Carlos Martín Urriza, coincidieron, en su mayoría, en que la medición de Contabilidad Nacional por parte del INE necesita más recursos, y también en que se deberán incorporar a los diferentes indicadores que agrega el PIB los nuevos comportamientos de los agentes económicos (pagos o servicios online, por ejemplo), la digitalización de muchos sectores o los efectos de la transición ecológica.
"Tenemos un sistema [de medición] elaborado hace 80 años, y, con mejoras y adaptaciones, tiene que afrontar una realidad que es que ha cambiado significativamente", lamentó Juan Manuel Rodríguez Poo, catedrático de la Universidad de Cantabria y miembro de la European Statistical Governance Advisory Board, y ex presidente del INE.
El historiador económico Miguel Artola lanzó algunas propuestas: "Un mayor esfuerzo por utilizar registros administrativos y explicarlas diferencias. Por otra parte, que cualquier cambio relevante en los procedimientos de estimación se detallen a la opinión pública. Además, que el INE publique la guía-inventario de las cuentas anuales. O una mejor integración entre el INE, otros organismos públicos (Seguridad Social, Banco de España, Agencia Tributaria...) y la comunidad académica".
"Hay países que han avanzado más y que son mucho más dependientes de los registros administrativos que de los de los datos procedentes del muestreo [encuestas]", añadió Juan Manuel Rodríguez Poo. "Soy ciertamente escéptico en lo que es la modernización de los de los sistemas de producción de datos de cuentas nacionales. Creo que se puede avanzar mucho más", concluyó.