La expresión "mantenerse en sus trece" tiene su origen más probable en la 'cabezonería' del conocido como papa Luna ó Benedicto XIII (1328-1423), quien se murió afirmando que era el verdadero pontífice de la Iglesia Católica aunque no llegó a ser elegido "canonicamente" nunca. Esa misma terquedad la comparte hoy el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), que este jueves decidió dejar los tipos de interés oficiales en el 4,5%, un máximo de 2008.
La institución se mantiene a la espera, como se prevía, aunque admite la moderación de la inflación y también reconoce el daño de su austeridad monetaria a las familias y a las empresas.
Las previsiones de los economistas del propio BCE apuntan a que la inflación bajará al 2,3% de media en 2024 [cerca del objetivo teórico del 2%], las subidas de precios se desaceleraron ya al 2,4% en tasa interanual en marzo en la eurozona, el riesgo de recesión es muy alto en Alemania o en Francia, la demanda de crédito descendió más de los esperado en el primer trimestre...
Con estos “datos”, el alivio para los bolsillos de las familias y para las propias empresas (sobre todo para las pequeñas, que no pueden acceder a financiación ventajosa, como sí lo hacen las grandes) que supondría la bajada del 'precio' oficial del dinero (y por tanto de las hipotecas y de los préstamos en general) parece innegable. Sin embargo, el Consejo de Gobierno del BCE dice necesitar más información, que le llegará junio, y lamenta ahora "los riesgos geopolíticos [las guerras, sobre todo el genocidio de Israel en Gaza]", y su posible impacto en el precio del petróleo.
"Las condiciones de financiación siguen siendo restrictivas y las anteriores subidas de los tipos de interés continúan frenando la demanda, lo que está contribuyendo a reducir las subidas de precios. No obstante, las presiones internas son intensas y mantienen la inflación de los precios de los servicios en niveles elevados", explica el comunicado de prensa publicado este jueves.
Desde julio de 2022, la institución decidió iniciar un ciclo de aumentos de los tipos de interés de referencia en la eurozona desde el 0% hasta dejarlo en el otoño de 2023 en el 4,5% actual. Un poco antes, la Reserva Federal (la Fed, el banco central de Estados Unidos) había hecho lo propio, comenzando su propia fase de austeridad monetaria. Esta estrategia intenta luchar con las subidas de precios asfixiando la demanda y la actividad económica en general, sin tener en cuenta que el origen de la crisis de inflación estuvo en la oferta de energía y de otras materias primas.
"Si la evaluación actualizada del Consejo de Gobierno de las perspectivas de inflación, la dinámica de la inflación subyacente [que no tiene en cuenta la energía] y la intensidad de la transmisión de la política monetaria reforzase en mayor medida su confianza en que la inflación está convergiendo hacia el objetivo de forma sostenida, sería apropiado reducir el actual nivel de restricción de la política monetaria. En cualquier caso, para determinar el nivel de restricción y su duración apropiados, el Consejo de Gobierno seguirá aplicando un enfoque dependiente de los datos y en el que las decisiones se adoptan en cada reunión, sin comprometerse de antemano con una senda concreta de tipos", destaca el comunicado del BCE de este jueves.
Los economistas progresistas describen esta estrategia como una política “de lanzallamas” o “de matar moscas a cañonazos”, ya que arrasa con toda la economía para solucionar problemas concretos, que han tenido que ver con la oferta de energía y con la expansión de los márgenes de ganancias de las empresas más grandes, exprimiendo la crisis de inflación. Mientras, los bancos y el resto del sector financiero siguen incrementando sus beneficios, gracias a las mismas subidas de los tipos de interés. "El BCE debería y probablemente recortará los tipos en junio", opina Frederik Ducrozet, economista jefe Pictet WM, en la red social X (antes Twitter).
Sin embargo, en estos momentos, otro factor pesa en la ecuación del Consejo de Gobierno del BCE: la Reserva Federal (la Fed, el banco central de Estados Unidos y referencia para el resto) podría retrasar su primer recorte de los tipos de interés. ¿Por qué? Porque la economía y el mercado laboral al otro lado del Atlántico muestran más fortaleza que en la eurozona, y la inflación una resistencia mayor a bajar.
¿Y por qué lo que haga la Fed influye en las decisiones del BCE? Porque existe el riesgo de una repentina depreciación del euro frente al dólar si los caminos de un banco central y otro divergen mucho. Y una caída de la 'moneda común' respecto a la divisa norteamericana encarece automáticamente las importaciones de petróleo, gas y de la mayoría de materias primas, que normalmente se comercializan en dólares en los mercados internacionales. Es decir, el riesgo de una depreciación del euro es una amenaza inflacionista en España, Alemania, Francia, Italia...
En la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno de este jueves, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha dicho que "no comenta las decisiones o las perspectivas de otros bancos centrales" y que sus decisiones "no dependen de la Fed". La Reserva Federal se reunirá el próximo 1 de mayo, y después el 12 de junio, una semana después que la institución europea, que lo hará el 6 de junio. La gran pregunta es si el BCE se moverá antes que la Fed, incluso aunque entonces se prevea que el banco central estadounidense retrase su primer recorte al 31 de julio.