Salvo sorpresa, el Banco Central Europea (BCE) empezará a aliviar la ineficaz y dañina austeridad monetaria que viene aplicando en la eurozona con un recorte de los tipos de interés oficiales de 0,25 puntos este mismo jueves, a las 14.15 horas, tras la reunión ordinaria de su consejo de gobierno. Lo que no está claro es lo que hará después: en julio, septiembre... y si esta primera bajada se quedará solo en un acto simbólico.
De momento, la noticia es que la institución comenzará a revertir las subidas del 'precio' del dinero que inició en julio de 2022 desde el 0% de entonces hasta el 4,5% en el que lo mantiene desde otoño del año pasado para luchar contra la inflación. Otra decisión sería una absoluta conmoción, porque tanto la presidenta del BCE, Christine Lagarde, pasando por el vicepresidente, Luis de Guindos, como la mayoría de miembros del consejo de gobierno han ido adelantando en las últimas semanas el recorte de los tipos de interés de referencia. Y así lo esperan los expertos, los analistas y los inversores que operan en los mercados financieros (bancos, fondos...). Y así se ha trasladado al Euríbor, como se observa en este primer gráfico.
“Ha llegado la hora”, asiente Rubén Segura-Cayuela, economista jefe de Bank of America para Europa. “La hora” de retroceder en una estrategia ortodoxa y agresiva que buscada ahogar a las familias y a las empresas encareciendo las hipotecas y los préstamos en general para golpear la demanda y, por tanto, moderar la inflación, como consecuencia. Una política de “lanzallamas” con la que el BCE, efectivamente, ha hecho el daño, pero con la que apenas ha participado en la normalización de las subidas de precios —el mandato principal de la institución—.
Las subidas de los tipos de interés han asumido el riesgo de llevar a las economías de la eurozona a una recesión y, al mismo tiempo, han ignorado que la inflación que intentaban aplacar estaba más relacionada con cuestiones de la oferta que de la demanda: los cuellos de botella en comercio mundial en la salida de las restricciones sanitarias por la pandemia, la crisis energética que se engendró por la misma razón y que exacerbó la invasión rusa de Ucrania...
En el caso de España, los precios de la energía se dispararon desde 2021 a mediados de 2022, contagiando y empujando a la inflación general a máximos no vistos desde los 80 en nuestro país. Fue una tendencia mundial, y dio un 'mordisco' histórico al bolsillo de los trabajadores, del que en España los salarios todavía no se han recuperado, en promedio.
Desde el verano de hace dos años, los incrementos de los precios de la electricidad, el gas y los carburantes empezaron a moderarse, favoreciendo la desinflación general mucho antes de que el BCE llevara los tipos de interés a máximos de este ciclo de austeridad monetaria. Incluso, en la segunda parte de 2022 y en 2023, la energía se abarató durante varios meses respecto los picos de los peores momentos, como se puede ver en el segundo gráfico de esta información. De hecho, su encarecimiento reciente ha provocado un nuevo repunte de la inflación general por encima del 3% interanual en España, tras haberse quedado cerca del objetivo teórica de la política monetaria del 2% en el verano de 2023.
La tendencia en el conjunto de la eurozona es similar. De hecho, la inflación hasta está más contenida, y en algunos socios concretos se sitúa por debajo del 2%. Las estimaciones de primavera del BCE ya confiaban en que de media se quedará cerca del objetivo hacia finales de este 2024. De nuevo, la institución que preside Lagarde ha tenido poco o nada que ver en lo ocurrido en estos últimos meses. Este jueves, sus economistas actualizarán las previsiones.
Los que siguen defendiendo la política de “matar moscas a cañonazos” del BCE y del resto de bancos centrales de los países desarrollados se agarran, por un lado, a que “la inflación real depende de las expectativas previas”, según explica Eric Dor, director de Estudios Económicos del IÉSEG School of Management. Es decir, que la agresividad de la institución monetaria sirve para fijar expectativas, a modo de advertencia.
“El argumento es que si los directivos reducen sus previsiones de inflación futura, será menos probable que las empresas quieran protegerse contra el temor a futuros aumentos de costes subiendo inmediatamente los precios. Del mismo modo, si los empleados reducen sus previsiones de inflación futura, sus demandas de subidas salariales, que luego se repercutirían en precios más altos, son menores. Sin embargo, la realidad demuestra que son las proyecciones de inflación futura las que siguen a la inflación real, y no a la inversa”, detalla Eric Dor.
Dependencia de la Reserva Federal de Estados UnidosPor otra parte, las mismas posiciones se refieren a la dependencia de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, que marcó el camino de las subidas de los tipos de interés (arrancó meses antes que en la eurozona) y ha ido más lejos. ¿Y por qué lo que haga la Fed influye en las decisiones del BCE? Porque existe el riesgo de una repentina depreciación del euro frente al dólar si los caminos de un banco central y otro divergen mucho. Y una caída de la 'moneda común' respecto a la divisa norteamericana encarece automáticamente las importaciones de petróleo, gas y de la mayoría de materias primas, que normalmente se comercializan en dólares en los mercados internacionales. Es decir, el riesgo de una depreciación del euro es una amenaza inflacionista en España, Alemania, Francia, Italia...
“La decisión del BCE de subir los tipos después de la Fed y de recortarlos antes indica una dinámica de la inflación diferente a cada lado del Atlántico. La inflación de la eurozona se atribuye en gran medida a la escasez de oferta y no a un exceso de demanda. Dicho esto, parece poco probable que el BCE aplique más de dos recortes de tipos en solitario, antes de que lo haga la Reserva Federal este año”, observa Sylvain Broyer, economista jefe de S&P Global para Europa.
Lo que sí ha conseguido el BCE, según los datos, es endurecer la oferta de crédito (de préstamos, de hipotecas...) de los bancos y también ha logrado hundir su demanda, según se puede ver en el tercer gráfico de esta información, extraído del informe anual del Banco de España.
En la misma línea, se han reducido las compraventas de viviendas, tanto de segunda mano como nuevas. Sin embargo, los precios no han parado de aumentar, mientras los expertos insisten en que lo que falta es oferta, sobre todo pública y asequible. Dicho de otra manera, la actuación del BCE no solo no ha moderado la inflación, sino que ha fomentado un golpe triple a los trabajadores: el de las propias subidas de precios de consumo, el del encarecimiento de las hipotecas y el del mercado de la vivienda.
Los que sí han notado un efecto directo de las decisiones de la política monetaria del BCE han sido los bancos, que no han parado de elevar y elevar sus beneficios. Pero los argumentos que se han ido deslizando en el consejo de gobierno de la institución de la eurozona para resistirse a garantizar un alivio importante de los tipos de interés en los próximos meses, tras el primer recorte de este jueves, es el riesgo de que los salarios sigan aumentando...
En los análisis del BCE apenas pesa la inflación generada por las grandes empresas al trasladar los incrementos de los costes energéticos a los precios de venta para defender o ensanchar sus márgenes de ganancias. Ni tampoco el daño que supone la financiación 'cara' para el consumo de las familias, para la actividad, en general, y para la inversión productiva, en concreto, pese a que es crucial actualmente continuar con lucha contra el cambio climático, contra la desigualdad y avanzar en la transición digital.