Tras la pandemia se ha reducido el consumo de fruta, carne y pescado y ha aumentado el de agua embotellada; se adquieren menos productos en las tiendas tradicionales
Los supermercados y los fabricantes se pelean por el peso de la marca blanca
Llenar la cesta de la compra hace tiempo que se convirtió en un calvario para muchas familias. Es cierto que, en los últimos meses, la inflación de los alimentos ha comenzado a dar un respiro, aunque los precios sigan subiendo.
Ahora, meses después, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha publicado la fotografía que permite ver cuánto gastaron los españoles al hacer la compra, qué es lo que más se compró y en qué tipo de establecimientos. Esa imagen apunta que en todo 2023 el valor de los alimentos comprados por los hogares españoles superó los 80.975 millones de euros.
Como comparación, un año antes ese gasto fue significativamente inferior. En concreto, casi un 10% más bajo, porque en 2022 se quedó en 73.893 millones, y eso que la inflación ya presionaba al alza.
Si se diferencia con el gasto previo a la pandemia, al terremoto económico que supuso y que obligó a los ciudadanos a quedarse en casa y olvidarse durante meses de comer en bares y restaurantes, el gasto también se ha disparado. En ese año previo a la covid 19, los hogares gastaron en alimentos 69.503 millones de euros. Es decir, un 16,5% menos que el año pasado.
¿En qué gastamos más?Si se mira a qué se destina ese gasto, los datos que publica el Ministerio encabezado por Luis Planas reflejan que tres de cada 10 euros se van a dos tipos de alimentos básicos, la carne y el pescado. A la primera, en todas sus variantes, se destinaron más de 16.038 millones; y al pescado, más de 9.200 millones.
Si a eso se suma la fruta fresca, que supuso 7.500 millones en todo 2023, se ve que el 40% del gasto que supone la cesta de la compra está ligado a estos tres tipos de alimentos esenciales, como se puede apreciar en el siguiente gráfico.
De nuevo, son cifras más altas que las de 2019, porque antes de la pandemia gastábamos 14.315 millones en carne, de todo tipo; casi 9.000 millones en pescado y, sobre todo, se destinaba menos a la fruta fresca, que entonces no llegaba en valor a los 6.750 millones de euros.
Menos fruta y más comida preparadaEse aumento de precios se traduce en que cada persona ha reducido en los últimos años tanto la fruta fresca que come, como el pescado, la leche o las hortalizas. En concreto, si se ven los datos desde ese 2019, cada español toma un 12% menos de fruta, un 8% menos de hortalizas, un 6% menos de leche y un 4% de carne y de pescado.
Llama la atención que hay alimentos que han salido ganando tras la pandemia. Es lo que ha ocurrido con los huevos, que crecen ligeramente y de los que consumimos 9 kilos al año por persona. También con la cerveza y los platos preparados. En ambos casos el gasto ha ido a más, en el entorno del 1,2%, una evolución que se desglosa en el siguiente gráfico.
En el caso de la cerveza, los hogares destinaron el año pasado 1.472 millones de euros solo para beberla en casa, porque estos datos dejan fuera el consumo en bares y restaurantes. En cuanto a los platos preparados –aunque Agricultura no desglosa si se compraron en tiendas de barrio o en supermercados– supusieron más de 4.071 millones. Eso también es una tendencia que ha cambiado desde antes de la pandemia, porque son casi 1.000 millones más de lo que suponía en 2019 la comida precocinada.
También es relevante la evolución del agua envasada, que subió con fuerza en 2023, en más de 3,7 puntos porcentuales. Agricultura solo da las cifras y no entra en las causas de cómo evolucionan los productos que forman parte de la cesta de la compra. En el caso del agua, puede estar marcada por diversas circunstancias, ya sea el turismo, que tira de bebida envasada; o por la sequía, que puede haber llevado a la ciudadanía a comprar más agua embotellada que antes. Además esta es una tendencia que viene de antes, porque en 2022 España embotelló más agua mineral que nunca: casi 8.700 millones de litros, como contamos en este tema.
Y si hay un producto que se ha encarecido en los últimos meses es el aceite, precisamente porque la sequía ha desplomado la producción de aceituna y ha hecho que España sume dos de las peores campañas aceiteras de la historia, algo que este año ha comenzado a revertirse. En 2023, el cambio en el consumo fue significativo. En el último año, si se ve solo el aceite de oliva, el consumo por persona ha caído cerca de un 15%. Esto se ha compensado con el aceite de girasol, cuyo consumo per cápita subió un 23%. Así, la balanza en el consumo de aceite, de todos los tipos, se ha mantenido bastante estable desde antes de la pandemia, pero ha habido un trasvase de un producto a otro tras el pico de precios en el de oliva.
¿Dónde compramos?La cesta de la compra, en una de cada dos ocasiones, se llena en un supermercado. Es un dato que ha ido creciendo, aunque mínimamente, en los últimos años. Y si se suman las de hipermercados, que representan el 13% de todo lo que se compra en alimentación, se ve cómo más de 6 de cada 10 euros que se destinan a la compra doméstica acaban en grandes superficies. A eso, además, hay que añadir los productos de limpieza y de droguería, que no aparecen en las estadísticas que publica el Ministerio de Agricultura.
Como referencia, los supermercados pueden ser pequeños, de 200 metros cuadrados; o grandes, de hasta 2.500 metros cuadrados. A partir de esa cifra, el establecimiento se considera un 'híper'.
En el caso de los supermercados, hay que tener en cuenta que solo Mercadona acapara más del 25% de todo lo que se compra en España. Desde antes de la pandemia, este tipo de superficie comercial ha arañado casi dos puntos porcentuales de cuota de mercado. Y quien la pierde son las tiendas tradicionales, en las que se incluyen los puestos de los mercados de abastos. Estas han pasado de suponer el 17% de todo lo que se compraba en alimentación a algo menos del 15%, como se ve a continuación.
Se compra más en la gran distribución y se adquieren más productos etiquetados con las enseñas de las cadenas de 'súper' e hipermercados. La marca blanca ha sido una de las vencedoras de la crisis inflacionista y un motivo de fricción entre estas empresas minoristas y los fabricantes.
La marca blanca ya supone la mitad de todo lo que echamos a la cesta de la compra y en algunas cadenas es mucho más. Por ejemplo, en Mercadona es el 75% de todos los productos que se adquieren en la empresa presidida por Juan Roig, según los datos publicados por la consultora Kantar; y en Lidl llega a ser el 80%. Precisamente, esta cadena alemana, junto con Aldi, está entre las compañías que concentran el crecimiento de las enseñas de distribución alimentaria.
En cambio, lo que no crece o lo hace mínimamente es la compra de alimentos online, que permanece estancada entre el 5% y el 6%; que es el mismo porcentaje que suman otras modalidades de adquisición de alimentos, como la compra directa en los productores, en economatos y autoconsumo.