La desarrolladora de ChatGPT consigue nuevos fondos para continuar sus operaciones en un acuerdo que incluye su conversión definitiva en empresa privada
La jefa de tecnología y otros directivos dejan OpenAI por su transformación en una empresa con ánimo de lucro
OpenAI ha anunciado este miércoles que ha cerrado la nueva ronda de financiación que llevaba meses negociando y que había provocado un cisma dentro de la organización. La desarrolladora de ChatGPT ha conseguido 6.600 millones de dólares en lo que se convierte en el mayor acuerdo de inversión de capital riesgo de la historia.
La organización necesitaba una nueva inyección de capital después de acumular unas pérdidas de unos 5.000 millones de dólares solo este año y no conseguir un modelo de negocio rentable. “Los nuevos fondos nos permitirán redoblar nuestro liderazgo en la investigación de inteligencia artificial de vanguardia, aumentar la capacidad de cómputo y seguir creando herramientas que ayuden a las personas a resolver problemas difíciles”, ha comunicado OpenAI. “Al colaborar con socios clave, incluidos los gobiernos de Estados Unidos y sus aliados, podemos aprovechar todo el potencial de esta tecnología”, ha añadido.
La creadora de ChatGPT consiguió en 2023 una inyección de 10.000 millones de dólares de Microsoft, pero se trató de un acuerdo corporativo que incluía créditos para usar los centros de datos de la multinacional y su capacidad de computación en la nube, no solo efectivo. En esta ronda también ha participado Microsoft, así como Nvidia o SoftBank, según han confirmado estas empresas durante los últimos días.
Según revela Axios, el acuerdo incluye la definitiva conversión de OpenAI en empresa privada. La organización, que nació como laboratorio sin fines de lucro para desarrollar inteligencia artificial de código abierto y ayudar a comprender esta tecnología, tendrá que devolver el dinero a los inversores sino completa el proceso antes de dos años. Sin embargo este ya estaría muy avanzado, como revelan las renuncias de buena parte de los fundadores y directores de OpenAI desde el verano.
Sam Altman, el director ejecutivo de la compañía, es el último integrante del equipo fundador que resta en su cúpula directiva. Los encontronazos entre los partidarios de que la organización siguiera siendo fiel a su misión inicial como laboratorio y Altman llegaron a provocar la destitución de este en noviembre de 2023. Sin embargo, un motín de inversores y empleados, en el que medió la propia Microsoft, le devolvió el puesto días después.
“Estamos avanzando en nuestra misión de garantizar que la inteligencia artificial general beneficie a toda la humanidad”, ha insistido OpenAI en su comunicado: “Nuestro objetivo es hacer que la inteligencia avanzada sea un recurso ampliamente accesible. Agradecemos a nuestros inversores por la confianza depositada en nosotros y esperamos trabajar con nuestros socios, desarrolladores y la comunidad en general para dar forma a un ecosistema y un futuro impulsados por la IA que beneficien a todos”.