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Las empresas de la bolsa española reparten un récord de 40.000 millones de dividendos

Las empresas de la bolsa española reparten un récord de 40.000 millones de dividendos

Los bancos que cotizan en el Ibex 35 han disparado el dinero que dedican a retribuir a sus accionistas en los últimos años de beneficios históricos por la subida de los tipos de interés y la falta de competencia

Un estudio señala que el descuento de 20 céntimos en el diésel subió los precios y engordó los beneficios de las petroleras

Las empresas de la bolsa española repartieron cerca de 40.000 millones de euros de dividendos en 2024. Se trata de un año récord.

Un máximo histórico si excluye el pago extraordinario que hizo Endesa en 2014, de 14.606 millones, tras ser adquirida por Enel. El crecimiento fue del 25% respecto a 2023. Ese ejercicio y el anterior, los incrementos fueron del 16% y el 27%, respectivamente. Un ritmo que no se había visto jamás.

La principal razón de este crecimiento de los dividendos es que los bancos del Ibex 35 (el principal índice de la bolsa de nuestro país) han disparado el dinero que dedican a retribuir a sus accionistas en los últimos años de beneficios históricos. Unas ganancias que han obtenido principalmente por la subida de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) y por la falta de competencia en el sector.

El Banco Santander ha aumentado un 45% sus dividendos en los últimos tres años, hasta los 2.660 millones que repartió entre sus accionistas con cargo a los beneficios de 2023, según la información recogida por FactSet (un proveedor de datos financieros). BBVA casi ha duplicado los suyos, hasta los 3.289 euros. Igual que Bankinter, hasta los 414 millones. Sabadell los ha multiplicado por 2,5 veces, hasta rozar los 400 millones. Caixabank, por casi tres veces, hasta los 2.880 millones.

Otro sector en el que se observan importantes crecimientos es el de la energía. Naturgy ha elevado sus dividendos un 13%, hasta los 1366 millones, en el mismo periodo. Repsol, un 27%, hasta superar los 900 millones. Iberdrola ha aumentado la cantidad que paga a sus accionistas casi un 25%, a 3467 millones.

Sin duda, “es un buen momento económico para las empresas, con márgenes y tasas de rentabilidad récord”, señala Natalia Arias, experta del gabinete económico de CCOO. “Hay algunos sectores, donde la combinación de una elevada concentración empresarial y elevadas barreras de entrada hace que hayan podido aprovechar con creces coyunturas favorables, registrando beneficios extraordinarios a costa de, por ejemplo, contribuir a elevadas tasas de inflación (energía), mermando el ahorro de las familias (sector financiero)”, continúa.

Los bancos no compiten

Distintas instituciones y expertos vienen advirtiendo de los problemas que se derivan de los oligopolios, sobre todo en el caso de la banca, donde la intención de BBVA de absorber a Sabadell ahonda todavía más en la concentración y la falta de competencia. A finales del año pasado, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, lamentó en el Congreso de los Diputados el “exceso de concentración” que está perjudicando a la remuneración del ahorro de las familias y también de las empresas, sobre todo las pequeñas y las medianas.

Mientras, desde 2022 hasta este 2024, los clientes de los bancos sí han sufrido el encarecimiento de las hipotecas y de los préstamos en general por el histórico ciclo de austeridad monetaria ejecutado por el BCE para luchar contra la inflación.

“Si nos concentramos en cómo han trasladado los bancos la subida de los tipos oficiales a la remuneración de los depósitos, en este caso de nuestros hogares, lo que vemos es que esa traslación ha sido incompleta”, comentó Carlos Cuerpo, según mostró en un gráfico, “en un 60%”. ¿Esto qué quiere decir? “Que por cada punto que subieron los tipos oficiales, las entidades financieras trasladaron 0,6 puntos a la remuneración de los depósitos”, incidió.

El ciclo de subidas de los tipos de interés comenzó en junio de 2022 en el -0,5% para la tasa de referencia y alcanzó el 4% en el otoño de 2023, donde se mantuvo hasta que el BCE empezó a dar marcha atrás antes del verano de este 2024, ante la evidencia de que las subidas de precios se habían moderado pasados los shocks de la crisis energética y de los cuellos de botella en el comercio mundial por la salida de la pandemia. En total, 4,5 puntos de aumento, que, según la regla del ministro, solo elevaron la rentabilidad de los depósitos entre el 2,5% y el 3% en cifras promedio.

“Este traslado está por debajo no solo de lo que ha ocurrido en otros países europeos, sino también de episodios históricos anteriores que están documentados”, añadió Cuerpo. Ante esta realidad, el economista Daniel Fuentes recuerda que el sector financiero fue rescatado con dinero público, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria.

Falta de inversión

“Un reparto récord de dividendos confirma que las empresas están un momento extremadamente bueno con récord en márgenes”, apunta Natalia Arias. Pero a su vez tiene varias implicaciones: “A nivel económico, pone de manifiesto la prioridad de las empresas en retribuir al accionista (visión de corto plazo financiarizada de las empresas) con respecto a destinar los márgenes a otros fines, por ejemplo, a invertir (recordemos que la inversión es uno de los componentes que menos ha crecido del PIB...)”, prosigue esta economista.

“La gran cicatriz de la burbuja del ladrillo y la crisis financiera internacional de 2008 (junto con la deuda pública y el ajuste salarial) es el déficit inversor privado, no compensado en todo este tiempo por una mayor inversión pública”, coincide Daniel Fuentes.

“A nivel económico también hay que señalar que los márgenes que responden a elevado poder de mercado merman la actividad económica, con fuertes extracciones de recursos del resto de la actividad, con un impacto negativo en la productividad”, añade Natalia Arias.

Beneficia a los más ricos

“A nivel social, mantener y distribuir esos márgenes beneficia a las capas sociales más altas, ampliando no solo la brecha en la renta, sino en la riqueza, que es la que más ha crecido en la última década y hay que atender”, concluye la economista de CCOO.

Según la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España, “el porcentaje de hogares que poseen de manera directa acciones cotizadas en bolsa era, a finales de 2022, del 12,5%”. Esta cifra aumenta con la renta y la riqueza neta, y “la tasa de aumento entre grupos es, en general, más elevada en los tramos superiores de renta y riqueza”, incide el informe de este sondeo del regulador. “Así, mientras que solo el 3,6% de los hogares del 20% con menos ingresos contaban con este tipo de activo, dicha proporción llega al 36,4% en el 10% más rico”.

Los impuestos a la banca y a las energéticas

Los impuestos son la principal palanca con la que cuenta el Estado para redistribuir los beneficios de sectores oligopolísticos como la banca o la energía. Con esa intención el Gobierno de coalición diseño los gravámenes temporales sobre estas empresas en 2022. Ambas figuras fueron prorrogadas a finales de 2024. El impuesto a la banca, que recaudó 1.500 millones el año pasado, por tres años más, dentro de una Ley que aprobó por el Congreso y que incluyó el grueso de la “reforma fiscal” a la que se había comprometido el Ejecutivo.

En cambio, los socios de derechas del Gobierno, PNV y Junts, se alinearon con los intereses de Repsol, Iberdrola, Cepsa, Naturgy o Endesa y sacaron el impuesto a las energéticas de la reforma fiscal. Este gravamen recaudó algo menos que el de la banca en 2024, unos 1.000 millones. En el último Consejo de Ministros de 2024, el Gobierno lo prorrogó mediante un real decreto-ley que a priori no apoyarán ni PNV, ni Junts, ni Podemos cuando tenga que ser convalidado en el Congreso.

En este tributo se introduce una novedad respecto al diseño de 2022: “Una deducción aplicable cuando se realicen inversiones estratégicas esenciales para la transición ecológica y descarbonización, que por su magnitud contribuyan al crecimiento económico y el empleo, ya se realicen en activos fijos o tecnológicos comprometidos en proyectos industriales. Estas pueden ir desde la producción de hidrógeno renovable a transformar residuos en productos que tengan una segunda vida o en gases renovables, como el biogás”, según explica Hacienda.

“Un impuesto permanente está motivado principalmente por las posiciones de poder monopolístico, en sectores estratégicos donde el poder de los grandes oligopolios detrae rentas de la ciudadanía de manera estructural y compromete el bienestar de la mayoría”, explica la Plataforma por la Justicia Fiscal, que incluye a sindicatos, a asociaciones de consumidores, ecologistas y a otras organizaciones que luchan contra la desigualdad.

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