Los Porsche–Piëch quieren diversificar sus negocios y los Agnelli reducen su participación en el fabricante de coches deportivos mientras arrecian los aranceles sobre el sector y la UE ultima su 'plan de acción' para revitalizar la industria
Coches, electrónica, muebles o ropa más caros: los aranceles amenazan el bolsillo de los ciudadanos
La industria automovilística avanza por caminos inciertos, porque aún no tiene claro qué impacto va a tener la batería de aranceles que ha puesto en marcha y con los que amenaza el Gobierno estadounidense de Donald Trump.
En esa incertidumbre, dos de las familias con más poder dentro de la industria automovilística, los Porsche-Piëch y los Agnelli (dueños de Ferrari), han decidido recular y mirar a otros sectores como alternativas a futuro. Un movimiento que lanza una señal al mercado, aunque ambas familias sigan teniendo un papel relevante sobre la estrategia a futuro de sus compañías. Además, hay otro nexo en común, porque ambas fortunas no solo tienen intereses en los coches de lujo, sino que también son inversores de compañías con un calado más masivo y precios más económicos, como son Volkswagen y Stellantis.
El primer movimiento viene de la mano de los Porsche-Piëch, que canalizan sus inversiones a través de la sociedad Porsche Automobil Holding SE. Esta confirmó a finales de febrero que va a ampliar su cartera de inversiones, hasta ahora muy enfocada en la automoción y el transporte. Lo hará de “forma dinámica”, asegura a través de un comunicado, donde dan a entender que van a ser pasos inmediatos. “En el pasado, Porsche SE ha invertido una cantidad de más de 100 millones de euros en la ampliación de la cartera”, añade. A partir de ahora “se verán las condiciones de realizar inversiones mayores gracias a la liquidez estratégica existente”, que no cuantifica.
Actualmente, Porsche SE controla el 31,9% de las acciones de Volkswagen y –por la estructura de capital alemana– más del 53% de los derechos de voto, según informa el gigante automovilístico alemán. Y hay lazos comunicantes, porque Volkswagen es dueño del 75% de la automovilística Porsche y, además, la familia que da nombre a la empresa suma otro 12,5% adicional.
Las dos compañías germanas no viven su momento más brillante, tanto dentro como fuera de su mercado doméstico. Porsche ha visto caer un 28% sus ventas en China, que en los últimos años ha sido uno de sus principales mercados. Y, en Estados Unidos, se perfila como una de las automovilísticas a las que harían más daños los aranceles, porque no tiene producción local, así que la única alternativa que le quedaría para que no le golpeen esos recargos sería trasladar a Estados Unidos parte de la producción con los costes que eso conlleva. Mientras, en su país de origen, ha anunciado el recorte de 1.900 puestos de trabajo hasta 2029, lo que afectaría sobre todo a las factorías de Stuttgart y Weissach, según la información publicada por Reuters.
Es algo similar a lo que sucede en Volkswagen, que a finales de 2024 llegó a un acuerdo con el sindicato IG Metall para recortar cerca de 35.000 puestos de trabajo hasta el año 2030 pero de forma pactada con la plantilla y sin conllevar el cierre de plantas de producción. Unos recortes de empleo que también están golpeando a otras multinacionales del sector, como Nissan, Ford o General Motors. Una situación que también puede darse en España, porque Seat ha abierto la puerta a realizar 1.500 despidos si la Unión Europea no se replantea los aranceles con China, donde la filial de Volkswagen tiene la producción del Cupra Tavascan.
Los Agnelli hacen cajaEsa necesidad de diversificar en otros negocios es la misma justificación que ha esgrimido la familia Agnelli, a través de su vehículo inversor, la sociedad neerlandesa Exor. En su caso, están haciendo caja para lanzarse a por nuevas operaciones. En concreto, han vendido cerca de siete millones de acciones de Ferrari –que representan un 4% del capital– con lo que se han embolsado 3.000 millones de euros, según reconocen a través de un comunicado.
No es que se vayan de Ferrari, porque seguirán teniendo el 20% del capital del fabricante de coches de lujo y el 30% de los derechos de voto. Además, se comprometen a no vender esos títulos por un periodo de 360 días. “Esta transacción reducirá la concentración de cartera de Exor y permitirá una nueva adquisición importante, cuando se presente la oportunidad”, deja caer la firma de inversión. En su caso, Exor ya tiene inversiones en sectores que no tienen nada que ver con los coches, porque está presente en el capital de la revista 'The Economist' o en el fútbol, a través de la Juventus de Turín, entre otras participaciones.
Pero Exon es especialmente fuerte en los coches, porque además de Ferrari tiene el 15% de Stellantis, la dueña de Fiat, Peugeot, Citroën, Opel o Jeep, entre otras marcas. Detrás de Exor y de las últimas decisiones de Stellantis, está John Elkann, el descendiente de la saga familiar italiana, que en los últimos meses ha decidido el adiós de Carlos Tavares como consejero delegado de Stellantis y un acercamiento al Gobierno italiano de Giorgia Meloni, a quien ha prometido que invertirá 1.600 millones en el país y mantendrá las fábricas operativas.
Esa exigencia de dar más fuelle al tejido industrial ha llegado a Bruselas, aunque conlleve relajar los requisitos medioambientales. La Comisión Europea presenta este miércoles su 'plan de acción' para el sector del automóvil. De entrada, la presidenta del Ejecutivo europeo, Ursula von der Leyen, ya plantea retrasar tres años la entrada en vigor de las sanciones a los fabricantes que no cumplan los estándares de emisiones de CO2, que estaban previstas para este 2025.