El negocio de los minerales críticos se duplicará en 2032, con repuntes anuales del 12,4%. La pretensión de anexionar Groenlandia, rica en estos materiales o el chantaje a Ucrania de paz con Rusia a cambio de recursos naturales revelan que Donald Trump desea el control productivo y logístico de las tierras raras
Trump amenaza con penalizar también a la UE por sus reglas sobre inversiones sostenibles
El Dorado del Siglo XXI no son los metales preciosos de tiempos pasados, sino las tierras raras.
La conquista de las tierras raras se ha desencadenado. Sin tregua y sin aparentes reglas. Como si del salvaje y lejano oeste americano se tratara. El nuevo inquilino de la Casa Blanca la proclama a los cuatro vientos, al calor de la creciente demanda de minerales críticos que reclama el sector tecnológico. Al precio que sea. Incluso a costa de que Dinamarca se vea obligada a negociar un precio por Groenlandia, territorio que custodia 43 de los 50 minerales considerados críticos por el Gobierno de EEUU y que posee los mayores depósitos de tierras raras fuera de China. Cruciales también para el desarrollo armamentístico y la transición energética.
Aunque a Donald Trump también le interesa el enclave geoestratégico de la región autónoma danesa para controlar las rutas del Ártico y, por supuesto, sus bolsas petrolíferas costeras que, según el servicio geológico estadounidense, albergan el 3% de las reservas certificadas de todo el planeta, capaces de producir, si así lo estimara el Gobierno de Nuuk, hasta 52.000 millones de barriles de crudo. Y lo que es peor. El mal sueño de Copenhague podría tornarse en realidad. Porque el 11 de marzo -el próximo martes- Groenlandia tiene convocada cita con las urnas y la independencia de Dinamarca está en campaña, alimentada por el líder republicano.
En paralelo, las tierras raras han estado en el foco de tensión entre Trump y el presidente ucranio Volodímir Zelenski, como si fuera una especie de cambalache: paz por minerales. Washington no solo ha lapidado el apoyo militar, logístico y financiero de la Administración Biden a Kiev, sino que se ha posicionado del lado del Kremlin y utiliza los argumentos de Vladímir Putin para anular la capacidad negociadora de Ucrania -y de Europa- y, de paso, reclama al país invadido por Rusia medio billón de dólares en tierras raras como compensación por el respaldo armamentístico sin compromisos diplomáticos de por medio.
Con una aparente predisposición al éxito. Porque Zelenski ha pasado de advertir que no puede “vender el estado de Ucrania”, decir que la ronda de contactos con Trump “no ha sido seria” y enfatizar hasta el enfado que los 67.000 millones de dólares en armas y los 31.500 millones en inyecciones financieras directas de EEUU están lejos de la factura que le reclama el Despacho Oval, a dejar una ventana abierta a un futuro acuerdo para seguir recibiendo los misiles Patriot y otras armas del arsenal estadounidense.
Groenlandia y Ucrania: tierras prometidasAmbas latitudes ofrecen yacimientos valiosos. Groenlandia tiene abiertos unos 170 yacimientos minerales bajo contratos con empresas que llevan perforando su subsuelo desde hace un largo decenio. A pesar de que las cuatro quintas partes de la inmensa isla están todavía cubiertas de hielo. Pero el cambio climático empieza a hacer mella y a descubrir nuevos suelos listos para ser explorados industrialmente. Por contra, Ucrania ve en el cheque al portador americano un aval para su reconstrucción, en caso de que fructifique el alto el fuego y pueda asumir las condiciones que imponga EEUU. Sobre todo si Europa se pone de lado.
Sin embargo, detrás de este tsunami geopolítico con epicentro en Washington subyace un claro componente mercantilista. Según Boston Consulting Group (BCG) la demanda de estas materias primas minerales desde el sector tecnológico es abrumadora. Tanto, que sus expertos anticipan que nos se han encontrado todavía alrededor de la quinta parte de tierras raras que la industria digital necesitará en 2035, motivo por el que “se están invirtiendo miles de millones de dólares en encontrar nuevos depósitos”.
Además de factores medioambientales, económicos y socio-laborales. Porque las extracciones en curso revelan que la calidad del mineral -es decir, la cantidad de metal valioso por muestras de roca- es cada vez peor, lo que obliga a perforar de manera más profunda y a ampliar licencias oficiales a las empresas mineras, que se afanan por reducir costes y mantener sus márgenes de beneficio. Las protestas sindicales han arraigado en medio de una tentación global por instaurar medidas proteccionistas que han obligado al cierre de instalaciones en Chile, Panamá o Serbia y varias naciones asiáticas.
“Las compañías de este segmento están desesperadas por adquirir nuevas tecnologías con las que poder impulsar sus producciones” admite a The Economist el jefe de KAZ Minerals, Andrew Southam, una minera de cobre que opera en Asia y que apunta al uso prestado del instrumental que utilizan las firmas petrolíferas para realizar la fracturación hidráulica o fracking por parte de las empresas de su negociado.
Todo por establecer garantías suficientes de suministro de materiales como el litio, el cobalto, el cobre, el níquel para producir vehículos y baterías eléctricas y minerales metálicos con los que satisfacer los pedidos para modernizar infraestructuras, abastecer la industria de chips o montar baterías para garantizar la movilidad eléctrica. La ONU ha emitido una radiografía elocuente de su actividad: la extracción de estos recursos se ha disparado un 400% desde 1970 y se prevé que crezca un 60% en 2060.
Un suculento pastel, listo para tomarPero ¿cuánto dinero moviliza este negocio? Y, sobre todo, ¿qué países y empresas lideran esta especie de nueva cruzada industrial? La consultora financiera MMR valora en casi 6.000 millones de dólares -en concreto, 5.960- los ingresos mundiales en el mercado de las tierras raras, aunque con pronósticos de duplicar con creces esta cifra, de 2023, al término de la década, con repuntes del 12,4% anuales, hasta alcanzar los 13.520 millones en 2030, montante similar al que calcula Vantage Market Research, firma de sondeos de mercado, que continúa esa misma progresión y anticipa que acaparará 15.800 millones en 2032.
“Hasta que se descubrieron sus nuevos usos, los metales de tierras raras han sido relativamente baratos”, aseguran en MMR. Sin embargo, “su incremento sustancial de precios en el último lustro ha creado brechas entre la oferta y la demanda y disrupciones en las cadenas de valor por la intensa sucesión de pedidos desde las industrias tecnológicas, de energías renovables y de la Defensa y la Seguridad”. Aunque, hasta ahora, “ha primado la volatilidad” por las fluctuaciones en las cotizaciones de las materias primas, en los costes productivos y en el transporte marítimo.
Las dos grandes mineras del mundo, BHP y Río Tinto andan enfrascadas en reconversión de sus cadenas productivas. En concreto, probando mecanismos de lixiviación o proceso químico para extraer mayores dosis de metales en las cavidades minerales, una tarea nada fácil porque estos materiales se encuentran en la naturaleza bajo distintas formas y estados, desde óxidos, hasta sulfuros, por lo que proliferan en ocasiones las minas a cielo abierto.
McKinsey admite que el negocio de las tierras raras, al ritmo frenético que reclama la demanda mundial actual, generará entre 400 y 600 megatoneladas (Mt) adicionales de CO2 a la atmósfera en 2030, lo que dejará una huella de carbono casi imborrable para alcanzar las emisiones netas cero en los procesos productivos de industrias tan importantes como la tecnológica, transportes o energía. El World Economic Forum (WEF) reclama desde hace años un consenso internacional para, entre otros objetivos, instaurar estándares de minería responsable e impulsar los capitales ESG. Aunque desde la llegada de la Administración Trump parece haber irrumpido un ilustrativo silencio en la entidad que gestiona las cumbres de Davos.
La rivalidad competitiva China-EEUUChina es el mayor productor de tierras raras, según el Servicio Geológico de EEUU (USGS, según sus siglas en inglés) donde se afirma que, en 2023, se alcanzaron las 350.000 toneladas métricas frente a las 190.000 de 2018. El gigante asiático extrajo 240.000 toneladas, aunque se concentra en sus materiales más ligeros, especialmente magnéticos, como el neodimio y el praseodimio, con China Northern Rare Earth High Tech como su buque insignia y el mayor emporio del sector del mundo.
Muy lejos, con 43.000 toneladas métricas, le sigue EEUU, que consigue casi en exclusiva de la mina Mountain Pass en California, propiedad de MP Materials, y Myanmar, que registró 38.000 toneladas. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), desde 2015 la antigua Birmania ha pasado de ostentar una cuota global del 0,2% al 14%.
Australia, Tailandia, India, Rusia, Madagascar, Vietnam y Brasil componen el top-ten. La armada empresarial estadounidense, que ha sido especialmente protegida con subsidios por el gobierno demócrata de Biden y que ahora puede gozar de la protección, por seguridad nacional, de Trump está abanderada por MP Materials, Energy Fuels y NioCorp Developments, las tres mayores por capitalización bursátil.
En esta disputa geoestratégica irrumpe la figura del principal brazo armado privado del mundo. BlackRock acaba de adquirir 43 puertos de CK Hutchison, el emporio portuario de Hong-Kong y sede en las Islas Caimán que dirige el milmillonario chino Li Ka-Shing, entre ellos los de Cristóbal, en el Atlántico, y Balboa, en el Pacífico que controlan los dos extremos del tránsito marítimo del Canal de Panamá, el otro enclave por el que Trump ha mostrado sus deseos extraterritoriales.
La transcendencia de este movimiento no solo lo resaltan los observadores internacionales, que ven en esta maniobra un respaldo de la mayor gestora de fondos al America first trumpista, sino que se aprecia en que su propio jerarca, Larry Fink, telefoneó personalmente al presidente de EEUU al cerrar la operación de 19.000 millones de dólares. Trump elogió “la recuperación” de esta pasarela transoceánica por el que atraviesa el 5% del transporte marítimo global, informa Bloomberg. Trump calificó en campaña como “prioridad estratégica” de EEUU que el centenario canal panameño vuelva a estar bajo gestión de la Casa Blanca y la conveniencia de reducir “toda influencia comercial y logística” de China en los puertos latinoamericanos.