Las soluciones basadas en la naturaleza, son la respuesta que necesita América Latina para adaptarse y mitigar el cambio climático, reveló en una entrevista con EFE la Oficial de Cambio Climático y Recursos Naturales de la FAO, Ignacia Holmes.
América Latina acoge el 40 % de la biodiversidad mundial y el 23 % de la cobertura boscosa, lo que la hace una región idónea para aportar equilibrios ecosistémicos y económicos basándose en soluciones de la naturaleza.
“Cuando se ha hablado del cambio climático ha sido un discurso desde la perspectiva de nivel de energías renovables y combustibles fósiles, pero reposicionar los recursos naturales y la naturaleza como una oportunidad de mitigación y adaptación es altamente relevante para la región Latinoamericana”, explicó Holmes.
La experta se encuentra en Costa Rica en el marco de la reunión preparatoria (PrecCOP) a la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP25) , evento que se realizará en diciembre próximo en Chile.
La naturaleza, que se había quedado en un segundo plano en la lucha contra el cambio climático, puede ser parte de la respuesta para proteger los recursos naturales y ofrecer un camino hacia la sostenibilidad y seguridad alimentaria.
Sin embargo, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) , a pesar de su enorme potencial, las soluciones basadas en la naturaleza reciben a nivel mundial solamente el 3 % de los fondos destinados para la acción climática.
Como parte de los trabajos, la FAO se enfoca en siete líneas a nivel global para adaptarse y mitigar al cambio climático desde la perspectiva de las soluciones basadas en la naturaleza. Entre ellas se encuentran la restauración de sistemas marinos y terrestres, la ganadería baja en carbono, recarbonización de suelos y el cambio climático y la biodiversidad.
“En la región existen muchas áreas degradadas y la restauración de los paisajes permitirá mejorar la salud desde el punto de vista de productivo, de conservación, de las comunidades y los medios de vida. En general la restauración se debe pensar como una economía para dar soluciones”, destacó Holmes.
La ganadería baja en carbono, es otra área de vital importancia tomando en cuenta que hay que brindarle un mejor uso, intensidad y eficiencia al sector ganadero, aumentando la cobertura boscosa en las zonas donde se produce la ganadería. Así como trabajar desde la economía circular y utilizar los desechos para refertilizar el suelo, producir biogás, energía y ser más productivos.
La recarbonización de los suelos, también contiene un potencial oculto. El suelo es una importante reserva de carbono, que contiene más carbono que la atmósfera y la vegetación terrestre en conjunto. Por lo tanto, se trata de un sumidero de carbono que impulsará una mayor productividad de los suelos con prácticas y sistemas de gestión de tierras que fomentan el secuestro de carbono orgánico del suelo.
“Abordar el cambio climático necesita de múltiples acciones, que se pueden combinar con muchas otras. Lo importante es pensar de qué manera la combinación de alternativas que tenemos y resultados permitan dar una solución más integral, integrando el rol de la naturaleza para poder abordarlo”, manifestó Holmes.
La implementación de estas soluciones fomentarán la creación de empleo, inclusión de las comunidades, jóvenes y mujeres, además de la restauración de los ecosistemas.
La experta afirmó que parte de los retos de América Latina para alcanzar estos objetivos son la innovación y las nuevas tecnologías.
“La combinación de lo que sabemos desde la perspectiva agronómica, más las innovaciones tanto tecnológicas como digitales más lo que las comunidades han podido ir adoptando permitirá que avancemos hacia lo que se necesita”, dijo Holmes.
Holmes indicó que la innovación es la herramienta que favorecerá que las comunidades sean menos vulnerables al cambio climático, lo que también se traduce en una mejor seguridad alimentaria.
Datos de la FAO- CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) indican que a nivel regional hacia el 2050, los impactos esperados del cambio climático agregados para todos los cultivos representan una caída del 7 % respecto a la producción promedio del período 1961-2014.
Mientras que otra investigación de la FAO sobre los “Impactos potenciales del cambio climático sobre los granos básicos en Centroamérica” revela que las reducciones regionales de rendimientos estimados serían: 17%, 19% y 30% para el maíz, frijol y arroz, tomando en cuenta un escenario de trayectoria de alza de emisiones menor.
María José Brenes