Para la carne, soja texturizada; en lugar de huevo, harina de garbanzo; y para untar, hummus mejor que paté. Cada vez más consumidores se decantan por estos platos responsables y que forman parte de la comida vegana, un estilo de vida en auge, tal y como confirman a EFE desde catedráticos a nutricionistas.
Hace ya 75 años que Donald Watson acuñó por primera vez el término de vegano para diferenciarlo de los vegetarianos- con una dieta no animal pero que consumen huevos, lácteos y miel-, y desde entonces este estilo de vida ha conseguido más adeptos, y actualmente vive un momento de apogeo.
"El veganismo tiene una amplia trayectoria, pero hasta ahora no había un ‘boom’ semejante", apunta en una entrevista a Efe Francisco Xavier Medina, antropólogo y director de la Cátedra UNESCO de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la Universidad Abierta de Cataluña.
Y añade: "estamos en una época de cambios bastante más acelerados, sobre todo con la aparición de internet. Nunca hemos tenido tanta información como ahora".
En España, solo el 0,2 por ciento de la población es vegana- según el informe "The Green Revolution" elaborado por Latern Papers- y su principal motivo son razones éticas, en las que el estatus del animal está cambiando al considerar que son maltratados por la industria alimentaria, y por otras razones de sostenibilidad y salud.
Pero, ¿en qué consiste la comida vegana? "Es una dieta basada en legumbres, vegetales, frutos secos, frutas, semillas y cereales, es decir, sin ningún tipo de origen animal", explica a Efe la nutricionista, Victoria Lozada.
Lozada lleva desde hace seis años dedicada esta profesión y ha visto cómo el número de pacientes interesados por este estilo de vida ha "aumentado muchísimo", incluso los hay que buscan reducir tan solo la ingesta de carne.
Llevar una vida vegana no tiene que suponer un problema si se está bien asesorado con la cantidad de proteínas que son necesarias ingerir, además de la importancia que tiene la vitamina B12.
La comida vegana no solo se queda en las casas de la gente que adopta este estilo de vida. Hay restaurantes especializados y otros que incluyen en sus menús platos especiales.
En España se registraron 703 establecimientos vegetarianos en 2016, según "The Green Revolution", una cifra que se ha duplicado desde 2011.
Pero la conquista culinaria de este gremio no ha sido tarea fácil. Tal y como recuerda a Efe el cocinero Alex Pirla, "hace 7 años, la cocina 'veggie' no tenía muy buena fama dentro del oficio porque tenían un estándar de calidad medio".
Este cocinero lleva desde los 18 años trabajando entre fogones, y la comida de origen no animal siempre ha estado presente en su vida. Con su marca Prabhu Sukh, además de ofrecer talleres y asesorar sobre esta alimentación, ha puesto en marcha este año un retiro inspiracional que combina la cocina vegana con la práctica del yoga.
Tartar de lentejas, demi-glace de garbanzos o tacos de maíz con judías son algunas de las propuestas gastronómicas que Pirla y su equipo ofrecen, y en donde buscan "la máxima excelencia de las verduras" con platos muy elaborados y que destacan por su creatividad.
Hoy en día, encontrar productos veganos en las grandes superficies de supermercados y cadenas de comida rápida se está haciendo más fácil, ya que la industria alimentaria ha descubierto un nuevo nicho de mercado con el lanzamiento de versiones veganas para poder atraer nuevos clientes.
Unos alimentos que no son saludables en la gran mayoría de los casos, por ser ultraprocesados y con ingredientes como son el aceite de palma, tal y como destaca Francisco Xavier Medina.
¿Una tendencia pasajera? Aunque es cierto que el veganismo vive un momento de más adeptos, todavía existen ciertas barreras y connotaciones negativas para seguir este estilo de vida.
"Es difícil ser vegano porque acaba con tu vida social. Cuando quedas con amigos no puedes ir a cenar a cualquier sitio", explica Medina.
Algo que tanto Pirla como Lozada -ambos veganos- afirman que les ocurre con frecuencia. Pero pese a ello, es un hecho que la sociedad y el mercado están cambiando.
Por Ana López Vázquez