Pan, un 'artista de playa', como él mismo se define, ha dejado sus malabares de lado y sobre una bicicleta, con balde, guantes y pala, recorre las playas del litoral nordeste de Brasil para recoger el petróleo que amenaza desde hace meses esta turística región.

A sus 25 años, Isaías Vasconcelos, apodado 'Pan', interrumpió su aventura artística y al saber que su playa favorita, Itapuama, había sido alcanzada por el crudo, emprendió un viaje de dos días en bicicleta entre Joao Pessoa, capital de Paraiba, y Cabo de Santo Agostinho, en el estado de Pernambuco.

Con la piel curtida por el sol, este artista nómada, natural del estado de Ceará, ha recorrido más de 120 kilómetros en bicicleta por playas de arena fina a la "caza", como él mismo describe, de este mineral de origen misterioso que se ha extendido por las aguas del Atlántico.

"Es la mayor catástrofe ambiental por la que nuestro país ya pasó. La historia de nuestro país ha sido hecha por muchas catástrofes, pero esta es devastadora y no le están dando la importancia que tiene", expresó el malabarista y artesano, quien es descendiente de indígenas.

Pan se ha sumado a las decenas de voluntarios que junto a la defensa civil y bomberos han puesto "las manos en la arena" para combatir las manchas de petróleo, mientras las autoridades siguen intentando averiguar la procedencia de las mismas.

Pan critica la actuación del Ejército y la Marina y asegura que tan solo pusieron un pie en la las playa para aparecer en la televisión. "Era para que ellos estuvieran aquí con todo su peso y poderío. Quien está con la mano en la arena son los voluntarios y la Alcaldía", afirmó.

"Todo el nordeste y Brasil estarán condenados si no se contiene el derrame. No importa quien sea el culpable", aseveró.

La misma opinión tiene Glaucia Días de Lima, dueña de un quiosco de venta de agua de coco en la playa de Itapuama, lugar que sirve de campamento para los voluntarios y miembros de la defensa civil y bomberos que participan de las labores de limpieza en la región.

"Creo que ya perdí 1.000 reales (unos 250 dólares), porque todo los días yo abría y ahora ni puedo coger los cocos del patio de mi casa, porque ¿a quién se los voy a vender?", señaló a Efe la mujer, que junto a su marido todos los días se levanta "con miedo" de que más petróleo manche la playa que le da el sustento.

La vendedora recordó que hace un mes "llegaba feliz y alegre, para llevar el dinero a casa" y ahora solo recoge petróleo y retorna "triste, manchada" y con los bolsillos vacíos.

Por eso, pide que el auxilio prometido por el Gobierno para el turismo de pequeños emprendedores sea desembolsado "lo más rápido posible".

"El turismo se debilita. ¿Qué turista va a querer venir con la playa llena de petróleo? El verano se convirtió en un caos. Las manchas invadieron nuestra casa y el Gobierno tiene que buscar a los culpables. Exigimos una respuesta", completó la ahora voluntaria.

Los Gobiernos municipales aseguran estar huérfanos en la cruzada contra el desastre ambiental y han comenzado a evaluar el impacto del desastre en el turismo, principal fuente de ingresos de la región.

"Sabemos que el problema es grave. Es una tragedia ambiental y creo que las pérdidas para los barqueros y los pescadores va a ser inmensa", dijo a Efe Mano Barbosa, coordinador del equipo municipal de atención al desastre en el municipio de Cabo de Santo Agostinho.

CASI UNA CENTENA DE MUNICIPIOS AFECTADOS

Según el más reciente reporte del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y los Recursos Naturales Renovables (Ibama, regulador), divulgado el miércoles, las manchas de crudo han alcanzado 283 playas de 98 municipios de todos los nueve estados de la región.

En total, 109 animales han sido encontrados con vestigios de crudo, de los cuales 28 fueron rescatados con vida y 81 murieron, en su gran mayoría tortugas marinas.

Hasta el 30 de octubre, solo los estados de Pernambuco, Alagoas y Bahía, que junto a Sergipe se declaró en situación de "emergencia", han recogido y descartado 3.792,6 toneladas de crudo con residuos y arena.

El miércoles, investigadores de universidades federales de Río de Janeiro y Alagoas advirtieron que un satélite detectó una gigantesca mancha oscura de 200 kilómetros cuadrados a cincuenta kilómetros del litoral de Bahía, pero la Marina descartó que se trate del petróleo derramado, que según Petrobras fue extraído de pozos venezolanos.

Waldheim García Montoya