El desastre ecológico que ha contaminado las aguas recientemente regeneradas del río Besòs ha puesto contra las cuerdas el proceso de revitalización del ecosistema fluvial, que ha necesitado varias décadas de arduo trabajo para volver a albergar vida.
La catástrofe causada a raíz del incendio declarado el pasado día 11 en una fábrica de Montornès del Vallès (Barcelona) "no puede volver a repetirse" bajo riesgo de exterminar decenas de especies y echar a perder la evolución lograda hasta el momento, tal como han alertado a Efe varios expertos en la materia.
Según el biólogo Manuel Isnard, responsable de Medio Fluvial del Consorcio Besòs-Tordera, que gestiona las estaciones depuradoras instaladas en la cuenca del río, "el sistema del Besòs es frágil" y la máxima prioridad debe ser "dotarlo de músculo".
"Se ha quemado una industria y ha puesto en jaque el río. El sistema es muy frágil y toca reforzarlo y fortalecerlo", ha señalado antes de matizar: "Cuesta mucho de recuperar, pero es muy fácil tirarlo por tierra".
Por eso, ha recalcado la importancia de que "no vuelva a ocurrir" un accidente como el del pasado miércoles, cuando parte del agua empleada para extinguir el incendio en un planta de reciclaje de disolventes y residuos industriales de la empresa Ditecsa contaminó el curso del río.
"Si no hay calidad de agua, todo el resto no se sostiene. El agua es la base de la pirámide", ha enfatizado.
Y aunque los gestores del Besòs se han apresurado a pronosticar que se recuperará más pronto que tarde y han descartado que el incidente implique una regresión de treinta años, no todos los expertos lo tienen tan claro.
Por el momento y si las inversiones y la voluntad política no cambian de rumbo, los especialistas auguran meses -cuando no años- de esfuerzo para que el río vuelva al punto en el que se encontraba a principios de semana: consolidando su recuperación y explotando su biodiversidad.
De acuerdo con Isnard, los peces están siendo los más afectados porque son los únicos que no se pueden "escapar" del río, en el que conviven hasta doce especies distintas, mientras que las aves probablemente sufrirán menos consecuencias por su capacidad para emigrar si las condiciones no les son favorables.
De hecho, las imágenes de decenas de peces muertos al día siguiente del incendio activaron todas las alarmas y llevaron a la Agencia Catalana del Agua (ACA) a decretar la emergencia.
En palabras del veterinario y ecologista David Perpiñán, "probablemente los peces estén todos muertos" en los siete u ocho kilómetros siguientes al lugar del accidente, un "panorama" que amenaza con frustrar una zona "que ha costado mucho recuperar".
"Supone una vuelta atrás de varios años porque la comunidad de peces que se ha perdido puede tardar cinco o diez años en recuperarse", ha asegurado Perpiñán, quien ha indicado que la presencia de carpas sin vida es un indicador de la magnitud del siniestro.
"Es un pez no autóctono, introducido de Asia y muy resistente a condiciones de bajo oxígeno y toxicidad. El que estos peces hayan muerto es muy indicativo de que todos los demás seguramente tampoco están vivos", ha relatado.
Otro de los ejemplos es la anguila, una especie "en grave peligro de extinción" que se reproduce en el mar de los Sargazos y que viaja más de 6.000 kilómetros hasta los ríos de Europa, donde pasa el resto de su vida.
"Lo que hemos perdido, tendrá que volver a entrar desde el mar y tardará siete, ocho o diez años en recuperarse", ha dicho.
Quienes no sentirán los efectos de la contaminación con la misma magnitud serán los mamíferos -musarañas, ratas, hurones, nutrias, visones o jabalíes- o los anfibios y reptiles, capaces de trasladarse hasta los afluentes vecinos.
Y esa es precisamente una de las salvaguardas con las que cuentan los especialistas, que confían en que el buen estado de los ríos Mogent, Congost, Tenes, Caldes y Ripoll, que desembocan en el Besòs y no se han visto afectados, ayude a sanar el conjunto de la cuenca fluvial.