Los países de la Unión por el Mediterráneo (UpM) y el Instituto Mediterráneo del Agua han asegurado este miércoles que la carencia de agua y las dificultades para su acceso en la región se agravarán con la pandemia de la COVID-19.

En un comunicado conjunto, ambas instituciones han advertido de que en los próximos 20 años en la región de Europa-Mediterráneo, alrededor de 250 millones de personas sufrirán "pobreza de agua", una cifra "que podría exacerbarse potencialmente por la pandemia".

En ese sentido, y tras consultar a expertos de países como Argelia, Chipre, Egipto, Francia, Jordania, Líbano, Malta, Marruecos, Palestina, España, Túnez y Turquía, se han propuesto compartir preocupación y elaborar recomendaciones para atajar la crisis.

Más allá, los países involucrados han dicho ponerse de acuerdo en que garantizar el acceso al agua es "esencial" y que establecer planes de suministro por la emergencia es clave, como han demostrado los cortes sufridos durante el confinamiento en países como Jordania y Turquía.

De cara a la fase de recuperación, han subrayado que el suministro es vital para el empleo y han recordado que tres de cada cuatro trabajos de la región (de la agricultura a la energía, pasando por el turismo) "son altamente dependientes del agua", por lo que deben establecerse planes para asegurar su suministro.