"Todos los días en la escuela me llamaban marica". Con esa frase el activista libanés Julian Kerboghossian denunció en la ciudad colombiana de Cali que la violencia escolar contra la población lesbiana, gay, bisexual y transgénero (LGBT) en el mundo es un obstáculo para que los niños accedan a la educación.
"Me gritaban niña y era golpeado por los otros estudiantes. Eso hizo que me convirtiera en una persona introvertida, con baja autoestima y miedo a interactuar", dijo el joven en el segundo día del "Foro Internacional sobre Inclusión y Equidad en la Educación-Todas y Todos los Estudiantes Cuentan", que se extenderá hasta el viernes.
Kerboghossian empezó su vida sexual como hombre gay a los 15 años y a los 19 fue diagnosticado con VIH sida.
En ese momento, decepcionado por la falta de apoyo para los jóvenes que como él son considerados "raros" porque se apartaban de las normas prevalentes de sexo y género en las instituciones educativas, decidió alzar su voz.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), habrá 3,5 millones de nuevos casos de VIH entre adolescentes para 2030 en el mundo.
Cifras de 2017 indicaban además que unos 37 millones de personas vivían con VIH y de ellas 2,1 millones eran adolescentes. Ese año, 55.000 adolescentes de 10 a 19 años y 120.000 niños menores de 14 años murieron por causas relacionadas con el sida.
Con esos números como sustento el joven activista libanés entendió que "la ignorancia es lo que mata" debido a que los jóvenes con VIH no solo carecen de atención médica en muchos países sino que son repudiados por la sociedad en general.
Para cambiar ese panorama Kerboghossian se convirtió en el vicepresidente mundial de una red que apoya a las personas que padecen esa enfermedad y fomenta la puesta en marcha de políticas educativas que generen ambientes seguros en las escuelas para quienes hacen parte de la población LGBT.
La violencia basada en la orientación sexual y de expresión de género, también llamada homofobia o transfobia, incluye agresiones físicas, sexuales y psicológicas que ocurren en las aulas, patios o espacios recreativos, baños, camarines, alrededores del plantel educativo, de camino a casa e incluso vía internet.
En un reporte de la Unesco se señala que los alumnos LGBT informan de "modo consistente" la prevalencia de la violencia que padecen.
En general, las víctimas de acoso escolar son aproximadamente en un 7 % heterosexuales, 15 % lesbianas, 24 % hombres bisexuales y 48 % hombres gais.
De estas situaciones sabe de sobra Omar Didi, quien lleva años defendiendo los derechos LGBT en Francia.
"La homofobia era lo normal. Vi violencia. En la adolescencia traté de ser igual. Es decir, ser homofóbico o simplemente no hablar porque era una conducta incentivada por los profesores y los alumnos", comentó el activista en el foro.
Por estas agresiones Didi pensó en no volver al colegio e ingresó así a la estadística según la cual uno de cada dos jóvenes LGBT han sido acosados en clase.
Sin embargo, su vida mejoró al llegar a la universidad y empezar a trabajar en un voluntariado que pretende devolverle la dignidad a esa población mediante la implementación de políticas públicas de inclusión.
"El objetivo es que el mundo tenga claro que la escuela debe ser el primer lugar para sentirse empoderado y en donde cada niño se sienta en libertad de ser quien quiera", comentó.
Precisamente, la ministra de Educación de Colombia, María Victoria Angulo, dijo este jueves a Efe que "el alcance de la política de inclusión tiene que abordar etnias, diversidad cultural y población LGBTI en cuanto a su reconocimiento e integración".
Por ello, la funcionaria manifestó que los Gobiernos del mundo deben tratar urgentemente "los temas de derechos humanos y cómo disminuir la violencia en la escuela para fomentar la convivencia pacífica".
En el "Foro Internacional sobre Inclusión y Equidad en la Educación-Todas y Todos los Estudiantes Cuentan", considerado el encuentro más importante del sector en el mundo, participan 600 representantes de Gobiernos, profesores y ONG de 40 países para promover prácticas inclusivas en materia de educación.
Claudia Polanco Yermanos