La ciudad de Alepo se recupera lentamente de los destrozos causados por la guerra en Siria, de la que no se libraron ni su histórico zoco ni las mezquitas, gracias al esfuerzo solitario y titánico de sus habitantes, que han decidido dar la espalda al conflicto.
"La gente quiere trabajar, quiere retornar a la vida tal como era antes e incluso mejor que antes", comentó Valid Havala, profesor universitario y uno de los restauradores del mayor mercado cubierto del mundo, el Zoco Al-Medina, a la prensa extranjera.
El zoco está en ruinas, al igual que dos tercios de los monumentos históricos y culturales de esta ciudad milenaria, la más poblada y económicamente más desarrollada de Siria antes del estallido del conflicto hace más de ocho años.
Han pasado casi tres desde que los rebeldes la abandonaran -diciembre de 2016-, pero las heridas son latentes: barrios enteros destruidos por los bombardeos y la metralla de grueso calibre mientras los casquillos de los tanques hacen las veces de mojones y postes de lindero a ambos lados de la carretera.
Eso sí, ya han sido retirados cerca de 6.000 vehículos de combate de sus polvorientas calles, junto a más de tres millones de metros cúbicos de escombros de viviendas derruidas.
En un edificio se puede ver, junto a un apartamento con las paredes desconchadas y agujereadas, otro contiguo de cuyo balcón cuelgan alfombras mientras una mujer tiende la ropa. En lugar de cristales, las ventanas están cubiertas con cartón.
Las heridas de la guerra son más evidentes en los arrabales de la ciudad, pero incluso en el centro las calles están desiertas, ya que del inicio de la reconstrucción al retorno de la vida aún hay un buen trecho.
Y es que, según las autoridades, la mitad de las viviendas de la ciudad y sus alrededores fueron destruidas durante el asedio de la ciudad.
Incluso las mezquitas no se salvaron de este desastre que trae a la memoria imágenes de Stalingrado o Dresde tras la Segunda Guerra Mundial. El minarete de una de ellas se mantiene en pie de puro milagro, tanto que desprecia las leyes de la física, herido de muerte por un proyectil de artillería casi junto a su zócalo.
El casco histórico de esta antigua urbe, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1986, tampoco se salvó de los efectos de la contienda: las ruinas del Zoco Al-Medina son testimonio y denuncia a la vez.
En el zoco, cuyos pasillos tenían antaño una longitud de trece kilómetros y era el orgullo de la ciudad, conocimos a Havala, polvoriento y sudado, pero dispuesto a devolverle a este mercado su antiguo esplendor.
"Un grupo de la universidad decidió ayudar en la limpieza de escombros del bazar, para que retorne todo: el comercio, las tiendas. El año pasado también trabajamos en la limpieza de los barrios residenciales e hicimos todo lo posible para que todas las familias retornasen a sus hogares", comentó el profesor de química en la Universidad de Alepo.
Según Havala, existen empleados de empresas estatales que trabajan a cambio de una remuneración en la reconstrucción de Zoco Al-Medina, pero los estudiantes lo hacen con entusiasmo, y dependiendo de las posibilidades se suman entre cien y trescientos voluntarios.
Para el profesor, es importante que el bazar recupere su vida y el comercio se reanude, ya que es el auténtico termómetro vital de Alepo. De hecho, algunos propietarios ya se asoman con ansias de reabrir sus negocios.
En tanto, bajo el intenso sol, Havala continúa clasificando junto a sus estudiantes los viejos adoquines del bazar, cuya reconstrucción, según algunas estimaciones, podría ascender a miles de millones de dólares y pareciera no tener fin.
"Si seguimos así lo logramos en dos años", afirma con una de esas sonrisas en las que dan ganas de creer.
El director de la Ciudad vieja de Alepo, Adnan Karaza, lamentó la falta de apoyo de las organizaciones internacionales, una ayuda que resulta fundamental para preservar la historia de Siria.
"No recibimos ayuda de la UNESCO, pero estamos dispuestos a recibirla, deseamos que nos ayuden", declaró Karaza a la prensa invitada por el ministerio de Defensa ruso.
Mientras, el representante del régimen de Bachar al Asad, el gobernador Hussein Diab, se mostró más escéptico al respecto, al señalar que, mientras Siria sea objeto de sanciones internacionales, la ciudad no recibirá ningún tipo de ayuda extranjera y deberá arreglárselas con sus propios recursos.
"Pese a todo, ustedes mismos han podido observar la voluntad de vivir que tienen los habitantes de la ciudad de Alepo, cómo las escuelas, las universidades, los mercados, todos reanudaron sus labores. Tenemos la intención de devolver a Alepo el estatus de capital industrial de Siria", aseveró.
Fernando Salcines