El líder liberal y ministro de Finanzas, Christian Lindner, había solicitado la convocatoria de nuevas elecciones por los desacuerdos sobre el gasto público. Si el canciller no supera la moción de confianza en enero, Alemania celebrará elecciones anticipadas la próxima primavera
El Gobierno de Scholz se resiente pese a la victoria socialdemócrata en Brandeburgo
El canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, ha destituido este miércoles a su ministro de Finanzas, el líder liberal Christian Lindner, en medio de la grave crisis que venía atravesando desde hace meses la coalición gobernante de socialdemócratas, verdes y liberales.
El choque entre Scholz y Lindner se ha producido en una reunión del Ejecutivo este miércoles, en la que han participado representantes de los tres partidos y que tendría que haber puesto fin a las diferencias sobre el presupuesto federal del próximo año. Según informaron varios medios alemanes poco antes de su destitución, Lindner había ofrecido convocar elecciones anticipadas y mantener el Gobierno hasta entonces. El socialdemócrata reaccionó redoblando la apuesta: aprobar un presupuesto federal de emergencia o el cese inmediato. El segundo escenario se ha acabado imponiendo.
Minutos después del anuncio, Scholz ha comparecido en la Cancillería federal. Con tono grave, se ha referido también a la victoria de Donald Trump en EEUU y a la guerra en Ucrania. En su comparecencia, el líder socialdemócrata ha explicado sus razones y ha ajustado cuentas con su ya exministro de Finanzas ante las cámaras y sin aceptar preguntas. Scholz ha acusado a Lindner de “haber roto” su confianza, de “bloquear leyes de forma inadecuada” y de aplicar tácticas políticas “cortas de miras”.
Minutos después, Christian Lindner respondía desde el Bundestag (Parlamento), también con alusiones personales: “Olaf Scholz ha mostrado, lamentablemente, que no tiene la fuerza para hacer posible un reinicio de nuestro país”. El líder liberal ha acusado directamente a Scholz de querer obligarle a incumplir su responsabilidad como ministro de Finanzas y levantar el freno a la deuda anclado constitucionalmente en Alemania para financiar la billonaria inversión pública.
Representantes de los tres partidos del Gobierno alemán, durante su reunión, este miércoles. El factor TrumpScholz y Lindner han centrado sus declaraciones cruzadas en las discrepancias sobre el debate presupuestario. Socialdemócratas y verdes quieren ampliar el gasto público para impulsar la economía de un país en serias dificultades, mientras los liberales quieren dar un giro neoliberal a la política económica del Gobierno. Sin embargo, el estallido de la coalición tripartita se debe a más razones: una de ellas parece ser la victoria de Donald Trump en EEUU y las dificultades añadidas que eso supondrá para Alemania.
Scholz entiende que el momento internacional es grave: Trump amenaza con aplicar aranceles a las importaciones europeas, lo que supondrá un nuevo golpe, por ejemplo, a la industria automotriz alemana, que ya afronta una crisis existencial. Además, el presidente electo estadounidense suspenderá muy probablemente la ayuda financiera y militar a Ucrania, lo que Scholz interpreta como una amenaza directa a la seguridad de Alemania y Europa.
Parece que la victoria de Trump ha acelerado unas diferencias internas que ya eran insalvables dentro del Gobierno alemán. Scholz ha querido dar un golpe encima de la mesa y explicar a la ciudadanía que la gravedad de la situación exige medidas radicales, ambiciosas y una mayor inversión pública para hacer frente a gastos en defensa y en apoyo de la industria nacional, algo que Lindner no estaba dispuesto a apoyar.
Moción de confianza y nuevas eleccionesEn su conferencia de prensa, Scholz ha despejado las dudas sobre qué carta jugará a partir de ahora: el canciller se someterá a una moción de confianza el próximo 15 de enero en el Bundestag. Una votación que, salvo sorpresas, desembocará en unas elecciones anticipadas la próxima primavera en Alemania.
El principal partido de la oposición, la unión conservadora de la CDU-CSU, lleva pidiendo la celebración de elecciones anticipadas desde hace semanas. La ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) lo lleva exigiendo desde hace meses. La tercera pata de la fallida coalición tripartita, los Verdes, ya han dicho que darán vía libre a nuevas elecciones, según el ministro de Economía y vicecanciller, el verde Robert Habeck. Mientras tanto, los ecoliberales prometen seguir dentro del Gobierno.
Con este panorama político actual, es difícil pensar que Scholz pueda conseguir una mayoría parlamentaria que le permita gobernar en minoría hasta el final de la legislatura e ir aprobando leyes con el apoyo puntual de partidos de la oposición.
Cinco veces se ha sometido un canciller a una moción de confianza en la historia de la República Federal, sólo dos veces con éxito.
El fin abrupto de la llamada ‘coalición semáforo’ en la noche del miércoles es el desenlace de la crónica de una muerte anunciada. El tripartito se había convertido en un manojo de nervios y una fuente constante de conflictos, una situación agravada por las elecciones regionales del pasado 1 de septiembre en los estados federados de Turingia y Sajonia, en las que la ultraderecha obtuvo unos resultados históricos. La fortaleza de AfD, actualmente segunda en la mayoría de encuestas electorales, añade aún más dramatismo a la situación política de Alemania.
La crisis económica que atraviesa el país en los últimos años, el ascenso de la extrema derecha y la caída de la popularidad de los partidos que integran el Ejecutivo están detrás de una crisis que llevaba meses fraguándose. Ni siquiera el éxito del partido de Scholz en algunos territorios como Brandemburgo había dado un respiro para el Gobierno.