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Alemania vota: así es su sistema electoral y por qué ha cambiado

Alemania vota: así es su sistema electoral y por qué ha cambiado

Cuando acuden a las urnas, los alemanes tienen dos votos en la papeleta: el primero es para el candidato de su distrito electoral y el segundo es para un partido

Kiwi, Kenia, Jamaica, semáforo, mora: así es el (colorido) sistema de coaliciones en Alemania

Más de 59 millones de personas están llamadas a las urnas el 23 de febrero en Alemania para decidir la nueva composición del Bundestag (parlamento) y, en consecuencia, quién sustituirá a Olaf Scholz al frente del Gobierno.

En las elecciones generales pueden votar todos los ciudadanos alemanes de al menos 18 años. 

Alemania usa un sistema de representación proporcional mixta complejo. Viene a ser una mezcla de los distritos electorales uninominales, al estilo de países como Reino Unido, y de la proporcionalidad característica de la mayoría de los países de la Europa continental.

Dos votos

Cuando acuden a las urnas, los ciudadanos tienen dos votos en la papeleta, y pueden dividirlo. 

Con el 'primer voto', eligen al candidato de su circunscripción, su representante local. Hay 299 distritos. Gana el candidato más votado en cada uno de esos distritos y el resto se va con las manos vacías. 

En el 'segundo voto', el sistema es distinto. Se elige un partido. Los ciudadanos votan una lista cerrada de las formaciones políticas en los 16 Länder (estados federados) y el número de escaños que corresponden a cada formación es proporcional al porcentaje de votos que ha cosechado. Esta es la votación más importante, ya que determina la relación de fuerzas de los partidos en la Cámara. 

Para entrar en el Bundestag, los partidos tienen que obtener, como mínimo, el 5% del segundo voto o, al menos, tres escaños de los 299 distritos. Este es un obstáculo no menor para las formaciones más pequeñas y añade altas dosis de impredecibilidad a los comicios. Un ejemplo: en las últimas elecciones federales de 2021, el partido de izquierdas Die Linke, se dio un batacazo y no superó la barrera del 5% –se quedó en el 4,9%–. Sin embargo, como obtuvo al menos tres mandatos directos, se benefició de esta regla y volvió a estar representado en la cámara como grupo parlamentario con 39 diputados. 

Cambios para reducir el Bundestag

En estas elecciones, el sistema ha cambiado. Antes, los 299 diputados elegidos por voto directo tenían garantizado automáticamente su escaño y, en función de ello, se ajustaba el número de parlamentarios. Por lo general, era necesario aumentar el tamaño del Bundestag para asegurar que cada partido recibiera su número mínimo garantizado de asientos cuando se repartían. En otras palabras, si un partido recibía más mandatos directos de los que le habrían correspondido con los resultados del segundo voto, al resto de los partidos se les asignaban proporcionalmente escaños adicionales para que no se vieran penalizados.

En 2021, esto desembocó en un Bundestag mastodóntico, de 733 escaños actualmente, uno de los parlamentos más grandes del mundo –entre los países democráticos–. Esto ha implicado, por un lado, mayores costes. Por otro, los diputados han señalado que un número tan elevado de representantes disminuye la eficacia del trabajo legislativo, por ejemplo, en comisiones. En legislaturas anteriores, la Cámara también fue significativamente mayor que el tamaño mínimo legalmente requerido de 598 miembros.

Ahora, una nueva ley limita el número de escaños a 630. También prioriza la proporcionalidad sobre los escaños individuales del voto directo. 

Con la nueva reforma, si un partido gana más distritos electorales por ese voto que el número de escaños que le corresponden según el segundo voto, los ganadores de los distritos electorales con los peores resultados deben irse con las manos vacías. Se trata de aquellos “con menor porcentaje de votos en todo el país”, según explicó el politólogo y experto en derecho electoral Frank Decker, a la cadena de radio pública Deutschlandfunk. Es decir, el candidato que gane en una circunscripción ya no será automáticamente miembro del Bundestag, por lo que no habrá que compensar a otros partidos (y con ello, aumentar el tamaño del Parlamento alemán). 

En resumen, la nueva ley ha vuelto el segundo voto aún más decisivo. Según han avanzado algunos politólogos, la modificación puede traducirse en cambios del comportamiento electoral, entre ellos, que menos votantes dividan sus sufragios entre diferentes partidos y más gente respalde a la misma formación política con ambos votos para garantizar que su candidato directo preferido entre en el Bundestag. 

La reforma para reducir el tamaño del Bundestag fue impulsada por la entonces gobernante y ahora desmembrada coalición semáforo (socialdemócratas, verdes y liberales), y fue aprobada en 2023, no exenta de polémica. La ley fue recibida con rechazo por los conservadores de la CDU/CSU y la izquierda, y hubo partes de la misma que no fueron admitidas por el Tribunal Constitucional el pasado julio –en particular, la eliminación de la cláusula que permite a los partidos más pequeños entrar en el Parlamento con candidatos elegidos directamente a pesar de no superar el umbral del 5%, que se mantendrá, al menos temporalmente–.

El procedimiento de cálculo de la distribución de escaños se hace mediante un método que se llama Sainte-Laguë/Schepers, empleado desde 1980.

El canciller federal –esto es, el presidente del Ejecutivo– no es elegido directamente en las elecciones, sino a través de los diputados del Bundestag. El presidente alemán propone al candidato o a la candidata, que por regla general es el del partido que ostenta la mayoría parlamentaria.

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