Back to Top

Israel ejecuta la mayor ofensiva militar en Cisjordania en más de 20 años con el alto el fuego en Gaza a punto de colapsar

Ciudadanos palestinos rodean un carro de combate israelí a su entrada en el campo de refugiados de Yenin.

El sábado acaba la primera fase del alto el fuego en Gaza sin que las partes hayan acordado una prórroga, mientras que Israel aumenta la intensidad de su operación militar en los territorios palestinos ocupados de Cisjordania

Radiografía y mapa del alto el fuego en Gaza: ataques diarios de Israel y ningún cohete de Hamás

Mientras los bulldozers israelíes destruyen a su paso las carreteras de ciudades de Cisjordania con la facilidad que unas tijeras cortan el papel, los carros de combate avanzan desde el pasado domingo por el enclave palestino por primera vez en más de dos décadas.

Coincidiendo con el inicio del alto el fuego en Gaza, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció el lanzamiento de una operación militar en el norte de la Cisjordania ocupada y, a pocos días de que finalice la primera fase de la tregua en la Franja sin que haya alcanzado un acuerdo con Hamás para pasar a la segunda fase, el gobierno ultraderechista israelí ha intensificado sus operaciones en esos territorios palestinos.

En este periodo, la ofensiva militar israelí, apodada ‘Muro de hierro’, ha expulsado de sus hogares a alrededor de 40.000 palestinos en los campos de refugiados de Yenín, de Tulkarem, Nur Shams y el de Faraa en Tubas, según datos de la ONU. Y pase lo que pase en Gaza, Israel no tiene intención de permitir su regreso pronto. 

“He dado instrucciones al Ejército para que se preparen para una estancia prolongada en los campamentos que han sido desalojados durante el próximo año y no permitan que los residentes regresen y el terrorismo crezca de nuevo”, afirmaba el ministro de Defensa hebreo, Israel Katz, la semana pasada. En un lenguaje similar al utilizado con la guerra de castigo contra Gaza, Katz decía que “las operaciones ofensivas para limpiar lo nidos de terroristas y destruir la infraestructura, las estructuras terroristas y las armas a gran escala” continuarán “hasta que el terrorismo sea derrotado”.

El Ejército israelí ha matado a más de 50 palestinos desde el inicio de la operación en Cisjordania el 21 de enero y la Oficina de Derechos Humanos de la ONU denuncia que “muchos de ellos estaban desarmados y que no representaban una amenaza inminente”.

“Esto forma parte de un creciente patrón de uso ilegal de la fuerza por parte de Israel en Cisjordania, donde no hay hostilidades activas, y de un número cada vez mayor de homicidios aparentemente ilegales documentados por la Oficina de Derechos Humanos de la ONU”. El organismo detalla varios casos, como el de Sundus Shalabi, una mujer embarazada de 23 años. La joven estaba huyendo del campo de refugiados de Nour Shams en coche con su marido. El ejército disparó contra el vehículo hiriendo de gravedad al hombre y, cuando Shalabi salió del coche en busca de refugio, los soldados dispararon y la mataron.

Shawan Jabareen, director de la ONG palestina Al Haq en Ramala (Cisjordania), que documenta violaciones del Ejército israelí y elabora informes jurídicos, cree que la operación está directamente relacionada con lo que ocurre en Gaza. “Desde 2002 no vemos algo así con esta naturaleza y este alcance”, dice a elDiario.es. “La situación empeorará porque detrás de esto hay una agenda política y un plan a largo plazo para expulsar a los palestinos y decirles que no tienen un lugar para vivir aquí”.

El activista y antropólogo israelí Jeff Halper destaca también la relación entre lo que ocurre en Gaza con lo ocurrido en Cisjordania. Para culminar su proyecto colonial, Israel necesita normalizar la ocupación a nivel internacional y, antes de la normalización, es necesaria la pacificación, dice. “Eso significa que eliminas cualquier posibilidad de resistencia. Y ahí entra Gaza. Estaban eliminando el último bastión de resistencia. Y ahora es el turno de las últimas islas de resistencia en Cisjordania, como Yenín, Nablús y otros. Una vez se complete eso, que puede ser muy pronto, ya estamos preparados para el plan de normalización de Trump”, explica a elDiario.es.

Jabareen cuenta que “a la destrucción de los campos; los bombardeos aéreos, incluidos con helicópteros y cazabombarderos; el uso de los checkpoints como herramienta para hacer imposible la vida de la gente; la destrucción de carreteras y la entrada de los tanques por primera vez desde 2002, se suma el incendio de casas y edificios”. “Esto se ha aplicado antes en Gaza, pero es nuevo en Cisjordania. No hay ninguna necesidad militar y es únicamente venganza y castigo colectivo”, opina. 

Preguntado por elDiario.es, el Ejército israelí justifica la destrucción de carreteras y otra infraestructura civil por la posible existencia de artefactos explosivos improvisados. “Para neutralizar estas amenazas, las Fuerzas de Defensa de Israel se han visto obligadas a entrar en estas zonas con herramientas de ingeniería de combate”, señala un portavoz militar. Pero Jarabeen responde: “Es destruir por destruir”.

“La Oficina de Derechos Humanos de la ONU ha recibido denuncias diarias de residentes desplazados que describen un patrón en el que son expulsados de sus hogares por fuerzas de seguridad israelíes y drones bajo amenazas violentas. Después son expulsados a la fuerza de sus pueblos con francotiradores posicionados en las azoteas a su alrededor”, señala el organismo de la ONU. La Oficina cuenta como Aseel, una mujer de 29 años madre de tres niños, ha sido desplazada en tres ocasiones hasta que el ejército quemó su casa. En otro caso, una joven cuenta que los soldados anunciaron por altavoces que todo el que no saliera de su casa sería disparado. Cuando pidió regresar para coger la medicación del corazón de su hijo más pequeño y ponerse unos zapatos, un soldado le contestó: “Sal de aquí y olvídate de este campo. Nunca volverás. Sal ahora antes de que lo destruyamos por completo”, cuenta el organismo de la ONU según el testimonio de la víctima.

“Estamos entrando en los bastiones terroristas, despejando calles enteras y eliminando terroristas. He ordenado el refuerzo de las fuerzas en Judea y Samaria [como se refieren los nacionalistas israelíes a Cisjordania] y emprender una actividad operativa adicional”, decía Netanyahu en una polémica visita al campamento de Tulkarem el pasado viernes.

“En febrero, el número total de incidentes violentos protagonizados por las fuerzas de seguridad de Israel en Yenín, Tulkarem y Tubas ha alcanzado su pico mensual más alto en el último año”, señala a elDiario.es Ameneh Mehvar analista principal de ACLED para Oriente Medio. La organización Armed Conflict Location & Event Data (ACLED) registra los episodios violentos en los conflictos armados de todo el mundo.

“Israel ha empleado cada vez más tácticas bélicas similares a las utilizadas en Gaza. Desde finales de 2022, han resurgido en Cisjordania decenas de nuevos grupos armados palestinos —principalmente afiliados a la Yihad Islámica Palestina o autoidentificados como Brigadas de los Mártires de Al Aqsa—, junto con células de Hamás. Estos grupos se han enfrentado al ejército de Israel durante redadas, utilizando cada vez más explosivos, y también han llevado a cabo ataques contra las fuerzas israelíes estacionadas en puestos de control y militares, así como contra colonos en un número limitado de incidentes”, dice la investigadora. 

“Sin embargo, aunque Israel aduce motivos de seguridad para justificar sus operaciones en Cisjordania, la escala y la intensidad de su respuesta, especialmente tras el acuerdo de alto el fuego en Gaza, sugieren motivaciones políticas adicionales”, explica Mehvar. “El momento y la naturaleza de estas medidas pueden tener implicaciones para la estabilidad de la coalición gobernante de Israel. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, parece haber ofrecido incentivos al ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y a los partidos favorables a los asentamientos, que llevan tiempo presionando para anexionar Cisjordania y ahora abogan por su inclusión en los objetivos bélicos más amplios de Israel”, añade.

En un mensaje publicado en redes sociales, Philippe Lazzarini, comisario general de UNRWA, la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, ha denunciado que “Cisjordania se está convirtiendo en un campo de batalla”. “La destrucción de infraestructuras públicas, el derribo de carreteras y las restricciones de acceso son comunes. La vida de la gente ha dado un vuelco”.

Negociaciones encalladas en Gaza

Mientras la violencia se ha intensificado en Cisjordania desde finales de enero, en Gaza han cesado las hostilidades a gran escala después de más de 15 meses. Desde la entrada en vigor del alto el fuego el 21 de enero, Israel ha atacado por aire y tierra la Franja de forma puntual, y en ocasiones sus tropas han disparado directamente a los gazatíes que regresaban a la mitad norte del enclave, bajo la estricta supervisión del ejército. Más de un centenar de palestinos han perdido la vida en Gaza por ataques israelíes en este tiempo. A pesar de las violaciones de la tregua denunciadas por Hamás, Israel no ha vuelto a la guerra con toda su brutalidad.

La gran diferencia para la población civil, aparte de la ausencia de bombardeos masivos, es la llegada a la Franja de ayuda humanitaria y suministros básicos, que Israel ha permitido acceder de forma más fluida en las pasadas semanas –aunque la maquinaria pesada para el desescombro y las casas prefabricadas siguen siendo escasas y muy necesarias–. La ayuda ha aliviado la grave escasez de comida, agua, combustible y materiales sanitarios, aunque el invierno ha aumentado las penurias de los gazatíes, que han sufrido una ola de frío polar esta semana. Medios de comunicación palestinos han informado de la muerte de hasta siete bebés por hipotermia en Gaza en lo que va de mes.

La relativa calma o ausencia de guerra podría acabar este fin de semana, cuando concluya la primera fase del acuerdo de alto el fuego, que ha durado seis semanas y no ha estado exenta de tensión y sobresaltos. En las pasadas semanas, los negociadores de Israel y el grupo palestino Hamás no se han sentado a negociar los detalles de la segunda fase del acuerdo, que tendría que dar comienzo el domingo 2 de marzo. Según el texto firmado en enero, la segunda y tercera fase contempla el alto el fuego definitivo, la retirada de tropas y la liberación de todos los rehenes.

El complejo acuerdo de tres fases alcanzado por las presiones del equipo de Donald Trump, antes de que el republicano tomara posesión el día 20, estipulaba que las partes tenían que empezar a hablar de la segunda fase 16 días después del comienzo de la primera, pero ese plazo ya se cumplió hace mucho tiempo y los equipos negociadores de Israel y Hamás no han interactuado con la mediación de Egipto y Qatar. 

Los mediadores árabes han centrado sus esfuerzos en evitar el colapso de la tregua en las pasadas semanas, cada vez que han surgido fricciones y malentendidos entre Israel y Hamás. El último bache en este complicado proceso se produjo hace pocos días, cuando Israel se negó a excarcelar a más de 600 presos palestinos a cambio de seis rehenes israelíes, que Hamás dejó en libertad el sábado 22.

Israel alega que Hamás violó los términos del acuerdo al organizar una ceremonia “insultante” para la entrega de los restos mortales de cuatro rehenes la semana pasada, además de haber entregado a la familia los restos que no se correspondían a una mujer secuestrada el 7 de octubre de 2023. Parece que al Gobierno israelí también le molestaron las imágenes de dos rehenes que fueron grabados por sus captores mientras veían cómo otros recuperaban su libertad y que suplicaron a Netanyahu en esa grabación que siguiera adelante con el acuerdo.

Este miércoles, Hamás ha asegurado que se ha llegado a un acuerdo, tras una reunión con los mediadores egipcios, para que los alrededor de 600 presos palestinos sean excarcelados de forma simultánea a la entrega de los cuerpos de los restantes cuatro rehenes israelíes, sorteando así el último obstáculo. Por su parte, el Gobierno israelí ha anunciado que los cuatro fallecidos van a ser devueltos en la noche del miércoles, según “un procedimiento acordado anteriormente y sin ceremonias de Hamás”.

Israel evitaría así que el movimiento palestino explote con fines propagandísticos las entregas de los secuestrados. En cada ceremonia, el grupo islamista ha mostrado que sigue teniendo capacidades logísticas y muchos hombres armados y equipados con control sobre la Franja. 

Por ello, el Gobierno de Netanyahu ha amenazado en varias ocasiones con retomar su ofensiva contra Gaza para acabar definitivamente con la influencia de Hamás y evitar que los islamistas sigan gobernando el enclave después de la guerra. De momento, las presiones por parte de Washington y de los familiares de los rehenes han evitado que lo haga. Ahora, se cree que busca ganar tiempo y extender la primera fase más allá del día 1 de marzo, porque en la segunda fase se vería obligado a retirar sus tropas de la Franja por completo –algo que el Gobierno de Netanyahu ha dejado claro que no quiere hacer–.

Según el periódico israelí Haaretz, Israel está negociando la puesta en libertad de los rehenes que se encuentran en peores condiciones psicológicas, con base en lo que han contado los que han liberados desde finales de enero. A cambio, está dispuesto a excarcelar a más presos palestinos, pero no a tener en cuenta otras demandas de Hamás, como que el alto el fuego sea definitivo.

Hamás, por su parte, estaría dispuesto a negociar más intercambios a cambio de la extensión de la tregua hasta el final del mes sagrado musulmán de Ramadán, que comienza a finales de la semana, según el diario israelí.

Desde finales de enero, han sido liberados 25 rehenes (además de cinco trabajadores migrantes tailandeses que no estaban incluidos en el acuerdo de intercambio) y devueltos los restos de cuatro rehenes muertos. Más de 60 rehenes permanecen cautivos en Gaza y tendrían que ser puestos en libertad en la segunda fase, de los cuales se cree que una treintena están muertos.

Cron Job Starts