Los combates entre Turquía y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, considerado organización terrorista por EEUU y la UE, comenzaron en 1984 y han dejado alrededor de 40.000 muertos
Turquía, en vilo ante un posible fin del conflicto con el PKK tras cuatro décadas de lucha
Abdullah Öcalan, líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán —declarado organización terrorista por la UE, EEUU y Turquía— ha hecho un llamamiento a dejar las armas desde la prisión en la que lleva preso 26 años.
El DEM ha visitado este jueves al líder en la cárcel y posteriormente ha transmitido su mensaje. El partido prokurdo formó un grupo de contacto conocido como la Delegación Imrali (por el nombre de la isla en la que está encarcelado Öcalan) y ha visitado en tres ocasiones al fundador del PKK, un acontecimiento poco habitual en 26 años en régimen de aislamiento. La última visita a Imrali fue hace casi cuatro años.
Öcalan fundó el PKK en 1978 con una base marxista-leninista separatista y en 1984 el grupo inició la lucha armada contra el Gobierno turco para crear un Estado kurdo. Öcalan lleva en prisión desde 1999 y el conflicto entre las fuerzas de seguridad turcas y el PKK han dejado alrededor de 40.000 fallecidos en cuatro décadas. En la década de los 90 el PKK cambió su objetivo hacia una mayor autonomía para el pueblo kurdo dentro de Turquía y define su ideología como “confederalismo democrático”.
Las negociaciones entre Öcalan y Turquía comenzaron el año pasado y una de las primeras muestras públicas fue la declaración del líder ultranacionalista Devlet Bahceli. El presidente del Partido Movimiento Nacionalista (MHP), en un giro de 180 grados, invitó al fundador del PKK a dirigirse al Parlamento turco para anunciar el desmantelamiento de la organización y abriendo la posibilidad de su liberación tras más de 25 años en prisión.
“El llamamiento hecho por el señor Devlet Bahceli, así como la voluntad expresado por el presidente [Recep Tayyip Erdogan] y las respuestas positivas de otros partidos políticos, han creado un entorno en el que hago un llamamiento a dejar las armas”, ha explicado Öcalan en su carta. Asimismo, saluda a todos aquellos que “creen en la coexistencia” y que han estado esperando este llamamiento, sobre el que se venía especulando desde hacía semanas.
“Los dos diálogos anteriores de Ankara con el PKK (2009-2011 y 2013-2015) fracasaron estrepitosamente, lo que dio lugar a una mayor violencia y erosionó la popularidad del presidente. Esta vez Erdogan ha sido más calculador a la hora de publicar actualizaciones sobre la diplomacia del PKK”, señalaba recientemente el analista Soner Cagaptay, investigador de Turquía en el centro de estudios Washington Institute y autor de varios libros sobre Erdogan.
Öcalan no dirige el PKK formalmente desde hace décadas, pero es considerado el máximo líder de la organización y sus líderes han afirmado públicamente que escucharían y acctuarían en consonancia con los mensajes de Öcalan.
Aún así, los expertos han expresado sus dudas sobre el cumplimiento de su mensaje. “Es posible que algunos viejos líderes sospechen que Turquía no les hará concesiones similares al arresto domiciliario ofrecido a Öcalan. De hecho, es probable que algunos teman ser asesinados por la Organización Nacional de Inteligencia de Turquía (MIT) aunque se les prometa una amnistía en el exilio a corto plazo. Los comandantes de mayor edad también podrían oponerse a la disolución total o inmediata del PKK sin lograr ninguno de sus objetivos originales, un resultado que podría sugerir que han desperdiciado sus vidas en vano”, sostiene Cagaptay.